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Hooligans en los Balcanes: un ejército al servicio de políticos y narcos

Jesús Calero

Viena/Belgrado, 10 jul (EFE).- La combinación entre hinchas radicales de fútbol y violencia es universal, pero en los Balcanes algunos grupos de «hooligans» están al servicio de partidos políticos que les ofrecen a cambio impunidad para traficar con drogas, revela un reciente estudio internacional.

El vínculo entre hinchas violentos, política y crimen organizado tiene su origen en los años previos al comienzo de la violenta desintegración de Yugoslavia en los años 1990, señala el informe «Juegos peligrosos. Hinchas de fútbol, política y crimen organizado en los Balcanes occidentales».

Fue entonces «cuando el amor por el fútbol se transformó en odio étnico, y los estadios en el ecosistema para la convivencia de la corrupción y el tráfico de drogas», señala la «Iniciativa Mundial contra la Delincuencia Organizada Transnacional» en su reporte.

A cambio de proporcionar «músculo» a los políticos, los grupos radicales reciben inmunidad judicial, que utilizan para establecer vínculos con las redes de narcotraficantes que operan en los países balcánicos.

Según el informe, los vínculos de estos hinchas radicales con la política en países como Serbia son comparables «a las redes de influencia de la Camorra en Italia o las Barras Bravas en Argentina».

PRIMEROS CONTACTOS

«Al estallar la guerra de los Balcanes, Slobodan Milosevic (el entonces autoritario presidente serbio) reclutó a hinchas violentos del Estrella Roja como paramilitares, estableciendo los primeros vínculos entre política y hooliganismo», indica a Efe Sasa Djordjevic, uno de los autores del informe.

La Iniciativa Mundial, un organismo independiente con sede en Ginebra, asegura que de las 122 hinchadas analizadas 78 están clasificadas como «grupos ultra y 21 participan asiduamente en actos violentos y tienen vínculos con la política o el crimen organizado».

En países como Bosnia Herzegovina, dividido por etnias, ser serbio, croata o musulmán es decisivo a la hora de a qué club se apoya. En la ciudad de Mostar, por ejemplo, los musulmanes son predominantemente del Velez y los croatas del Zrinjsk.

La frontera es además ideológica: la camiseta roja del Velez simbolizaban la lucha antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que el Zrinjsk se asocia con el ideario nacionalista del Estado fascista croata aliado de los nazis.

En 2021, por ejemplo, aficionados del Zrinjski atacaron a los del Velez durante el ramadán.

JÓVENES SOLDADOS

Los miembros más jóvenes de los grupos de hinchas radicales admiran a «hooligans» famosos como Veljko Belivuk, líder de la organización Principi Ultra, asociada al Partizan de Belgrado, y uno de los narcotraficantes más famosos de los Balcanes.

«Muchos chicos crecen en entornos frágiles y se unen a los hooligans para ganar dinero vendiendo drogas y por el sentimiento de pertenencia», señala Ruggero Scaturro, otro de los autores del informe.

«Los traficantes aprovechan esa falta de referentes para convertirse en sus mentores y los utilizan como camellos, al ser tratados con más indulgencia por la Justicia por su minoría de edad», agrega.

En sus ceremonias de iniciación, los jóvenes demuestran su lealtad apuñalando a un extraño o haciendo sangrar en una pelea a otro miembro del grupo para «generar confianza».

«Si el joven se mete en problemas legales, la familia recibirá ayuda económica del grupo, y si es bueno movilizando a nuevos miembros, ascenderá rápido en el escalafón», señala el informe.

Ese ascenso implica recibir encargos lucrativos, como vigilante de seguridad en eventos deportivos, mítines políticos o clubes nocturnos, o incluso de actividades delictivas como la extorsión y el chantaje.

CORRUPCIÓN POLÍTICA

En Serbia, los mismos grupos radicales surgidos de clubes de hooligans que participaron en las guerras en la desaparecida Yugoslavia, actúan ahora como «mafias de alquiler» para políticos locales, a cambio de contratos para sus líderes, que controlan empresas de seguridad privada.

El informe cita a Dusko Vujosevic, un conocido entrenador de equipos de baloncesto en Serbia, Montenegro y Bosnia, quien acusa al presidente serbio, el propio nacionalista populista Aleksandar Vucic, de emplear a hinchas como su «ejército privado».

Así, los miembros de los Janicari, una peña radical del Partizan, habrían proporcionado a Vucic protección en una de sus tomas de posesión y habrían sido usado por el Gobierno serbio para «sofocar las protestas contra el estado de emergencia y el toque de queda durante la pandemia».

«Los hinchas trabajan para partidos con los que simpatizan ideológicamente, y sus líderes utilizan esas relaciones políticas para retrasar sentencias en su contra o para reforzar su influencia en el país», concluye Djordjevic. EFE

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