
Reunidas las joyas medievales de la catedral de Basilea

Por primera vez en 150 años se podrá admirar el tesoro de la catedral de Basilea en su conjunto. La exposición en el Museo Histórico Barfüsserkirche reúne 80 objetos medievales de gran valor y belleza.
Sobrevivió a las olas de peste, al gran terremoto de 1356, a guerras, a iconoclastas y a la reforma protestante. La catedral de Basilea es una de las pocas que ha podido conservar su tesoro de la edad media en su totalidad.
El tesoro basilense, como lo conocemos hoy, tiene sus raíces en el siglo XI. En el año 1006, el emperador Enrique II adquirió la ciudad de Basilea, ya un centro político y económico importante. Empujó la construcción de la catedral y donó poco a poco varias obras a esta iglesia.
A consecuencia de la canonización del emperador en 1146, el episcopado basilense aumentó el tesoro con numerosas reliquias del santo Enrique y su esposa Kunigunde.
Cada año se celebraba el día de Enrique el 13 de julio con una gran procesión religiosa y una fiesta popular para los ciudadanos. El pacto de Basilea con la Confederación Helvética en 1501 también se firmó este día, exponiendo el tesoro en el altar mayor de la catedral.
No es entonces por casualidad que la magnífica exposición en el Museo Histórico se inaugura un 13 de julio, al celebrarse a la vez el 500 aniversario de la entrada de Basilea en la Confederación Helvética.
Parece un milagro que el valioso tesoro no fue destruido en 1529, cuando la reforma protestante llegó a Basilea. El hecho de que esta ciudad, conocida como centro de la teología protestante, preservó la vasta colección de reliquias y vasijas durante tres siglos es único en la historia occidental.
Más devastador que las guerras religiosas fue la división del cantón de Basilea en dos partes en 1833. El tesoro de la catedral se repartió según criterios demográficos: la ciudad se quedó tan sólo con un tercio de los ejemplos maestros de los cáliz, custodias y cruces que la magna iglesia poseía.
Mientras la ciudad de Basilea logró preservar su parte del tesoro, la provincia pobre y necesitada vendió los objetos adquiridos por la división. Coleccionistas y comerciantes de arte de todo el mundo participaron en la subasta.
Hoy día, partes del tesoro basilense se pueden ver en los museos de San Petersburgo, Londres, Nueva York, París, Zúrich, Viena, Berlín y Ámsterdam.
Los responsables del Museo Histórico de Basilea y del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde la exposición se pudo ver esta primavera, trabajaron cinco años para poder reunir los 80 objetos que ahora lucen en su lugar de origen.
Las obras expuestas, en su mayoría de oro puro y decorados con piedras preciosas, son de una calidad artística excelente. En toda Europa se consideran ejemplos raros de la orfebrería medieval.
Única gota de hiel para los curadores: no lograron traer el famoso retablo del altar de oro, que se encuentra en París. Su valor es tan grande que ninguna compañía de seguros quiso arriesgarse.
Franziska Nyffenegger, Basilea

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