Polémica en torno al símbolo del alminar
El 29 de noviembre, los suizos votan una iniciativa que quiere prohibir la construcción de nuevos alminares. Sus promotores pretender luchar contra un símbolo político, mientras que sus adversarios temen una amenaza de cara a la paz confesional y la imagen de Suiza en el mundo.
Esta iniciativa popular proviene de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora) y de la Unión Democrática Federal (UDF/derecha religiosa). Provista de casi 115.000 firmas, fue presentada en la Cancillería Federal en julio de 2008.
El contenido de la iniciativa es nítido. El texto que será sometido a votación el próximo 29 de noviembre no incluye, en efecto, ni una sola frase que estipule «la construcción de alminares está prohibida».
Una cuestión de símbolo
Los autores de la iniciativa se defienden de querer atacar la libertad de culto o, más precisamente, la religión musulmana. Para ellos, la prohibición de los minaretes no obliga a reconsiderar la práctica religiosa (no se trata de hecho de cerrar las mezquitas).
«Nosotros no atacamos en absoluto la práctica religiosa, ya que el alminar no es necesario para esta práctica», explica Oskar Freysinger, diputado de UDC y miembro del comité de la iniciativa. «Aunque en nuestra opinión, el alminar es bien claramente el símbolo de un Islam político que intenta apaciblemente tener su lugar en Europa y en Suiza».
«Es un poco como el velo de las mujeres que simboliza una cierta posición de la mujer y que es incompatible con nuestras leyes civiles», comenta. «No procede, por lotanto, aceptar nuevos alminares sin la garantía de la aceptación sin restricción de nuestro derecho civil por parte de los musulmanes».
Para los adversarios de la iniciativa, no hay que ver un símbolo político en los alminares. «¿Es que los campanarios son un símbolo político del catolicismo? No lo creo», declara el diputado verde Antonio Hodgers. «Es solamente un elemento arquitectónico que da un simbolismo religioso a un edificio, que se trate de un campanario o de un alminar».
Pero también los valores
Esta visión diferente del alcance simbólico del minarete hace que los protagonistas del debate apuesten por valores diferentes para sostener sus argumentos.
Para los partidarios, se trata de proteger a Occidente contra un Islam percibido como una amenaza. «El conflicto entre Occidente y el islam estalló hace tiempo», estima Oskar Freysinger.
Pero para los adversarios, combatir este texto representa igualmente una cuestión de valor. «Esta iniciativa es un ataque a los derechos fundamentales de los que Suiza se dotó en 1848, la neutralidad religiosa del Estado y la libertad de culto», indica Antonio Hodgers.
Respecto a esta libertad de culto y el respeto de las minorías, Oskar Freysinger recuerda que el número de cristianos está disminuyendo en varios países musulmanes. Por otro lado, es imposible construir iglesias en un país como Arabia Saudí. Entonces, ¿por qué permitir que se construyan alminares en Europa?
Según Antonio Hodgers, este argumento de la reciprocidad no tiene sentido. «Debemos estar unidos a nuestros propios valores que son la tolerancia y el respeto de las minorías. Tenemos que saber quiénes somos».
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Iniciativa popular
Imagen de Suiza
Desde su lanzamiento, la iniciativa y las declaraciones sostenidas por los partidarios han creado agitación, incluso más allá de las fronteras nacionales. Así, la Organización de la Conferencia Islámica está preocupada.
Frente a estos remolinos, el gobierno reaccionó inmediatamente, lo que es poco habitual. Por boca del entonces presidente de la Confederación, Pascal Couchepin, el gobierno hizo saber que esta propuesta no procedía ni del Ejecutivo ni del Parlamento y pidió que fuera rechazada.
Los adversarios de la iniciativa siguen convencidos de que una prohibición de los alminares tendría consecuencias nefastas para Suiza. «Es evidente que tendría un impacto catastrófico en la imagen», asegura Antonio Hodgers. «Suiza sería el único país occidental que lo haría».
Pero hay algo más grave que el problema de imagen. «Los países musulmanes verían esta prohibición como una humillación. Esto convertiría a Suiza en blanco potencial de los movimientos islamistas terroristas».
En opinión de Oskar Freysinger, estas amenazas no suponen un argumento. «En resumen, hay que arrodillarse para vivir en paz», declara. «Es lo que Chamberlain y Daladier pensaron en Múnich en 1938. No creo que poner la otra mejilla en el dominio de la política internacional sea una buena solución. Y si las consecuencias son tales, es la prueba de que lo que nosotros hacemos para defendernos es legítimo».
Discutidos carteles
Los carteles de los que se oponen a los alminares no van a ser visibles en la ciudad de Friburgo, como han decidido también hasta la fecha: Basilea, Lausana, Yverdon-les-Bains y Montreux.
En éste aparece una mujer musulmana cubierta con un velo junto a siete alminares que atraviesan la bandera suiza (ver columna derecha).
El miércoles (07.10.) la Comisión Federal contra el Racismo advirtió que tales carteles podían amenazar la paz pública en Suiza. De todas formas, no recomendó expresamente su prohibición.
Según la institución, «las autoridades (municipales) deben proceder a sopesar minuciosamente entre la libertad de expresión, la protección contra la discriminación y la protección de la sociedad suiza frente a una agitación que favorezca el odio».
La ciudad de Basilea prohibió su colocación que calificó de «racista, irrespetuoso y peligroso». Ginebra, Winterthur, Lucerna y Zúrich han autorizado dicho cartel en nombre de la libertad de expresión.
Olivier Pauchard, swissinfo.ch
(Traducción del francés: Iván Turmo)
Existen actualmente cuatro alminares en Suiza: en Ginebra, Zúrich, Wangen (Solothurn) y Winterthur (Zúrich).
Un quinto alminar ha recibido la autorizaciónde construir en Langenthal (Berna).
Los alminares en Suiza son silenciosos. Decorativos y simbólicos, no se usan para llamar a los fieles al rezo.
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