
ONU y democracia: ¿qué papel juega hoy la organización mundial?

La retirada de Estados Unidos del orden internacional y la crisis presupuestaria que la acompaña han puesto en jaque la relación entre democracia y multilateralismo. Lo que antes parecía un vínculo natural ahora muestra fisuras: el multilateralismo, pensado para defender valores democráticos, corre el riesgo de ser utilizado por regímenes autoritarios.
«El sistema de la ONU no es perfecto», afirma Michael Møller, director general de la ONU en Ginebra hasta 2019. «Sin embargo, desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial, ha aportado un nivel único de paz, derechos y bienestar».
Møller admite que el Consejo de Seguridad genera hoy percepciones de disfuncionalidad. Sin embargo, asegura que los proyectos concretos de la ONU en educación, alimentación y desarrollo siguen funcionando bien.
Aunque, en su opinión, el impacto de algunas agencias se ha reducido en la última década, la estructura multilateral sigue siendo un motor de paz y democracia.

Sin embargo, otros consideran que la continuidad de esta historia de éxito está en peligro.
Según el informe 2025 del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia ElectoralEnlace externo (IDEA, por sus siglas en inglés), actualmente existe un «ambiente global de incertidumbre radical» en el que «las creencias arraigadas sobre la resiliencia democrática y el multilateralismo» se han visto sacudidas. El Gobierno estadounidense tiene mucho que ver en ello.
Estados Unidos, importante país donante y pilar del orden internacional desde la Segunda Guerra Mundial, se está retirando de algunas estructuras multilaterales. Por otro lado, países como China se están ofreciendo para llenar el vacío, y asociaciones multilaterales poco democráticas, como el grupo BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghái, están pasando a un primer plano.
En este contexto, la relación entre democracia y multilateralismo se vuelve incierta. Bajo nuevas condiciones, el multilateralismo podría incluso transformarse en una fuerza que debilita la democracia.
Análisis: el multilateralismo frente al debilitamiento democrático
La investigación de la politóloga estadounidense Anna M. Meyerrose aporta luces sobre esta cuestión. En un artículoEnlace externo, advierte que los países que experimentan retrocesos democráticos podrían usar las organizaciones internacionales como «caballos de Troya» para socavar la democracia. Junto con su compañero Irfan Nooruddin, analizó los resultados de las votaciones en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (CDH) entre 2006 y 2021.
El estudio se centra en aquellos países que, tras un periodo de democratización, sufren un retroceso democrático. Según sus hallazgos, estos «retrocesores» desafían al Consejo de Derechos Humanos con más frecuencia que sus contrapartes históricamente no democráticas. Los países que han perdido niveles de democracia tienden a abstenerse o votar en contra cada vez que las resoluciones apuntan a violaciones de derechos humanos en otros países.
Al mismo tiempo, estos estados critican con mayor frecuencia, a través del mecanismo de Revisión Periódica UniversalEnlace externo (UPR, por sus siglas en inglés), los déficits de derechos humanos en «democracias occidentales consolidadas», con el objetivo de cuestionar el orden internacional liberal establecido.
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Meyerrose considera que las organizaciones multilaterales son en parte responsables del deterioro democrático de muchos Estados. La actuación de las organizaciones internacionales tras el fin de la Guerra Fría «ha creado involuntariamente unas condiciones que favorecen el deterioro democrático», señala a Swissinfo. Su libro sobre este tema, «Eroding Democracy from the outside in», se publicará próximamente en Oxford University Press.
En la promoción internacional de la democracia, el énfasis se ha puesto en fortalecer los Estados y los gobiernos. Eso permitió una primera oleada de democratización, pero a medio plazo aumentó la probabilidad de retrocesos democráticos.
Otras instituciones clave para la democracia, como los partidos políticos, quedaron en segundo plano para los actores internacionales. Tras 1989, con la esperanza de que los regímenes autoritarios se abrieran, se delegó más poder a las organizaciones internacionales, debilitando al mismo tiempo los sistemas de partidos locales.
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«La negativa de EE. UU. a defender el orden liberal»
A pesar de su perspectiva más bien desalentadora, Meyerrose cree que la promoción de la democracia puede motivar a los Estados a preservar «al menos unas instituciones democráticas mínimas».
También se muestra crítica con el «aislacionismo de EE. UU.» bajo el mandato de Donald Trump: «La negativa imparable e irreversible de EE. UU. a defender el orden internacional liberal frente a sus detractores sitúa al mundo en un terreno desconocido desde el periodo de entreguerras de la década de 1930».
Meyerrose teme una mayor erosión de la coalición democrática occidental de los últimos veinte años, porque, en particular, el CDH y el sistema internacional de derechos humanos que lidera tienen cada vez menos defensores.

Así define la ONU la democracia
Como es sabido, en los órganos de la ONU están representadas tanto las dictaduras como las democracias.
En lugar de «democratización», que sería delicado, se utilizan más bien términos como «participación» o «justicia». «Pero ahora vemos cómo estos términos, ya de por sí diluidos, desaparecen de los documentos de la ONU a petición de las delegaciones estadounidenses», afirma la politóloga Christine Lutringer.
En colaboración con Laura Bullon-Cassis, Lutringer ha intentado esclarecer los puntos de conexión entre la democracia y el multilateralismo en el marco de una cooperación entre la Fundación Kofi Annan y el Graduate Institute de Ginebra.
En un informe de políticasEnlace externo resultante de esta colaboración se afirma que los derechos humanos son una condición indispensable para las sociedades democráticas. Al mismo tiempo, la democracia es también la única forma de gobierno que «permite el pleno disfrute de todos los derechos humanos».
No fue hasta 2002 cuando la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas definió la democracia, y lo hizo de una manera amplia que va mucho más allá de las elecciones periódicas: incluye las libertades personales y sociales, el Estado de derecho, así como la separación de poderes, la rendición de cuentas y la libertad de los medios de comunicación. Según la definición, los derechos humanos y las libertades fundamentales solo pueden existir en esta forma de gobierno.
Bullon-Cassis se ha dado cuenta de algo sorprendente durante las conversaciones mantenidas en el marco del proyecto: quienes participan han observado que rara vez se discute sobre la esencia de la democracia. «Especialmente en nuestra mesa redonda sobre democracia y derechos humanos, aquí en Ginebra, al margen del Consejo de Derechos Humanos, los participantes —diplomáticos y personalidades de alto rango— destacaron lo poco que suelen centrarse en la democracia cuando hablan de derechos humanos», afirma Bullon-Cassis.
¿El «minilateralismo» favorece el desarrollo de la democracia?
Sin embargo, Lutringer también ve señales positivas para el desarrollo multilateral. Por ejemplo, la Unión Africana ha adoptado recientemente una definición amplia de democracia y en Ginebra se observan señales de que los Estados más pequeños están adquiriendo mayor protagonismo y participando más activamente. Según Lutringer, ya se habla de «minilateralismo».
Si la retirada de Estados Unidos lleva a que la democracia se perciba menos como un concepto occidental, eso podría ser positivo, afirma Bullon-Cassis.
En Occidente, el ánimo entre activistas y las organizaciones no gubernamentales (ONG) es sombrío, pero en otros lugares se está produciendo un auge democrático. Lutringer recuerda que la población bangladesí derrocó recientemente a un Gobierno autoritario. Bullon-Cassis menciona Nepal, donde una votación en el canal online Discord determinó quién sería la jefa del Gobierno interino.
Al mismo tiempo, Bullon-Cassis observa que China, un país «que normalmente no se asocia con la gobernanza democrática, está asumiendo un papel de liderazgo más importante en la gobernanza global». Por el momento, no está claro si se producirá dentro del marco de la ONU o «fuera de los canales existentes del multilateralismo».

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En el pasado, se ha demostrado que las democracias eran más activas en el ámbito multilateral. «Los Estados democráticos participan con mayor frecuencia en negociaciones internacionales y en sistemas multilaterales», explica Lutringer. Aún está por ver qué consecuencias tendrá que un gran Estado democrático tome otro rumbo.
«La forma de democracia en la Asamblea General de la ONU»
Mientras que los dos científicos que colaboran con la Fundación Kofi Annan se muestran más bien cautelosos en sus argumentos, Michael Møller, miembro de la junta directiva de la Fundación Kofi Annan, está convencido de que el multilateralismo seguirá siendo un motor de la democracia.
«La ONU se encuentra en una fase de transición, se está produciendo una evolución», afirma Møller, que ha trabajado para la ONU durante más de 40 años. Sin embargo, el mundo no puede sobrevivir sin un sistema multilateral. Dada la integración del sistema estatal global, es necesaria la colaboración.
Para Møller, el proceso de intercambio en el marco multilateral es en sí mismo una contribución a la democratización. «Si se quiere, hay diferentes niveles de democracia. A nivel local, nacional y global: en la Asamblea General de la ONU en Nueva York se vive una forma de democracia en la que cada país se reúne y debate cómo abordar las cuestiones globales que deben afrontarse conjuntamente».
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Editado por David Eugster. Adaptado del alemán por Carla Wolff.

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