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El «profe» suizo de niños minusválidos colombianos

Pascal Affolter, alegre entre los niños colombianos (swissinfo) swissinfo.ch

El zuriqués Pascal Affolter ha organizado, con apoyo de una Fundación, una escuela para niños minusválidos de los barrios probres de Cartagena, Colombia.

Tras años de esfuerzos y voluntariado vive felizmente rodeado de 180 alumnos.

Pascal Affolter debió permanecer sólo dos años bajo ese sol intenso. Pero el zuriqués – impecablemente vestido de blanco-, encontró una nueva familia en el sofocante calor de Cartagena, en la costa del Caribe colombiano.

“Aquí trabajo desde las seis de la mañana hasta la caida de la noche”, señala ante una media docena de viviendas de Aluna, el centro para niños especiales que dirige. “Y soy feliz”, sostiene.

Alrededor suyo deambulan en las instalaciones unos 180 alumnos – niños con deficiencias mentales o jóvenes rechazados por el sistema escolar-, la mayoría proviene de barrios pobres.

Seis escuelas

Cuando desembarcó en la vieja ciudad colonial, en 1996, el entonces educador de 25 años de edad sólo debía dictar cursos de formación continua. Fue invitado por quien fuera su profesor, Hermann Siegenthaler, creador de una fundación para el desarrollo de la pedagogía especializada en Colombia.

“Si tienes tiempo libre perfecciona tu español, aprende a tocar la guitarra y aprovecha…” se limitó a recomendarle su maestro. Ese viejo alumno, que hoy domina perfectamente los idiotismos colombianos, ha ido más lejos. Desde su llegada constató las carencias de la educación y la miseria de los barrios marginales.

Tomó la iniciativa. El gran europeo con coleta de caballo salía los fines de semana a construir un colegio en un pueblo de pescadores. Lo hizo contando con mil francos reunidos por niños suizos.

En una zona donde apenas se sabe si habrá comida en el día “era necesario convencer a los habitantes que debían trabajar gratuitamente para el futuro de sus hijos”, recuerda.

Después olvidaría los cursos de formación contínua y contraería matrimonio con Nidiana “una colombiana, por supuesto”. Desde entonces ha participado en la construcción de seis escuelas. Aluna, a la cual se dedica ahora, es la que más aprecia.

Aluna

En la loma de un barrio popular, sesenta empleados brindan hoy a los alumnos de distintas edades una educación adaptada y grautita para los más pobres.

Salvo los minusválidos, varios de ellos crecieron en las calles y fueron expulsados de todas las escuelas públicas; otros huyeron de la guerra civil que persiste en los campos rurales. “Los profesores les enseñan aquí sólo haciéndose obedecer con la palmeta”, deplora el zuriqués refiriéndose a ciertos métodos de enseñanza.

Aluna, financiada por la Confederación Helvética e instituciones o empresas colombianas y extranjeras, representa años de esfuerzos de él y de la fundación de su viejo maestro.

Este primer centro, al que los alumnos comenzaron a llegar desde 1998, corre el riesgo de desplomarse a causa de un desprendimiento de tierra. Para evitar eso, Pascal Affolter pasa horas tocando puertas. Ha obtenido el apoyo de diplomáticos, empresarios, de una primera dama de la República y del director del Concurso nacional de belleza…

Gracias a ello lograron comprar el terreno, en diciembre de 2001. Falta construir. Toma el avión y pide a los jefes de empresa en Bogotá un poco de tiempo y vuelve con un enladrillado o con regalos en especias…

“Gracias a eso y al trabajo de los padres que son albañiles hemos contruido con un 25 % menos”, explica el profesor mientras sus ojos brillan detrás de sus gafas redondas.

El mejor colegio de la ciudad

Hoy en día, algunos de sus alumnos se han convertido en asistentes de los educadores, otros ponen en marcha un taller de cocina y todos se detienen para saludar a su director: “Profe, ¿cuándo vas a contruir un jacuzzi?”, dice Jorge, un adolescente afectado por un autismo leve, antes de volver a recitar su último trabajo: “El avaro” de Moliére, adaptado al argot de Cartagena.

“Nosotros no estamos para corregir sus faltas, sino para desarrollar sus capacidades”, explica Affolter deteniéndose más tiempo en una de las salas para abrazar a un niño. Es su hijo de seis meses. No tiene ninguna deficiencia mental y crece junto con los alumnos de Aluna en “el mejor colegio de la ciudad”


swissinfo, Vincent Taillefumier
(Traducción y adaptación : Juan Espinoza)

Pascal Affolter ha participado en la construcción de seis escuelas en la región de Cartagena.

Llegó hace 8 años y dirige hoy un centro de educación especializada, gratuito para los más pobres.

En Colombia, los minusválidos de familias pobres no suelen recibir educación alguna.

Los niños de la calle o que huyeron de la violencia de la guerra civil son a menudo excluidos de la educación pública.

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