El riesgo de deportación, un temor omnipresente entre los refugiados sirios en el Líbano
Ana María Guzelian
Beirut, 8 jun (EFE).- Un día un santuario para los refugiados que huían de la crudeza de la guerra en Siria, el Líbano se ha convertido en una pesadilla para muchos de ellos en medio de deportaciones forzosas y una nueva campaña para promover el retorno a su país.
Hace apenas un mes, las autoridades libanesas anunciaron nuevas medidas contra los refugiados sirios, incluidas restricciones a la obtención de permisos de residencia, a la vez que intensificaron sus «redadas, desahucios colectivos, arrestos y deportaciones», según Amnistía Internacional (AI).
Ahmad (nombre ficticio) acudió a la Seguridad General Libanesa para renovar su residencia en el Líbano, pensando que el proceso le protegería de las redadas que las fuerzas han estado haciendo en algunos campamentos de refugiados sirios y le ayudaría a mantener «a salvo» a su familia.
Según explicó su madre a EFE, durante la visita Ahmad recibió la «tarjeta verde» que indica que su permiso está en proceso, pero cuando llegó a casa recibió una llamada de la Seguridad General pidiéndole que regresara porque había un «error» en sus documentos.
A su llegada de vuelta a las oficinas, los agentes le estaban esperando con esposas y una venda para colocarsela en los ojos.
En tierra de nadie
«Tenía todos su documentos, el patrocinio (de su empresa) y el dinero para renovar su residencia (…) Fue encarcelado durante 17 días en la Seguridad General, pese a que le dijeron que su expediente estaba limpio», relató la progenitora del refugiado.
Durante esas más de dos semanas, la mujer trató de llevarle comida o dinero, pero lo le permitían verle. Finalmente, un buen día recibió una llamada de su hijo en la que la informaba de que había sido deportado a Siria.
Le dejaron en tierra de nadie en la frontera, donde asegura que muchos se quedan varados sin que ni las autoridades libanesas ni las sirias les dejen entrar.
«Él era el sustento de nuestra familia al completo y de sus hijos (…) Ahora me llevo a mi nieta pequeña de 7 años conmigo a la granja de 4 de la mañana al mediodía para que después pueda ir a la escuela. Así es su vida para poder pagar el autobús escolar», lamentó la madre de Ahmad.
Otro hombre quincuagenario residente en Siria relata una historia con un final si cabe peor, la de su sobrino Rida (nombre ficticio), quien había huido al Líbano en 2020 en busca de seguridad tras desertar el Ejército sirio un año antes.
Rida había sido asignado para luchar en el noroeste de Siria, pero iba en contra de sus valores «matar a gente inocente, causar daño y ser cómplice de los crímenes del régimen sirio», en palabras de su tío.
Sin embargo, después de buscar refugio al otro lado de la divisoria, acabó siendo arrestado en un puesto de control en Trípoli (norte) mientras trabajaba distribuyendo productos a varias zonas del Líbano y siendo entregado, de vuelta, a la Policía militar siria.
Según cuenta su tío a EFE, la familia tocó a muchas puertas tratando de ubicarle, pero todos los órganos de seguridad sirios negaban que estuviese bajo su custodia. Hasta que finalmente contrataron a un abogado y presentaron un caso de «desaparición forzosa».
«Sabíamos que las autoridades libanesas habían entregado a Rida a la autoridades sirias a través del cruce de Homs, pero durante un tiempo no supimos en qué sucursal de seguridad le tenían en Siria», explicó el hombre, al agregar que apenas un mes después de su deportación ya estaba en la cárcel.
Antes de acabar en la infame Prisión de Sednaya, a las afueras de Damasco, el refugiado pasó por diversas sucursales, incluida una en la que fue sometido a «tortura» hasta el punto de que «su cara quedó irreconocible», aseguró su pariente.
Un problema recurrente
El abogado libanés Mohammad Sablouh trabaja sin descanso para defender los derechos de los refugiados sirios. Su teléfono suena constantemente con llamadas de familias angustiadas y compañeros que le piden novedades sobre algún caso urgente.
Aunque el problema de las deportaciones no es nuevo, el letrado es consciente de que el «racismo» ha crecido contra la comunidad siria y de que hay «presión» en relación a su presencia en el Líbano.
«La legislación libanesa dice que el derecho a la deportación proviene de una decisión judicial o de una decisión considerada cuidadosamente por el director general de Seguridad Pública», explicó a EFE.
«El Líbano es signatario de acuerdos internacionales, incluyendo la Convención contra la Tortura y el artículo tres de esa convención, que es vinculante y dice que el Líbano tiene prohibido deportar a nadie que pueda ser sometido a tortura en su propio país», agregó el abogado.
Diversas ONG han denunciado que el retorno a Siria no es seguro por las represalias que puedan tomar las autoridades locales contra quienes abandonaron el país.
Sablouh mantiene que aunque el Ejército libanés no tiene derecho a deportar, lo hace con todos los pasajeros sirios cuando frustra la salida de una embarcación ilegal desde sus costas.
«Pudimos parar varios casos de deportación (…), pero estos son los casos que conocemos. ¿Cuántos más han sido entregados al régimen sirio?», concluyó. EFE
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