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Ciudad judeo-árabe de Lod intenta restaurar la cohabitación tras la violencia

Thabet Abu Rass (izq) y Amnon Be'eri-Sulitzeanum, codirectores de la asociación Abraham Initiatives, con sede en la ciudad israelí de Lod, el 10 de junio de 2021 afp_tickers

Judíos y árabes que viven en Lod, ciudad del centro de Israel recientemente escenario de violentos enfrentamientos comunitarios, están tratando de restablecer la confianza y la coexistencia, aunque para algunos nada volverá a ser igual.

Habitantes de esta ciudad mixta afectados por esta violencia han creado el grupo WhatsApp «Pashut Dai» («Basta ya» en hebreo) que reúne a un centenar de personas, árabes y judíos, entre ellos Pnina Rintsler, una dramaturga que fundó un teatro en esta ciudad situada cerca de Tel Aviv.

«Estamos todos tristes por lo que ha pasado. Pero tenemos que hablar para no tener más miedo los unos de los otros», confiesa esta judía de 42 años, de cabello largo, castaño y rizado.

A principios de mayo, en esta ciudad de 80.000 habitantes, aumentó la tensión entre los jóvenes árabes y los grupos judíos como consecuencia de los enfrentamientos entre la policía israelí y los palestinos en Jerusalén y del comienzo del conflicto entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, en el poder en la Franja de Gaza.

Tiroteos, automóviles en llamas, comercios saqueados, sinagogas incendiadas: un árabe y un judío murieron en Lod. Y la violencia se extendió a otras ciudades judeo-árabes como Acre o Ramle, que suelen ser el estandarte de la convivencia.

– «Vecinos» –

«Nunca pensé que llegaríamos a esto», lamenta Ikram Mansur, de 48 años. «Hemos crecido juntos, árabes y judíos, vivimos en los mismos edificios», cuenta esta mujer árabe que se unió al grupo de WhatsApp con la esperanza de reavivar la llama de la coexistencia.

Los árabes israelíes constituyen aproximadamente el 20% de la población de Israel y aproximadamente un tercio de la de Lod, es decir descendientes de los palestinos que se quedaron en sus tierras en 1948 tras la creación del Estado de Israel.

Los observadores atribuyeron el reciente estallido de violencia a un impulso de solidaridad de esta comunidad con los palestinos de Gaza y Jerusalén Este, territorio ocupado y anexado por Israel desde 1967.

«Siempre ha habido tensiones entre las comunidades en las ciudades mixtas», señala Amnon Be’eri-Sulitzeanum, codirector de Abraham Initiatives, una asociación con sede en Lod que trabaja por el acercamiento entre judíos y árabes israelíes.

«Pero sin obstaculizar hasta ahora las relaciones más bien cordiales entre vecinos», explicó. «Esta vez, se subió un escalón», agregó.

Según Thabet Abu Rass, un árabe israelí que codirige la asociación, factores endógenos aumentaron esas tensiones, principalmente el establecimiento en los últimos años de grupos de judíos nacionalistas, acusados por los árabes de Lod de buscar «judaizar» la ciudad.

A raíz de los acontecimientos que asolaron las ciudades mixtas, la organización lanzó una campaña nacional en favor de la «convivencia».

En la prensa escrita y en vídeo en las redes sociales y en la televisión se difunden fotografías de judíos y árabes cómplices en la vida cotidiana.

Pero para hacer avanzar la igualdad entre judíos y árabes que se dicen frecuentemente víctimas de discriminación, una campaña de carteles no basta insiste Abu Rass.

«Es necesario establecer políticas públicas más inclusivas» que tienen más en cuenta a la minoría árabe, afirmó.

– «Restablecer la confianza» –

La calma volvió a Lod, pero la herida sigue abierta y todavía hay signos de violencia, como los restos de incendios en las aceras del barrio de Ramat Eshkol.

«Hemos pasado por un momento difícil, pero ahora está tranquilo», confiesa Adil Nofal, de 17 años. Este arabe estudiante de secundaria, que vive en un edificio amarillento, típico de este barrio desfavorecido, dice que le gusta «la ciudad, su gente y su mezcla.

«Mis vecinos judíos son como hermanos», lanza. Pero para Tsur, un transeúnte judío de unos cincuenta años, «nada será como antes».

«Antes compraba pitas en las panaderías árabes y comía muy a menudo en sus restaurantes, pero ahora no tengo ganas, algo se quebró», dijo.

Para Pnina, quien animó esta semana a oradores miembros del grupo Whatsapp, «no sirve de nada acusarse mutuamente y tratar de saber quien comenzó».

«Es necesario ver cómo se avanza», dice, agregando que piensa montar una obra de teatro que reúna a judíos y árabes. «Pero si no hablamos, no iremos a ningún lado (…) es la única forma de restablecer la confianza», concluyó.

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