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El Hogar suizo tomado

El personal del hogar Suizo de Ancianos de Buenos Aires se quedó sin empleo. swissinfo.ch

La historia del cierre del Hogar Suizo tiene otra parte lamentable además de la pérdida de una institución histórica que se forjó con la labor y la solidaridad de los inmigrantes helvéticos en la Argentina, y es la pérdida de una fuente de trabajo.

A la hora de pasar a liquidación empleaba a 22 personas, muchas de ellas con varios años de antigüedad brindando servicio a los abuelos.

El número de empleados era casi igual al de los internos (24), lo que tornaba casi imposible mantener la estructura.

Es que los ancianos de geriátrico demandan gran cuidado y atención permanente, algo que sólo puede cumplirse con un elevado número de personal.

Situación y reclamo de los empleados

Actualmente, cuatro ex empleadas se encuentran ocupando por la fuerza una parte del edificio –ubicado en Chilavert, provincia de Buenos Aires-, en reclamo del pago de lo que se les adeuda. Los otros salieron para buscar trabajo y atender a sus familias, aunque siguen activos en el reclamo.

swissinfo quiso conocer la visión de las ex empleadas que se encuentran ocupando el Hogar, y conversó con Alicia Bello y Marta Tello, dos de las mujeres que, mientras tejen batitas, escarpines y pullóveres para vender “y hacer algún dinero”, esperan que se llegue a un acuerdo conviviendo en el ala de la enfermería, “porque lo demás lo obstruyeron todo” y no tienen acceso.

Alicia Bello tiene 51 años y trabajó en el Hogar durante nueve años y medio como enfermera. “Nunca se nos dijo que se cerraba el Hogar. Nosotros preguntábamos qué iba a pasar porque veíamos que no internaban gente y nos debían aguinaldos, pero nos decían que todo se iba a solucionar, pero nosotros pensábamos que se iba a cerrar”, asegura.

“Finalmente un día nos dijeron que no nos retiráramos porque iban a presentar al nuevo liquidador. El 8 de marzo nos dijeron que nos fuéramos a nuestras casas, que nos iban a mandar el telegrama de despido. Entonces, frente a la situación, algunas compañeras decidimos quedarnos”.

“Tejiendo ilusiones”

“La mayoría de nosotros somos cabeza de familia y tenemos que seguir manteniendo la casa y los hijos. Por eso algunos compañeros salieron a buscar trabajo, aunque no se consiga. Las que nos quedamos acá tejemos y vendemos lo que hacemos, a la gente que pasa, o se lo damos a nuestras familias para que lo vendan”, relata Bello, y agrega:

“Acá estamos del lado de adentro de un alambrado. No podemos salir porque si lo hacemos no nos dejan entrar más. La vocera salió con un permiso del liquidador y luego no la dejaron entrar, por lo que se quedó del lado de afuera. Con nuestras familias y compañeros nos hablamos, pero a través del alambrado”

“Acá adentro es como si estuviésemos en una casa. Convivimos, limpiamos, comemos las cuatro juntas y esperamos. Tejemos ilusiones. Porque nosotros lo que queremos es irnos con nuestra plata porque sabemos que va a ser muy difícil conseguir trabajo. Nosotros tenemos nuestros abogados y ya les dijimos que no nos vamos a ir de acá hasta que cobremos”, concluye.

La esperanza de seguir trabajando

Las otras compañeras que están en el Hogar son Nelly Borges, de 54 años y ocho años trabajando en el lugar; Lisa Holzfurtner, con casi cuatro años de empleo y Martha Tello, de 60 años y también cuatro de antigüedad.

Tello trabajó como franquera al principio hasta que quedó como maestranza. Hoy se muestra esperanzada: “Nosotras estamos esperando que se resuelva esto pronto para poder continuar con el trabajo o ver qué hacemos. Pero tenemos que seguir esperando”.

“Lo que más quisiéramos es que el Hogar se vuelva a abrir y que podamos todos seguir trabajando. Nosotros estamos acostumbrados a este lugar, conocemos todo, y quisiéramos volver a estar como antes. Además extrañamos a los abuelos”, dice.

Aunque saben que la intención de la Comisión Liquidadora y de la Embajada es poder pagarles todo lo antes posible, desconfían. Tienen miedo que el cobro se demore y tienen miedo de enfrentarse a la búsqueda de un empleo en un país que actualmente tiene uno de los índices de desocupación más altos de su historia.

swissinfo, Norma Domínguez, Buenos Aires

El Hogar cerró por falta de solidaridad de los mismos suizos.

A la hora de pasar a liquidación, empleaba a 22 personas, muchas de ellas con varios años de antigüedad brindando servicio a los abuelos.

El número de empleados era casi igual al de los internos (24), lo que tornaba casi imposible mantener la estructura.

Alicia Bello tiene 51 años y trabajó en el Hogar durante nueve años y medio como enfermera.

Las otras compañeras que están en el Hogar son Nelly Borges, de 54 años y ocho años trabajando en el lugar; Lisa Holzfurtner, con casi cuatro años de empleo y Martha Tello, de 60 años y también cuatro de antigüedad.

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