
Diplomacia cubana espera que Suiza ayude en sus relaciones con EE. UU.

Ante el aumento de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos, representantes diplomáticos cubanos confían silenciosamente en que Suiza retome un papel activo –como en el pasado, cuando fue el único canal de comunicación entre ambos países– para restablecer un diálogo constructivo.
«Si la Suiza neutral no existiera, habría que inventarla». Esta frase, pronunciada por un asesor del expresidente estadounidense John F. Kennedy durante la crisis de los misiles en Cuba, figura en los Documentos Diplomáticos de Suiza (DodisEnlace externo).
La cita ilustra el papel clave que desempeñó Suiza como canal de comunicación entre ambos Estados durante una de las situaciones más peligrosas de la historia moderna.
Durante gran parte de la Guerra Fría, que se extendió de 1961 a 2015, la Embajada de Suiza en La Habana fue el único canal diplomático formal entre EE. UU. y Cuba –un ejemplo emblemático de la diplomacia discreta suiza.

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Kerry agradece a Suiza sus buenos oficios en Cuba
Ahora, con el endurecimiento de las sanciones, figuras diplomáticas cubanas indicaron a Swissinfo que Suiza podría volver a actuar como mediadora y desempeñar un papel clave en la respuesta diplomática a la política hacia Cuba del expresidente Donald Trump.
«El nuevo gobierno estadounidense ha incrementado la presión sobre la economía cubana, y las consecuencias para la población ya son visibles», comentó una persona del sector diplomático cubano, bajo condición de anonimato. «El pueblo cubano tiene derecho a vivir libre de un bloqueo económico impuesto por EE. UU., y Suiza me parece un país ideal para intentar reducir esa presión por la vía diplomática», indicó.
La pandemia de Covid-19, las sanciones estadounidenses persistentes y una política macroeconómica deficiente han provocado una contracción del 12 % en la economía cubana desde 2019. La inflación oficial superó el 30 % el año pasado, lo que implica un aumento aún mayor de los precios en el mercado informal.

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EE. UU., Cuba, Suiza: un triángulo histórico
Cuando Cuba obtuvo su independencia de España en 1902 y se convirtió en república, Suiza reconoció rápidamente a la nueva nación y estableció relaciones diplomáticas. Personas con puestos consulares honorarios de Suiza ya estaban presentes en la isla caribeña desde el siglo XIX.
En 1918, Suiza abrió oficialmente un consulado en La Habana, que en 1957 fue elevado al rango de embajada, apenas dos años antes de la revolución cubana liderada por Fidel Castro y el Che Guevara contra la dictadura de Fulgencio Batista.

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Cuba-EE UU, hora de arriar la bandera suiza y… ¿reabrir bancos?
La revolución socialista en el “patio trasero” de Estados Unidos generó de inmediato tensiones: Washington rompió relaciones diplomáticas con La Habana y ejerció una presión máxima, principalmente en forma de sanciones económicas, mientras Cuba se alineaba con la Unión Soviética.
Sin embargo, Suiza mantuvo buenas relaciones con el nuevo gobierno comunista. Tras la ruptura de relaciones diplomáticas, asumió en 1961 un mandato de potencia protectora y representó durante más de medio siglo los intereses de Estados Unidos en Cuba.

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Suiza y sus mandatos de potencia protectora: un canal entre Estados enfrentados
El temor de Suiza a la nacionalización (por parte del nuevo gobierno) y a la pérdida de inversiones llevó a una postura estrictamente anticomunista. Sin embargo, la representación de los intereses estadounidenses en Cuba permitió indirectamente a empresas suizas como Nestlé recibir compensaciones por terrenos expropiados durante la revolución, explica el historiador Sacha Zala, director de Dodis y profesor en la Universidad de Berna. Gracias a este arreglo único, la Embajada de Suiza en La Habana se convirtió en la única mediadora oficial entre ambos países.
«Suiza fue, tras la fallida invasión de Bahía de Cochinos [en Cuba por parte de EE. UU.] en 1961, un vínculo importante entre Washington y La Habana. Los dos gobiernos pudieron intercambiar mensajes a través de representantes suizos», recuerda Jussi Hanhimäki, profesor en el Geneva Graduate Institute.

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De luz y sombras: Fidel Castro
La crisis de los misiles marcó el punto culminante de este papel. En octubre de 1962, EE. UU. descubrió instalaciones soviéticas de misiles nucleares en Cuba, a solo 150 kilómetros de Florida. El presidente Kennedy impuso un bloqueo naval y exigió la retirada inmediata de los misiles.
Durante 13 días, el mundo estuvo al borde del abismo, mientras Washington y Moscú intercambiaban amenazas y negociaban por canales secretos. «En el punto álgido de la crisis, el entonces secretario de Estado estadounidense Dean Rusk propuso que el embajador suizo Emil Stadelhofer, muy apreciado por Fidel Castro, intentara convencerlo de reconsiderar el despliegue de armas y abrir negociaciones con EE. UU.», escribe Zala.
La crisis se resolvió diplomáticamente: la Unión Soviética retiraría sus misiles de Cuba, EE. UU. se comprometería a no invadir la isla y, además, retiraría en secreto sus misiles de Turquía.

Trump renueva presión a Cuba
El papel diplomático de Suiza duró hasta 2015, cuando el acercamiento entre EE. UU. y Cuba bajo la presidencia de Barack Obama eliminó la necesidad de una potencia protectora. Sin embargo, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y Marco Rubio como secretario de Estado, las tensiones entre EE. UU. y Cuba han vuelto a intensificarse.
Trump ha reintroducido una estrategia de “máxima presión”, respaldada por Rubio, hijo de personas cubanas exiliadas. Ambos han abogado por reincorporar a Cuba en la lista estadounidense de Estados patrocinadores del terrorismo y por endurecer aún más las restricciones diplomáticas y económicas contra la isla, que ya atraviesa la peor crisis económica en tres décadas.
La clasificación como patrocinador del terrorismo, impulsada por Rubio en los primeros días del nuevo mandato de Trump, abre la puerta a sanciones más amplias, como restricciones comerciales, congelación de activos bajo jurisdicción estadounidense y limitación del acceso a los mercados financieros globales.
Trump también ha restablecido los límites a las remesas en dólares enviadas a familiares en la isla y ha prohibido la mayoría de las categorías de turismo estadounidense hacia Cuba.
Según el medio digital PoliticoEnlace externo, citando a un alto funcionario cubano, Cuba ha intentado sin éxito mejorar sus relaciones con EE. UU., cooperando incluso en la reanudación de vuelos de deportación.
Johana Tablada, funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba encargada de los vínculos con Washington, declaró que las relaciones bilaterales están actualmente “en punto muerto”.
El Gobierno de Cuba ha recurrido a la comunidad internacional para denunciar el embargo y las nuevas sanciones. Como resultado, personas con puestos diplomáticos cubanos han comenzado a explorar nuevas vías, entre ellas, la de recurrir nuevamente a Suiza.

Se necesitan actores neutrales para facilitar el diálogo humanitario, consular y posiblemente económico, según afirmaron dos diplomáticos entrevistados por Swissinfo en La Habana, bajo condición de anonimato.
«Suiza desempeña un papel importante en la diplomacia global. Aunque está alineada con Occidente, los diplomáticos cubanos respetan el profesionalismo suizo. Por eso creemos que el país podría hacer más para aliviar las sanciones estadounidenses contra Cuba», dijo uno de ellos.
Los expertos consultados por Swissinfo coinciden en que Suiza podría volver a contribuir a cerrar la brecha entre La Habana y Washington. Sin embargo, señalan diferencias importantes respecto a la era de la Guerra Fría.
Carlos Alzugaray Treto, diplomático de carrera cubano, explica que, aunque las relaciones entre EE. UU. y Cuba siguen siendo tensas, ambos países aún mantienen embajadas y celebran conversaciones migratorias semestrales. «Trump ya ha declarado que pondrá fin a estas conversaciones, por lo que podría volver a surgir la necesidad de mediación», afirma.
Antonio Romero Gómez, del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana, considera que Suiza podría ayudar a superar los obstáculos diplomáticos. No obstante, también argumenta que la mayoría de los países probablemente no romperán relaciones con Cuba como lo hicieron durante la Guerra Fría, lo que limitaría el papel de Suiza en comparación con entonces.
«Cuba ha sido durante mucho tiempo un socio confiable y respetado, especialmente en materia de cooperación. Romper relaciones bajo presión de EE. UU. sería mal visto por la opinión pública de muchos países», señala Romero.
Consultado sobre si Suiza estaría dispuesta a actuar nuevamente como mediadora entre La Habana y Washington, el Ministerio de Asuntos Exteriores respondió que Suiza «siempre está dispuesta a ofrecer sus buenos oficios, si estos son útiles y deseados por ambas partes».
Sin embargo, la administración Trump no parece interesada en tal mediación. En una declaración a Swissinfo, el Departamento de Estado de EE. UU. afirmó: «Estamos dispuestos y capacitados para relacionarnos tanto con amigos como con enemigos, siempre que ello favorezca los objetivos estadounidenses. No necesitamos intermediarios ni mediadores».
El Gobierno de Cuba no respondió a la solicitud de comentarios de Swissinfo.
Editado por Virginie Mangin/ts. Adaptación del inglés al español: Patricia Islas

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