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Los sunitas de Irak, preocupados por una posible retirada estadounidense

Foto suministrada por la oficina del primer ministro iraquí que muestra una sesión del Parlamento sobre la expulsión de las tropas estadounidenses de Irak, el 5 de enero de 2020 afp_tickers

Punta de lanza de una sangrienta insurrección contra la invasión estadounidense en 2003, los líderes sunitas iraquíes están ahora preocupados por la posible retirada de las tropas estadounidenses de Irak, percibidas como un contrapeso a la creciente influencia de Irán.

En las últimas semanas, las tensiones entre Washington y Teherán se libraron en suelo iraquí tras la muerte, en un ataque estadounidense en Bagdad, del poderoso general iraní Qasem Soleimani y la respuesta iraní contra dos bases militares que albergaban soldados estadounidenses en Irak.

Furioso, el Parlamento iraquí votó el 5 de enero la expulsión de las tropas extranjeras, entre ellas 5.200 soldados estadounidenses. Los diputados kurdos y la mayoría de sunitas boicotearon la sesión, pese a las acusaciones de “traición” por parte de las facciones chiitas.

Antes de la votación, el presidente del Parlamento, el sunita Mohamed Halbusi, pronunció un encendido discurso ante los diputados, pidiéndoles cambiar de opinión sobre el asunto.

“Estados Unidos no me preocupa. Irán no me preocupa. Nada me preocupa tanto como Irak”, dijo, dirigiéndose a la Asamblea de mayoría chiita.

Pero el mièrcoles los presidentes Donald Trump y Barham Saleh “acordaron la importancia de continuar la cooperación económica y de seguridad entre Irak y Estados Unidos, incluso en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI)”, informó la Casa Blanca.

– Une presencia amortiguadora –

Irán, país de mayoría chiita como su vecino iraquí, mantiene estrechos vínculos con la élite gobernante iraquí desde hace muchas décadas y ejerce una influencia cada vez mayor sobre Irak gracias al Hash al Shaabi, una coalición de paramilitares iraquíes controlada por fuerzas pro-Irán, que está fuertemente representado en el Parlamento.

Esa influencia creciente se hizo a expensas de Estados Unidos, que invadió Irak en 2003 y derrocó al régimen sunita del dictador Sadam Husein.

La invasión primero desencadenó una sangrienta rebelión de las milicias sunitas contra las fuerzas estadounidenses, antes de engendrar un conflicto interconfesional generalizado.

Obstaculizados por la penetración iraní en su país, los sunitas militan ahora prudentemente en favor de la presencia de las tropas estadounidenses.

Ahmed Djarba, un parlementario sunita, expresó su temor de que la retirada estadounidense refuerce el papel de Teherán, y pidió al gobierno que contenga a las facciones chiítas que tratan de “transformar las provincias sunitas en arena”.

Estas regiones fueron devastadas por los combates contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que había tomado el control de un tercio del territorio iraquí en 2014.

Para vencer al EI, el gobierno iraquí se alió con el Hashd y una coalición internacional liderada por Washington.

Miles de soldados de la coalición siguen desplegados en media docena de bases iraquíes situadas en zonas sunitas o kurdas donde el Hashd intenta reforzar su presencia, lo que exaspera a los habitantes sunitas.

Para un oficial estadounidense en Irak, que pidió el anonimato, la presencia de las tropas estadounidenses en estas regiones es una “presencia amortiguadora”.

“Cuantos menos seamos, más los diferentes actores de seguridad buscarán (defenderán) su propio interés. Los chiitas, los sunitas, los yazidiés y otras tribus (…) se defenderán frente a la mínima amenaza”, indicó el militar estadounidense a la AFP.

– Escalada de tensiones –

La posibilidad de un retiro estadounidense ocurre mientras que, desde octubre, las regiones iraquíes de mayoría chiita son sacudidas por manifestaciones contra el gobierno.

Las regiones sunitas quedaron al margen del movimiento, temiendo que su movilización se juzgara sectaria y se reprimiera duramente. Sin embargo, siguen con atención la escalada entre Teherán y Washington.

Durante el “despertar sunita” de 2006, jeques de tribus sunitas se unieron a Estados Unidos para luchar contra Al Qaida. Varios de ellos dijeron a la AFP que recientemente habían recibido amenazas de facciones armadas chiítas.

“Nos advirtieron contra una nueva alianza con el ocupante” estadounidense, indicó uno de ellos, bajo anonimato.

“Para los sunitas, los kurdos y otras minorías, Estados Unidos crea un equilibrio con el gobierno controlado por los chiitas”, explicó el experto iraquí Hisham al Hashemi.

“Hay un claro temor entre los sunitas de lo que podría ocurrir, lo que los ha llevado a pensar en su autonomía para poder proteger sus regiones”, según Ayad al Tufan, analista independiente y ex oficial del ejército.

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