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Burundi celebra elecciones con la economía al límite

Evariste Ndayishimiye, candidato del oficialismo en las elecciones presidenciales en Burundi, durante un acto de campaña el 16 de mayo de 2020 afp_tickers

Burundi celebra el miércoles elecciones presidenciales sumido en una crisis económica que se arrastra desde 2015, y cuya gravedad llevó al candidato oficialista, Évariste Ndayishimiye, a prometer que, si es elegido, su prioridad será desarrollar el país.

La pobreza, el desempleo, la devaluación del franco burundés (Fbu) y la escasez de productos importados son las consecuencias del aislamiento del régimen tras la cuestionada reelección en 2015 del presidente Pierre Nkurunziza a un tercer mandato y el estallido de violencia posterior que dejó unos 1.200 muertos.

Las consecuencias económicas de la crisis sanitaria -aunque el país hasta ahora registró oficialmente apenas 27 casos y un muerto y no adoptó ninguna de las medidas de contención tomadas por sus vecinos- podría borrar de un plumazo la tímida recuperación de meses recientes.

«En el plano económico, Burundi aún no ha salido de la crisis de 2015, porque casi todos los indicadores siguen en rojo, aún si se debe admitir que una leve recuperación parece haber comenzado», dijo Gabriel Rufyiri, presidente de OLUCOME, una de las principales organizaciones burundesas que luchan contra la corrupción.

El Banco Mundial proyecta un crecimiento del 2% para 2020, una tasa que ha aumentado constantemente desde 2017, después de dos años de recesión en 2015 (-3,9%) y 2016 (-0,6%), pero mucho más baja que en la mayoría de los países africanos.

«Lamentablemente, esta pequeña esperanza está siendo hipotecada por las consecuencias de la crisis sanitaria», dijo Rufyiri.

El gobierno ordenó, como única medida significativa, el cierre de las fronteras, salvo la de Tanzania, abierta a los camiones de mercancías.

El comercio transfronterizo se ha paralizado, impactando en los sectores de la hotelería y restauración de Buyumbura.

– Sectores agónicos –

«En general nuestra clientela está compuesta en más del 90% por comerciantes congoleños. Hoy nuestras habitaciones están vacías», lamentó Gérard, gerente de un hotel en Bwiza, un popular distrito de Buyumbura.

Los automóviles usados, motocicletas, repuestos para vehículos y teléfonos móviles que generalmente provienen de Uganda, Dubái o China, también están comenzando a escasear.

También escasean las divisas extranjeras, señalaron los comerciantes, obligados a trabajar clandestinamente desde que el gobierno decidió en febrero cerrar todas las oficinas de cambio.

Esta medida se había tomado para combatir la devaluación del franco burundés. Pero «el euro ha pasado de 2.800 a 3.400 Fbu», dijo uno de estos cambistas clandestinos.

El Banco Central de Burundi (BRB) tiene solo dos o tres semanas de reservas de divisas para las importaciones.

Para Faustin Ndikumana, un analista independiente, muchos sectores de la economía local están agonizando. En el mayor mercado de Bujumbura, «los mayoristas de materiales de construcción, bancos, taxis y otros vehículos de transporte han visto caer su actividad dramáticamente, algunos en más del 80%», dijo.

– Calamidad –

«En realidad, Burundi ha continuado gradualmente su descenso al infierno» desde 2015, dijo Ndikumana, con dramas como la «pobreza familiar, inflación para las necesidades básicas, falta de divisas, el situación desesperada del mundo rural que representa más del 80% de la población».

Burundi es considerado uno de los tres países más pobres del mundo. Según una estimación del Banco Mundial, el 75% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, aunque esa tasas era de alrededor del 65% cuando Nkurunziza llegó al poder en 2005.

La tasa de desempleo entre los jóvenes es del 65% según el Banco Africano de Desarrollo, y seis de cada diez niños tienen retraso en el crecimiento debido a la desnutrición.

Ante los cortes implementados por sus principales donantes (UE, Bélgica y Alemania, entre otros), Burundi experimenta una escasez crónica de combustible, medicamentos y la mayoría de los productos importados debido a la falta de divisas.

«El saldo económico de los 15 años de poder de Nkurunziza es catastrófico. Ha hecho retrocedes a Burundi a todos los frentes. Ha aislado completamente al país de sus donantes tradicionales e incluso de los países vecinos. Es una calamidad», señaló indignado Aimé Magera, portavoz extranjero del principal partido de oposición.

El presidente Nkurunziza asegura que dejará a su sucesor «cajas llena hasta el borde de dinero». Pero el candidato del partido gobernante, Évariste Ndayishimiye, presentado como su «heredero», no parece ilusionarse.

Así, prometió «luchar contra la pobreza y desarrollar el país» y argumentó, como base de campaña, que su partido había tardado 15 años en «sentar las bases» para el futuro y que no era el momento adecuado para instalar «novatos» en el poder.

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