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¿Por qué los países árabes y africanos apoyan a China en la ONU?

Pelotón de policías militares.
Miembros de la policía militar china patrullan las calles de Urumqi, capital de la provincia de Xinjiang. (Imagen de 2009). Keystone / Eugene Hoshiko

Los países árabes y africanos respaldan firmemente a China en las votaciones clave de las Naciones Unidas. Un apoyo que va más allá de suscribir las acciones de un régimen autoritario. Este respaldo evidencia también la influencia económica que China tiene en África.

Cuando la entonces Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, publicó el tan esperado informe en el que condenaba las políticas represivas de China en la provincia de Xinjiang, países como Estados Unidos y el Reino Unido reaccionaron rápidamente expresando sus “preocupaciones” al respecto. Estados Unidos calificó incluso esta represión contra la minoría uigur como “un genocidio”.

El informe, publicado minutos antes de que Bachelet dejara el cargo el pasado 30 de agosto, reveló que la “detención arbitraria y discriminatoria” de uigures y otros musulmanes en la región occidental china, perpetrada por el gobierno chino, podría considerarse como un crimen contra la humanidad.

Los países musulmanes de Asia y África permanecieron en silencio ante estas conclusiones. Y casi un mes después de la publicación del informe, 70 países encabezados por Pakistán realizaron una declaración conjunta ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU pidiendo eliminar cualquier injerencia en los asuntos internos de China. Del total, 14 naciones árabes suscribían esta posición, entre ellas Argelia, Marruecos, Arabia Saudita, Egipto, Túnez y Bahréin.

Posteriormente, el jueves 6 de octubre, fracasó en el mismo Consejo un proyecto para la celebración de un debate en torno al tema Xinjiang en la próxima sesión de febrero. Todos los países africanos, excepto tres, votaron en contra. Benín y Gambia se abstuvieron. Somalia estuvo a favor. Un resultado que se produjo después de un intenso cabildeo realizado por China entre bastidores.

“China está en el punto de mira esta vez, y eso significa que cualquier otro país en desarrollo podría ser atacado en el futuro en cualquier momento”, expresó la misión china después de la votación.

“Los países predominantemente musulmanes optan por abstenerse de condenar a China, o le expresan su apoyo a través de los discursos individuales -o colectivos- de sus jefes de Estado y de sus representantes en foros internacionales o en sus conversaciones con China”, afirmó Reem Abdel Majid, investigador egipcio experto en seguridad humana y paz ambiental, y autor de un estudio sobre China y los musulmanes uigures.

Una posición generalizada que contradice otras declaraciones expresadas por las mismas naciones musulmanas y africanas. Por ejemplo, los Estados miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) se apresuraron a defender a la minoría musulmana rohinyá de las políticas discriminatorias del ejército birmano.

Las razones para apoyar a China van más allá de la sola preocupación por mantener la estabilidad interna y avalar a un régimen autoritario. Son un reflejo de los poderes económico y blando que China tiene en los países del Sur Global, poderes que han llevado a muchas naciones a depender financieramente de la segunda economía más grande del mundo.

Mujeres musulmanas de la minoría uigur viajan en un tractor.
Mujeres musulmanas de la minoría uigur viajan en un tractor en Kasgar, un importante polo comercial de la Ruta de la Seda desde hace más de 2 000 años y bastión de la minoría uigur de China. (Imagen de 2006). Keystone / Elizabeth Dalziel

Miedo al separatismo

Otra de las razones que explican el apoyo que recibe China es la solidaridad natural que existe entre los gobiernos que comparten políticas autoritarias en materia de derechos humanos y temas humanitarios, opinan analistas.

En estos casos, el apoyo de los países africanos y musulmanes miembros de la ONU hacia China es casi sistemático. Por ejemplo, un total de 25 países africanos votó en contra de una moción que condenaba la Ley de Seguridad Nacional de China en Hong Kong en el Consejo de Derechos Humanos en junio del 2020. La oposición política de Hong Kong debió enfrentarse pues a duras sanciones desde que entró en vigor esta ley que puso fin a la autonomía de este territorio.

“La mayoría de los países árabes y africanos (que apoyan a China) son gobernados por regímenes corruptos; su legitimidad es cuestionable y son incapaces de lograr el bienestar de su pueblo. Su fortaleza se debe a sus lealtades externas y no al respaldo de la población”, expresó a SWI swissinfo.ch el escritor yemení Ahmed Al-Ahmadi.

El apoyo a China también tiene sus raíces en el “temor de que grupos separatistas ganen popularidad en estos países”, explicó Hanan Kamal Abu Sakin, profesor asistente de Ciencias Políticas del Centro Nacional de Investigación Social y Criminal de El Cairo.

Añadió que las comunidades chiitas del sur representan una amenaza estratégica para la estabilidad de Arabia Saudita y la unidad de Baréin, y que Irak, Siria, Irán y Turquía están en riesgo si las demandas kurdas de independencia se materializan. En su turno, los grupos del Sáhara Occidental en Marruecos están solicitando tener su propio país.

“Las posiciones a favor de China se justifican en el hecho de que estos países consideran que los derechos humanos son un asunto interno que no admite intromisiones”, dijo.

El Gobierno chino está dispuesto a impulsar internacionalmente la narrativa de que se requieren medidas en Xinjiang para combatir a los terroristas. Su argumento central es que esta provincia es ahora estable y próspera en materia económica.

Fortalecimiento de asociaciones económicas

Más allá de las similitudes que existen en sus liderazgos, otro factor relevante que explica estas alianzas es la transformación gradual de China en un socio comercial estratégico y en un inversor de importancia capital para las regiones árabe y africana. Un argumento que los Estados africanos esgrimen a menudo cuando justifican su apoyo a China.

Durante doce años consecutivos, China ha sido el principal socio comercial de África, según el Informe Anual de las Relaciones Económicas y Comerciales entre China y ÁfricaEnlace externo publicado en septiembre del 2021. El comercio bilateral entre China y África sumó 187 000 millones de dólares (184 000 millones de francos suizos) en 2020, pese a la desaceleración económica que impuso la pandemia de COVID y las medidas de confinamiento que trajo consigo.

En los primeros siete meses de 2021, el comercio bilateral entre China y África creció 40,5% para alcanzar los 139 000 millones de dólares, según el mismo informe.

La mayor parte de la inversión china realizada en África se destinó al sector de los servicios, pero se puso énfasis también en áreas nuevas como investigación científica, tecnología, transporte y almacenaje, en donde la inversión china se duplicó, especialmente en países como Sudáfrica y Etiopía. Una dinámica que ha creado puestos de trabajo e impulsado la innovación.

China ha firmado acuerdos con 18 países árabes como parte de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” que tiene como misión conectar a Asia y Europa en una amplia gama de proyectos de infraestructura terrestre y marítima, muchos de los cuales se construirán en el Medio Oriente.

Una muestra de los estrechos lazos económicos que existen es la celebración de la primera cumbre chino-árabe que tendrá lugar este año en Arabia Saudita, y el anuncio de que la décima sesión de la Conferencia Ministerial del Foro de Cooperación China-Estados Árabes se celebrará en China.

Esta dependencia de China tiene a menudo un alto costo, como lo ha demostrado el intenso cabildeo celebrado recientemente para que los países africanos y árabes rechacen la iniciativa liderada por Occidente para debatir el tratamiento que se dará a los uigures.

En opinión de los analistas, los países africanos están cada vez más cansados de su dependencia excesiva de China. Y a medida que el mundo se divide entre las democracias occidentales y el resto del mundo, el apoyo a China es cuestionado por múltiples países.

La guerra en Ucrania, por ejemplo, está impulsando crecientemente a las naciones a elegir un solo bando. Pero algunos países árabes y musulmanes no están listos para tomar una posición. Especialmente ahora que China ha dejado entrever que reducirá sus inversiones en el extranjero porque hay préstamos millonarios hechos por sus bancos que estarían en riesgo de impago.

Actualmente, China es el principal acreedor bilateral de África, y algunos países, como Kenia, le deben a China el 72% del total de sus pasivos bilaterales. Esto ha provocado debates internos sobre el riesgo de que el país caiga en la trampa de la diplomacia de la deuda.

En opinión del investigador Reem Abdel Majid, “el apoyo de los Estados árabes y africanos a China crece en materia de derechos humanos, pero la cooperación con China en otros asuntos se supedita a diversos factores”.

Concretamente, los países árabes y africanos se negaron a tomar partido en la actual guerra comercial entre Estados Unidos y China. No apoyaron públicamente la narrativa de China sobre el origen del virus Sars-Cov-2 y no le han respaldado en temas de ciberseguridad. También se abstuvieron de pactar cualquier tipo de alianza militar y de seguridad.

“La continuidad de las alianzas con China dependerá pues de las variables internas que enfrenten estos países, como el surgimiento de grupos terroristas, movimientos separatistas e inestabilidad política. Sin embargo, ante la dificultad de estas naciones para afrontar estos espinosos temas en el corto plazo, sería esperable que su apoyo (a China) se mantenga durante mucho tiempo”, pronosticó Reem Abdel Majid.

Adaptado del inglés por Andrea Ornelas

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