Actos políticos y una marcha nacionalista por Día de la Independencia polaco
Cracovia (Polonia) – La rusofobia, la exaltación militarista y la guerra en Ucrania se convirtieron en elementos clave en la conmemoración este viernes de la Independencia de Polonia en Cracovia, capital histórica del país, a la que asiste la cúpula del partido gubernamental.
A diferencia de años anteriores, en que todas las celebraciones y eventos políticos tuvieron como escenario Varsovia, en esta ocasión ha sido Cracovia la ciudad elegida para acoger los actos más simbólicos del 104 aniversario de la Independencia polaca.
Esta celebración ha sido aprovechada en los últimos años por grupos ultranacionalistas para expresar sus posturas de manera violenta, lo que ha desembocado en disturbios y enfrentamientos con la policía y ha terminado por convertir la tradicional Marcha de la Independencia en una ocasión temida y evitada por muchos vecinos de Varsovia.
Jaroslaw Kaczynski, líder del partido gubernamental, optó este año por trasladarse a Cracovia, segunda ciudad más importante del país y considerada el «corazón histórico» de Polonia, y presidir allí varios actos políticos, además de visitar en el mausoleo del castillo Wawel la tumba de su hermano Lech, fallecido en el accidente aéreo de Smolensk.
La jornada estuvo marcada por actos simbólicos, pero con claras referencias a la situación actual, como la guerra en Ucrania, la rusofobia que se vive en Polonia, la militarización de la sociedad y el enfrentamiento político con Alemania.
Durante la mañana, personalidades políticas y militares, así como algunos veteranos de guerra, depositaron coronas de flores frente a la enorme cruz en memoria de las víctimas de la masacre soviética de Katyn y desde ese punto varios miles de personas atravesaron el centro de la ciudad para concentrarse en la plaza de Jan Matejko.
Allí, frente al monumento que conmemora la victoria de la batalla medieval de Grunwald, considerada como una victoria de Polonia sobre Alemania, tuvo lugar un acto castrense de homenaje a los héroes caídos por la patria polaca, se concedió la ciudadanía polaca honorífica a diez personas.
A continuación, tuvo lugar un desfile militar del Ejército de Tierra con la intervención de dos aviones CASA CN-235 y un destacamento militar sirvió a los asistentes miles de raciones del típico «rancho» de sopa de guisantes.
En Varsovia, el presidente polaco, Andrzej Duda, recordó que «el año pasado sufrimos un ataque híbrido en nuestras fronteras», en referencia a la crisis migratoria originada en Bielorrusia, y fue muy explícito en su apoyo al Gobierno, al agradecer «estos últimos cinco años en los que hemos sabido lo importante que es ser independientes».
El presidente lituano, Gitanas Nausėda, de visita oficial en Varsovia, asistió a los actos junto a Duda y en su intervención hizo referencia a los «antepasados lituanos que custodiaban, junto a los polacos, la libertad con las armas en la mano, resistiendo la opresión del imperio ruso».
Al concluir el discurso presidencial comenzó la marcha nacionalista convocada por la agrupación ultra Movimiento Nacional, a quienes se considera responsables de los disturbios que han salpicado esta celebración en la capital polaca en los últimos años y cercanos al partido antisistema «Confederación».
A pesar de la prohibición expresa de las autoridades, en la manifestación se utilizaron bengalas y petardos y varios de los asistentes portaban banderas de grupos ultras con símbolos extremistas y estética paramilitar.
Entre las pancartas exhibidas, se podían leer lemas homófobos, insultos a Rusia y consignas contra «la ucranianización de Polonia» y la acogida masiva de refugiados en el país.
Uno de los momentos más tensos se produjo cuando la marcha cruzó el puente Poniatowski y la policía tuvo que contener a los manifestantes que intentaban lanzar objetos contra balcones que lucían banderas con el arco iris.
En 2020, una bengala lanzada por los nacionalistas durante el día de la Independencia incendió un apartamento en el que había una bandera arcoiris y una pancarta de apoyo a las protestas contra la prohibición del aborto.
Para evitar los incidentes registrados en ocasiones anteriores, cientos de efectivos de la policía fueron desplazados desde varios puntos del país a la capital polaca y se instaló un fuerte dispositivo de seguridad con varias filas de vallas, drones de vigilancia, helicópteros y vehículos antidisturbios con cañones de agua.
Varios grupos de izquierda convocaron una manifestación paralela, bajo el lema «nacionalismo no es patriotismo» y una confrontación entre sus integrantes y un grupo ultra que quemaba una bandera con un símbolo feminista obligó a la policía a intervenir y suspender momentáneamente la marcha.
El alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, intentó el año pasado prohibir la marcha nacionalista del 11 de noviembre, pero el Tribunal Supremo decretó que, al tratarse de «una celebración y a establecida y de carácter cíclico», no había razones para vetarla.
El ayuntamiento de Varsovia estima en más de 100.000 euros los gastos extraordinarios que ocasiona albergar este evento y en la jornada previa al mismo se retiraron carteles móviles, señales de tráfico, papeleras e incluso bicicletas aparcadas a lo largo de todo el recorrido de la marcha. EFE
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