Experta: «El proyecto migratorio de los senegaleses en Europa no es quedarse»
María Rodríguez
Dakar, 16 dic (EFE).- La migración hacia Europa de los senegaleses, cuya comunidad supera las 80.000 personas en España, es circular, espontánea y no de establecimiento, explica a EFE durante una entrevista en Dakar Amparo González-Ferrer, subdirectora de Análisis Migratorio en la Secretaría de Estado de Migraciones de España.
Se trata de una realidad poco conocida, pero que es necesario tener en cuenta para el diseño de las políticas públicas migratorias, advierte González-Ferrer, que también es investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
«Una particularidad de los flujos migratorios senegaleses y de África occidental que se pasa por alto muy a menudo en Europa, mucho más condicionada por otro tipo de inmigración que sí que ha sido de establecimiento, es que la gente circula de forma espontánea y no quiere perder el vínculo con su país de origen», dice la experta.
REGRESO TRAS CUATRO AÑOS
La mayoría de los senegaleses deciden regresar a su país voluntariamente en una media de cuatro años, si bien hay dos perfiles distintos, explica González-Ferrer, basándose en los datos recogidos por el Proyecto TEMPER, una encuesta financiada por la Comisión Europea en varios países y dirigida por ella.
Mientras un perfil de migrante se caracteriza por varios viajes al año, pasando unos cinco o seis meses en España y el resto en Senegal en la denominada «migración circular espontánea», el otro supera los cinco años de estancia que se requieren para adquirir la residencia permanente.
«Ni mucho menos el perfil dominante de la migración senegalesa en España y en Francia actualmente es el de la persona que se queda para siempre», asegura la experta, pero las políticas migratorias europeas y españolas han optado por una regulación basada en ese modelo.
«Es un error (…) pensar que con un único sistema podemos gestionar cualquier tipo de flujo migratorio. Lo que se requiere (…) es una regulación flexible que dé cabida legal a distintos patrones, a distintos tipos de trayectoria migratoria», señala la investigadora.
La comunidad senegalesa es de las más numerosas entre los migrantes que tratan de llegar a España de manera irregular con cayucos, lo que llevó en 2006 a la Guardia Civil y la Policía Nacional españolas a establecerse en el país africano como parte de un dispositivo hispano-senegalés de patrullas mixtas para controlar los flujos migratorios.
MIGRACIÓN Y ASPECTOS CULTURALES
Uno de los argumentos de los jóvenes que deciden lanzarse al mar es la dificultad de obtener visados para migrar de manera regular, un proceso obstaculizado por el contraste cultural entre la tradición oral y la ausencia de registro al nacer, por un lado, y el requerimiento de mucha documentación, por otro.
A esto se añade la solicitud de una cuenta bancaria en una región donde la tasa de bancarización es baja y la exigencia de una capacidad económica que supera el salario medio en Senegal y la región.
Para González-Ferrer, «idealmente» debería adaptarse la política de visados a la realidad de estos países, «pero en la práctica no resulta factible» por las limitaciones en las naciones de destino.
«Un cuerpo de funcionarios más amplio permitiría tramitar la documentación con mayor agilidad e incluso plantearse de forma seria la posibilidad de adaptar determinados requisitos a las condiciones de los países de origen, pero por desgracia hay que admitir también la escasez de recursos humanos en el momento actual», afirma.
Según la experta, el viaje no es solo visto como un rito de paso a la edad adulta en Senegal y África occidental, sino también en Europa, donde los programas de movilidad son considerados «un elemento central hoy en día en la formación» de la mayoría de jóvenes.
«Resulta un tanto chocante que no tengamos la misma apertura de miras para los jóvenes de otros países que están fuera de la Unión Europea», continúa González-Ferrer.
Para la investigadora, esto se debe a que «en el fondo partimos de la presunción de que, como las condiciones de vida en muchos de estos países son inferiores a las nuestras, la gente no va a querer volver».
«Pero lo que demuestran los datos que recogemos es que, cada vez más, hay gente que lo que quiere es mantener abierta la posibilidad de ir, pero no instalarse definitivamente en Europa», concluye. EFE
mrgz/lbg/rf
(foto)
© EFE 2022. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.