Chándal y moteros en la pasarela de Balenciaga y Ottolinger
París, 5 mar (EFE).- Balenciaga trató este domingo de volver a lo esencial en la pasarela de París, con una apuesta por la sastrería voluminosa que puso en contraste con una serie de chándales de inspiración motera, en la misma línea que la firma alemana Ottolinger, con estilismos dignos de una carrera de MotoGP.
Para Balenciaga, este desfile otoño-invierno 2023/2024 era una forma de reparación tras la polémica que le salpicó hace unos meses, cuando se vio obligada a disculparse por una campaña en la que aparecían menores con objetos de sadomasoquismo.
Todo el equipo creativo de la firma quedó afectado por esta mala operación y sus consecuencias, pero sobre todo el director creativo, Demna Gvasalia, que desde diciembre ha querido volver a centrarse en la confección de la ropa, su verdadera pasión.
Frente a las dos últimas pasarelas mostradas en salas oscuras, ambientes sombríos -reprodujo incluso una ventisca- y siluetas extremadamente extravagantes, Gvasalia quiso este domingo hablar de básicos en una pasarela llena de luz con una sastrería con amplios volúmenes, vestidos plisados incluso con estampados florales.
Y para no perder sus costumbres, algunos estilismos más transgresores como una serie de mallas y jerséis deportivos combinados con botas moteras.
A juego con estas prendas iban también unas cazadoras de piel, como infladas, que creaban una especie de hombrera alta muy pegada a la cabeza. Incluso en las siluetas femeninas, las hombreras eran altas, pero redondeadas, en una nueva propuesta en las formas.
“La moda se ha convertido en una especie de espectáculo que a menudo oculta su esencia de formas y volúmenes, siluetas, la forma en la que creamos relaciones entre el cuerpo y el tejido. La forma en la que hacemos las líneas de unos hombros, la manera en la que la ropa nos cambia”, dejó escrito Gvasalia en una nota que recibieron los invitados.
El diseñador georgiano, que tuvo que refugiarse en Alemania junto a su familia tras la guerra de Abjasia, a principios de los años 1990, explicó que en los últimos meses ha vuelto a refugiarse en su amor por la moda y en el proceso de fabricación de la ropa.
«Mi amor por la moda y la confección -añadió- me ha recordado de nuevo su fantástico poder para hacerme feliz y expresarme de verdad. Por eso, en mi opinión, la moda no puede seguir siendo vista como un espectáculo, sino como el arte de hacer ropa”.
ABSTRACCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN EN OTTOLINGER
Sobre la vuelta a las raíces habla también en esta Semana de la Moda de París la colección de las diseñadoras suizas Christa Bösch y Cosima Gadient, con la marca Ottolinger que crearon en Berlín tras estudiar juntas diseño en Basilea.
Sus colecciones desafían los códigos del lujo con una apuesta por siluetas asimétricas fabricadas en un proceso manual de abstracción y deconstrucción, que bebe de la escuela de diseñadores de Amberes y Japón.
Ottolinger revisita los corsés fabricados en piel, con cremalleras y rayas, como una prenda motera, y combinados con vestidos de lentejuelas y mallas elásticas.
Las medias estampadas se combinan con chaquetas anchas acolchadas, abrigos de piel y trajes de terciopelo.
Una colección que las diseñadoras suizas presentaron en un edificio en construcción en el oeste de París, en una sala sin pintar decorada únicamente con asientos de cartón reciclado dispuestos en una especie de gran acordeón que iba formando eses y que servía de asiento a los invitados. EFE
mdv/ac/ad
© EFE 2023. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.