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El banco central aguarda el veredicto de los suizos

La iniciativa COSA quiere que las utilidades del banco central beneficien a la tercera edad. Keystone

El próximo domingo se definirá si parte de las utilidades del Banco Nacional Suizo (BNS) se destinan al seguro de vejez (AVS), iniciativa de la izquierda que rechazan la derecha, empresarios y gobierno.

Más allá de la politización, están los riesgos de debilitamiento del banco central y brotes inflacionarios hasta hoy desconocidos por Suiza.

Los primeros bancos centrales del mundo comenzaron a surgir en el siglo XVII. Curiosamente, los gobiernos europeos los concibieron como instrumento para financiar sus conflictos bélicos, no para garantizar la estabilidad de sus economías.

El Banco de Inglaterra, por ejemplo, fue fundado en 1694 para correr a cargo de los gastos derivados de la guerra entre Inglaterra y Francia; el de España (1782) para financiar la Guerra de la Independencia Americana; y el de Francia (1800) hizo lo propio con la Guerra Napoleónica.

El Banco Nacional de Suiza narra una historia muy distinta.
Enmarcada en el nuevo Estado Federal que surgió con la Constitución de 1848, Suiza se redefinía en todos los ámbitos: política interna, política exterior y economía; los cantones se fortalecían, la figura de referéndum se vigorizaba; y la Confederación se hacía cargo del monopolio de la emisión de billetes y monedas, misión que confirió desde 1908 al naciente BNS.

Viraje de rumbo

Un siglo después, los suizos habrán de pronunciarse sobre el futuro del Banco Nacional Suizo (BNS). Concretamente, decidirán si conserva su rol tradicional basado en dos mandatos centrales:
1.- Garantizar una inflación baja y conservar el valor de la moneda. Lo anterior debido a mayor incremento de los precios, mayor erosión del poder adquisitivo de la población; y a mayor debilidad de una moneda, mayor fragilidad económica.

2.- Preservar la solidez del sistema financiero al actuar como prestamista de emergencia (prestamista de última instancia) en caso de que el sistema bancario entre en colapso por ataques especulativos o vaivenes de la economía mundial.

O si abandona definitivamente el esquema típico de ‘banco de los bancos’ para asumir un rol innovador, más agresivo –hasta el momento inexplorado en Europa-, que lo compromete a financiar cada año, de forma obligatoria, una parte del Sistema de Seguridad Social Mínima, conocido como AVS.

Un añejo dilema

Antes o después, todos los bancos centrales del mundo se han enfrentado al dilema de decidir si siguen siendo o no los banqueros del gobierno.

Al respecto, el presidente del Banco Central de Chile –uno de los más sólidos del mundo-, Vittorio Corbo, citó hace apenas tres días (17.09) – en el marco de la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Singapur – que si bien históricamente los bancos centrales operaron en función de las necesidades del gobierno –a la hora de emitir más o menos billetes o manipular las tasas de interés-, durante las últimas tres décadas han redescubierto la importancia de concentrarse en la función de garantizar la estabilidad de precios.

Una inflación baja facilita el crecimiento económico y el bienestar de la población. En consecuencia, una inflación elevada genera el mismo fenómeno a la inversa. De ahí que promover la existencia de bancos centrales autónomos -impedidos legalmente para financiar las operaciones del fisco- es indispensable, afirmó.

El discurso de Corbo es validado por los premios Nobel de Economía 2004, Finn Kydland y Edward Prescott, quienes fueron galardonados justamente por su aportación a la política monetaria.

Los economistas defienden la existencia de bancos centrales ‘apolíticos’ e independientes. Ajenos totalmente al riesgo fácil de ser mecenas de procesos electorales de gobiernos dilapidadores o de Legislativos irreflexivos que los obliguen a financiar déficit públicos o proyectos que saben bien que irán a fondo perdido.
La razón: el debilitamiento de un banco central, en su calidad de pilar de toda economía, es prácticamente irreversible, y hace a su economía vulnerable.

El escenario suizo

El envejecimiento de la población helvética es una realidad, no una hipótesis, y en consecuencia, el futuro del seguro de vejez (AVS) es incierto. En la pirámide poblacional actual, los trabajadores en activo apenas logran financiar las pensiones de los jubilados.

Grosso modo, hoy cuatro quintas partes de los ingresos del AVS son aportados por las cuotas de los asegurados y por los empresarios; y el resto por los poderes públicos.

Adicionalmente, y sin entrar en tecnicismos, están las reservas del AVS de las que se tendrá que echar mano cuando el AVS sea abiertamente deficitario.

Un dato: el año pasado los ingresos del AVS sumaron 33.700 millones de francos, y los gastos 31.300 millones, lo que teóricamente evidencia un saldo a favor. El problema es que el Seguro por Invalidez (AI) también es cobrado del mismo fondo, y éste ha registrado pérdidas consecutivas durante casi una década.

La situación no hará sino agravarse, y un AVS deficitario tendrá que recurrir a las reservas que hoy tiene, mismas que se agotarían en sólo 10 años. El riesgo de colapso está ahí, pues, inminente, para el año 2020.

El 24 de septiembre, clave

Suiza, como en casi todos los ámbitos, se encuentra en una situación diferente a la que plantean los premios Nobel o el banquero central chileno.

No son ni el gobierno ni el Legislativo los que han definir el nuevo destino de sus utilidades, sino los suizos. Para enfrentar el problema de financiamiento del AVS existen varias propuestas sobre la mesa actualmente:

La Confederación Helvética propone simplemente extender la edad de jubilación más allá de los 65 años. Si la esperanza de vida aumentó en Suiza (a más de 80 años, el nivel más elevado de Europa), por qué no habría de hacerlo la vida productiva, afirma.
Sin duda, dicha propuesta genera reticencia en los sindicatos, muchos trabajadores, pero cuenta con el apoyo de los empresarios.

Un segundo escenario –defendido por la derecha- es reducir las prestaciones del AVS y aumentar el IVA. Un impuesto impopular, pero que todo mundo paga, así que se refleja pronto en las arcas públicas.

Y el tercero es el que se vota el próximo domingo (24.09.), la llamada iniciativa COSA (Comité para el Seguro del AVS), propuesta por la izquierda suiza, que plantea destinar parte de las utilidades del banco central a financiar el AVS.

A su juicio, si las utilidades del banco central forman parte de la riqueza intrínseca de los suizos, ¿por qué no habrían de echarse mano de ellas ahora que son necesarias?

Los patrones, la derecha y el gobierno están en contra de la propuesta. Aseguran que desequilibraría a la economía, provocaría elevadas tasas de interés y golpearía a las economías familiares.

Más allá de los argumentos políticos –todos válidos desde la perspectiva en la que son enunciados-, existe un problema adicional: transferir utilidades del BNS al AVS tampoco representaría una solución definitiva para las jubilaciones.

Las apuntalaría 10 o 12 años, pero después el problema regresaría y de forma más aguda, porque la población no dejará de envejecer. El sistema de jubilaciones, pues, tiene obligatoriamente que reestructurarse.

Experiencia internacional

La totalidad de los bancos centrales del Viejo Continente operan de la mano del Estado, pero con misiones claramente definidas.
Son responsables de la emisión de billetes y monedas; de definir el nivel de las tasas de interés; y son prestamistas de última instancia.
Su misión global es garantizar la solidez de sus economías.

Con respecto a sus utilidades, prácticamente la totalidad reinvierten sus ganancias en las reservas internacionales. Primero, porque varían de un año a otro, hay periodos de vacas flacas y de vacas gordas, y son el respaldo o ‘colchón’ del que disponen en caso de emergencia.

Un caso de excepción lo constituye Bélgica, en donde el banco central destina la quinta parte de sus utilidades a ‘proyectos de interés general’, pero para evitar la politización de los fondos, se dejó de lado al gobierno y a los legisladores, y se constituyó un consejo de notables en economía dentro de Bélgica que gozan del prestigio y reconocimiento de la población. Ellos son los responsables de decidir el destino de los fondos.

Por otra parte, en América Latina existe el único ejemplo en el mundo de un banco central que hace lo que hoy se propone para Suiza, se trata del Banco Central de Venezuela.

Este último tiene el mandato constitucional –reformado por el gobierno de Hugo Chávez- de permitir que las utilidades de la banca central se canalicen a proyectos de inversión, a desarrollo petrolero, construcción de viviendas o proyectos industriales, etcétera.

Una iniciativa que ha sido altamente cuestionada en su país, pero cuya validez sólo podrá ser realmente evaluada en 20 o 30 años, cuando sea evidente si debilitó o no a la economía, y si la vulnerabilidad del banco central pasa factura.

Llenos de argumentos a favor y en contra, los suizos tendrán que decidir que deben hacer con ‘la gallina de los huevos de oro’.

swissinfo, Andrea Ornelas

El AVS –seguro de vejez- es de carácter obligatorio, financiado en 80% por las cotizaciones de los trabajadores y de los patrones; y en 20% por fondos de la Confederación Helvética y de los cantones.

Permite a los empelados de 64 y 65 años, varones y mujeres, respectivamente, disfrutar de una pensión.

Suiza constituye ya un caso de excepción en el mundo al destinar las ganancias de su banco central a la Confederación (66,6%) y a los cantones (33,3%), para referirlos a gasto de inversión (proyectos en agricultura, industria, etc.).

Canalizar los fondos al AVS implicará enviarlos a gasto corriente, es decir, que no generará un flujo de regreso.

Uno de los riesgos de gastar las utilidades de un banco central, en lugar de reinvertirlas, es la pérdida de credibilidad que entraña el citado banco.

Las utilidades del Banco Nacional Suizo (BNS) son inciertas. En 2005 ganó 12.800 millones de francos, y un año antes apenas 400 millones.

Actualmente, el 17% de la población suiza tiene más de 65 años; y en 2030 habrá un trabajador activo por cada 3 jubilados.

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