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Cómo puede África obtener el máximo beneficio del cacao

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Alrededor de un millón de agricultores de cacao de África Occidental no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Swissco/SWI

El 75 % de las habas de cacao que se destinan a fabricar chocolate se produce en África Occidental. Sin embargo, una quinta parte de quienes cultivan dicho cacao obtienen unos ingresos con los que poder vivir. SWI swissinfo.ch ha preguntado a cinco personas conocedoras del sector qué podrían hacer los productores de cacao de África para mejorar sus resultados.  

Alrededor de un millón de productores de cacao de África Occidental (de un total de cinco millones) no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas de alimento, vivienda, ropa, educación y atención médica. Y, al mismo tiempo —según un informe de Marketsandmarkets sobre el mercado en 2023—, casi la mitad del negocio mundial de chocolate —con un valor de unos 120.000 millones de dólares— va a parar a las arcas de empresas europeas, como Nestlé, Lindt & Sprüngli o Ferrero. Alrededor del 30 % se lo embolsan los pesos pesados del chocolate en Norteamérica y Asia-Pacífico, como Mars, Mondelez y Meiji, mientras que los países productores de cacao en África —como Costa de Marfil y Ghana— apenas reciben un 5 % de ese valor, según indican.

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SWI swissinfo.ch ha querido conocer la opinión de cinco personas suizas que trabajan en la industria del cacao y del chocolate, y ver cómo África puede reducir esta brecha y garantizar una vida digna a quienes cultivan el cacao.  

Regular la oferta 

Un problema clave, según Christian Robin, director ejecutivo de la Plataforma Suiza para el Cacao Sostenible —coalición de fabricantes de chocolate, comerciantes, minoristas, ONG y académicos—, es que África cultiva más cacao del que el mercado puede absorber. Esto significa que el equilibrio de poder tiende a recaer en los compradores internacionales y los precios del cacao siguen siendo bajos.  

“En los últimos diez años, Costa de Marfil casi ha duplicado su producción de cacao. Aunque resulte difícil, los principales países productores africanos en algún momento tendrán que gestionar mejor su oferta”, señala Christian Robin a SWI.

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Robin recomienda a los agricultores de África Occidental que diversifiquen sus explotaciones y que —para reducir su dependencia de los fluctuantes precios del cacao— cultiven otros productos. Obtener la certificación Fairtrade es otra forma de que los agricultores ganen más dinero. La certificadora suiza Fairtrade Max Havelaar les ofrece un mínimo de 2.400 dólares por tonelada de cacao en grano, lo que supone unos 300 dólares más que el precio oficial fijado por la junta del cacao de Costa de Marfil para el cultivo principal de la temporada 2022-2023. Sin embargo, no hay demanda suficiente de chocolate Fairtrade para poder aceptar a todos los cultivadores que podrían beneficiarse de esta certificación. Este chocolate certificado solo representa el 15 % de las ventas totales de chocolate suizo.

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Christian Robin, director ejecutivo de la plataforma suiza para el cacao sostenible, con agricultores de cacao en Ghana. Swissco

Costa de Marfil y Ghana, los dos mayores productores de cacao del mundo, tienen juntas de cacao controladas por el gobierno que se encargan de garantizar la calidad del cacao en grano y fijar el precio mínimo que los agricultores obtienen por su cosecha. También suministran insumos agrícolas como fertilizantes, pesticidas y plantones de cacao. Las juntas se financian con los ingresos obtenidos de la exportación de cacao en grano, de los que deben garantizar que un mínimo del 70% se destine a los agricultores.

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Yanick Lhommel, director de desarrollo empresarial de Fairtrade Max Havelaar. Fairtrade Max Havelaar

“Es alentador ver que a nuestro programa quieran adherirse tantos agricultores. Por desgracia, hay demasiado volumen de cacao certificado en comparación con lo que podemos vender en el mercado”, afirma Yanick Lhommel, responsable de desarrollo empresarial de Fairtrade Max Havelaar.

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Reformar un sistema obsoleto

“El sistema actual de encargados y terratenientes ha hecho que el sector sea disfuncional”, explica la productora de cacao suiza en Ghana Brigitte Cuendet, que en 2014 compró una explotación de 30 acres en el este del país.  

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La agricultora Brigitte Cuendet se inspira en el mercado del café boutique y pretende lo mismo para el cacao. Brigitte Cuendet

Según el sistema de encargados y terratenientes, el propietario de una pequeña parcela suele contratar a una persona para que se encargue de cultivar el cacao. A cambio, esta persona se lleva un tercio de la cosecha. Sin embargo, los terrenos son demasiado pequeños — en Ghana tienen una media de dos hectáreas— y los precios, demasiado bajos para que cualquiera de ambas partes pueda obtener una renta mínima para vivir. Además, no hay ningún incentivo real para que los agricultores puedan mejorar su situación, ya que todo el mundo cobra los mismos precios que fijan las juntas del cacao, lo que significa que el precio se basa en la cantidad y no en la calidad de los granos.

“A lo largo de los años, hemos perfeccionado nuestras prácticas postcosecha y producimos granos de una calidad que podría calificarse de cacao especial. Ahora, por supuesto, deseamos que se nos permita desarrollar nuestras propias cadenas de suministro, incluso como pequeños agricultores”, declara Cuendet.  

Esto no significa que las juntas del cacao no deban desempeñar un papel en este escenario. Cuendet está convencida de que sería beneficioso para ambas partes trabajar con pequeños fabricantes o fabricantes boutique [que producen en cantidades limitadas y con un nivel de automatización restringido]. Esta agricultora suiza se ha inspirado en un viaje que hizo a Brasil donde conoció a cultivadores de café. 

“Deberíamos seguir el ejemplo del café, donde los pequeños fabricantes se abastecen directamente de los pequeños agricultores”, indica.

Fomentar la resiliencia  

Aunque actualmente África Occidental produce más cacao del necesario, las enfermedades y los árboles viejos menos productivos amenazan el rendimiento de sus explotaciones. 

Sanja
Sanja Fabrio es la directora de desarrollo empresarial de la startup SwissDeCode. SwissDeCode

La junta del cacao de Ghana está destinando 230 millones de dólares (de un préstamo de 600 millones del Banco Africano de Desarrollo) a rehabilitar unas 160.000 hectáreas de un millón de hectáreas de plantaciones de cacao improductivas. Los cacaoteros de estas tierras eran demasiado viejos o estaban infectados por el virus de los brotes hinchados del cacao [CSSV, por sus siglas en inglés], por lo que hubo que arrancarlos y plantar árboles nuevos. En un año, el virus disminuye el rendimiento y, en pocos años, acaba con el árbol.

“El avance del virus de los brotes hinchados en África Occidental es aterrador: en tres años la superficie infectada se ha duplicado. La sequía debida al cambio climático empeorará la situación, ya que las plantas debilitadas corren más riesgo de infección transmitida por la cochinilla”, afirma Sanja Fabrio.  

Fabrio trabaja para la empresa suiza SwissDeCode que —junto con la empresa chocolatera Mars Wrigley— ha desarrollado un kit para detectar sobre el terreno el virus de los brotes hinchados. La prueba en la actualidad cuesta unos 15 francos suizos —por muestra— y puede detectar el virus en una hoja incluso antes de que los síntomas aparezcan. Dado que las plantas infectadas pueden no mostrar síntomas hasta pasados dos años, la prueba puede ayudar a detectar el problema y reducir la transmisión temprana. Fabrio espera abaratar el coste de las pruebas cuando la empresa consiga nuevas alianzas para trasladar la fabricación a los países afectados.    

“Las empresas chocolateras han mostrado interés en acceder a la tecnología, pero el siguiente nivel es normalizar el hecho de hacer la prueba. Los gobiernos locales ya están comparando nuestra prueba con la PCR [una prueba de laboratorio], y sus resultados son más que alentadores”, cuenta Fabrio.

Conocer a sus clientes

“Todos los grandes actores del sector del cacao caben en una habitación. Si solo se piensa en el precio del cacao, se tiene en contra a diez jugadores que pueden encontrar la manera de bajar el precio”, opina Anian Schreiber, director general de la empresa Koa, que tiene su sede en Suiza y vende productos derivados del cacao. Es un negocio de nicho, ya que habitualmente el fruto del cacao se desecha después de extraer los valiosos granos.     

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Anian Schreiber, director general de la empresa suiza Koa, dedicada a la venta de productos derivados del cacao. Koa

Koa se creó en 2017 con fondos propios de Schreiber y sus cofundadores. Empezó produciendo 12 litros de zumo al día, que pasaron a ser 5.000 litros diarios en una pequeña fábrica de Ghana. El año pasado, la empresa —con sede en Zúrich— consiguió reunir 10 millones de dólares de inversión para construir una nueva fábrica en Ghana, que producirá 25 toneladas diarias.    

Basándose en su propia experiencia, Schreiber recomienda a los productores de chocolate que se centren en crear valor en el país de origen; algo que solo puede suceder si conocen sus mercados clave. Además de la producción local, aconseja invertir en una entidad de comercialización en Europa o Estados Unidos para así acercarse a los consumidores finales y encontrar nuevas formas de añadir valor al cacao. 

“Ahora todo gira en torno a quién se lleva qué parte del pastel. En lugar de eso, deberían pensar: ¿A quién le gusta el pastel? ¿Puedo hacer un pastel o debería hacer una magdalena o un brownie?”, dice Schreiber. 

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Y cita el ejemplo de Niche Cocoa —el mayor procesador de cacao de Ghana— que para introducirse en el lucrativo mercado estadounidense abrió una fábrica en Estados Unidos el año pasado. En abril Niche Cocoa también ha lanzado la primera leche de chocolate embotellada de Ghana. 

Atraer a la gente joven

En Ghana, la edad media de un agricultor de cacao está entre los 50 y 55 años, según distintas encuestas independientes. Y, debido a la falta de interés de las generaciones más jóvenes, muchos de estos agricultores trabajan mientras sus condiciones físicas se lo permiten.

Conforme a lo que indica Cuendet, el cultivo del cacao se ha convertido en la actividad de último recurso y la gente joven prefiere dedicarse a otras profesiones, como enfermería, enseñanza, la Policía o el Ejército. Las condiciones desfavorables de la propiedad de la tierra y los precios del cacao —que no están en sintonía con el aumento del coste de la vida— son responsables, según ella, de que el duro trabajo que supone cultivar el cacao no resulte atractivo. 

“Para persuadir a la gente joven, las perspectivas de desarrollo empresarial que permiten una vida decente por encima del umbral de la pobreza deben ser tangibles”, señala Cuendet.

Además de más dinero, también es importante la formación. En 2016, Ghana, junto con socios internacionales, puso en marcha un programa de cinco años —Next Generation Cocoa Youth Program (MASO)— que ofreció a 10.000 jóvenes en desempleo que vivían con menos de 2 dólares al día formación en agricultura y desarrollo empresarial. Tras evaluar el proyecto —que finalizó en 2020— se constató que aquellas personas que recibieron formación tenían un 22,5 % más de probabilidades de cultivar cacao.

Texto adaptado del inglés por Lupe Calvo

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