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Drones rusos, a la caza de los civiles en Jersón

Rostyslav Averchuk

Leópolis (Ucrania), 19 sep (EFE).- Los habitantes de Jersón, ciudad del sur de Ucrania que está siendo continuamente bombardeada por Rusia, se enfrentan ahora a una nueva gran amenaza, ya que decenas de drones rusos sobrevuelan a diario sus calles y lanzan deliberadamente explosivos sobre los civiles y sus vehículos.

Cada día llegan nuevas noticias de civiles muertos o heridos en esta ciudad portuaria, donde quedan unos 50.000 residentes, de los 330.000 que vivían allí antes de la invasión rusa, en febrero de 2022.

Muchos se han acostumbrado a los bombardeos diarios desde el territorio ocupado por Rusia al otro lado del río Dniéper, que comenzaron casi inmediatamente después de que el Ejército ucraniano liberara la ciudad, en noviembre de 2022.

Sin embargo, la campaña de ataques selectivos contra civiles, que ha cobrado fuerza en las últimas semanas, representa un terror especialmente cínico, según los lugareños.

Ataques cínicos

«Los rusos pueden ver claramente sobre quién lanzan los explosivos, ya que cada dron tiene una cámara que les permite guiarlo manualmente desde una distancia de varios kilómetros y elegir sus objetivos», declaró a EFE Denís Putintsev, portavoz de la administración local de la ciudad.

Según él, cada semana se producen más de cien ataques con drones. Al menos 76 civiles han resultado heridos y cuatro han muerto sólo en septiembre a causa de los ataques con drones y los bombardeos.

Transeúntes al azar, trabajadores de ayuda humanitaria, médicos y conductores de transporte comunal se han convertido en víctimas de los ataques, que se producen con especial frecuencia en los distritos cercanos al río.

En un ataque reciente, un dron ruso lanzó explosivos sobre dos voluntarios civiles que distribuían agua a los habitantes de uno de estos distritos, causándoles la muerte.

Según Putinsev, los rusos intentaron justificar el ataque diciendo que los voluntarios llevaban chalecos antibalas.

«Todos nuestros trabajadores comunales tienen que llevar uno debido a los ataques. ¿Les convierte esto en objetivos legítimos?», pregunta retóricamente Putintsev.

En otro ataque, un adolescente resultó herido cuando se encontraba en una parada de autobús, mientras que un prestigioso oncólogo, Volodímir Tereliuk, de 61 años, murió y su mujer resultó herida después de que un dron lanzara explosivos sobre su coche.

Calles vacías

Los atentados hacen que distritos enteros queden fuera del alcance de los servicios comunales de la ciudad, afirma Putintsev.

Sólo un autobús sigue llegando a la calle central de la ciudad, Evropeiska, en medio de la «caza» de vehículos civiles que lleva a cabo Rusia, según explicó a EFE Diana Nikitiuk, de 26 años.

Antes bullicioso y ajetreado, este distrito está ahora casi vacío. El silencio se ve interrumpido por el sonido de los ataques de la artillería rusa y el zumbido frecuente de los drones.

«Por la noche es difícil conciliar el sueño cuando los drones parecen estar mirando dentro de mi habitación», dijo Nikitiuk.

Los pocos lugareños que quedan siguen saliendo al exterior. Nikitiuk se sabe de memoria su ruta, y dónde tiene que tirarse al suelo o esconderse si comienza un ataque.

Intenta no llevar ropa de color verde militar para minimizar los riesgos, pero no está segura de que esto ayude, ya que los drones rusos tienen como objetivo a civiles corrientes, mercados y tiendas.

La situación es aún peor en el suburbio de Antonivka y en el distrito de Dniprovski, donde sólo el martes una persona murió y cuatro resultaron heridas por los drones, según los medios de comunicación locales.

Resistencia

Ningún lugar parece seguro, ya que los drones se adentran kilómetros en la ciudad, afirma la psicóloga Emilia Jutkovska.

Los ataques mortales no la han disuadido de ir a trabajar a un hospital todos los días.

«Da miedo que nos persigan, pero nuestra profesión es ayudar a los que quedan, muchos de ellos ancianos», explica a EFE.

«Algunos de nuestros pacientes no tienen a nadie más que cuide de ellos. ¿Cómo podemos dejarlos solos?», pregunta.

Los ataques se intensificaron tras la retirada en junio de las tropas ucranianas de Krinkí, un punto de apoyo en la orilla del Dnipro controlada por Rusia.

Según Putintsev, los rusos utilizan drones más baratos en lugar de proyectiles de artillería. Se están haciendo esfuerzos para contrarrestarlos, pero hay demasiados.

«En lugar de disparar a las ‘moscas’ (drones), tenemos que destruir su nido al otro lado del río, subrayó. EFE

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