Jean Sénac, el poeta asesinado en Argel que «quería morir como Lorca»
Argel, 1 abr (EFE).- El asesinato en Argel del poeta que «quería morir como Lorca», Jean Sénac, no fue político, asegura en entrevista con EFE el escritor argelino Hamid Grine que acaba de publicar una investigación sobre este intelectual de origen español, abiertamente homosexual y cercano a Albert Camus.
Grine lo conoció personalmente en 1972, cuando el poeta leía versos de Neruda en la Radio Argelina. Admirado por su voz, le decepcionó su «imagen de vagabundo», la de un «hombre que excedió su propia locura» por eso tituló el libro «Sénac y su diablo», que era «él mismo».
Cuando el poeta fue misteriosamente asesinado en 1973 en su casa de Argel, Grine sintió «pena» y comenzó a indagar en su biografía, a hablar con sus conocidos, hasta construir un perfil político, humano y literario que desmonta las especulaciones en torno a su muerte.
Decían que «Sénac fue asesinado por islamistas o por la seguridad militar, pero mi investigación desvela que no fueron los primeros, porque todavía no estaban», ni era un opositor, ya que «apoyaba la revolución argelina y a (el presidente Houari) Boumediene, ¿por qué lo iban a matar?».
Un francés de Argelia, un poeta argelino
Sénac nació en 1926 en la Argelia colonizada por Francia, en el pueblo de Beni Saf con extensa población española. De padre desconocido y «de madre, señora de la limpieza, igual que la madre de Albert Camus», compartió con el premio Nobel de Literatura la admiración mutua.
«Gracias a Camus, Sénac escribió y editó su primer poemario que se llama ‘Poemas’. Le debe todo y no solamente introducirle en la literatura sino que le daba dinero, porque Sénac nunca tenía nada», describe el autor, exministro argelino de Comunicación.
Pero a diferencia de Camus (1913-1960), considerado un francés que «jamás» habría vivido en una Argelia independiente y calificaba a los árabes como «el extranjero» (título de su conocida obra), Sénac se asentó en Argel meses después del fin de la guerra y destacó entre las letras argelinas de entonces.
«Durante la guerra de liberación (1954-1962) fue con la causa argelina. Su diario es testigo. Escribió poemas en honor de la revolución argelina. Fue un escritor comprometido», detalla Grine al tiempo que desconoce el porqué pasó ocho años en Francia durante este periodo.
A través de las ondas, Sénac dio a conocer los versos de los jóvenes creadores del nuevo país, y también los de Federico García Lorca, el poeta que idolatraba, «hasta el punto de querer morir como él».
Sin esconderse
En 1971, el poeta, considerado argelino aunque nunca obtuvo la nacionalidad, fue despedido repentinamente de la radio lo que alimentó las tesis en torno a una persecución política.
Hasta que «Ahmed Agoumi (actor argelino) contó en la emisora France Culture que el comisario que le interrogó le acusó de no tener vergüenza por decir en antena ‘mi esperma caliente sobre el cuscús’», un verso que le llevó al ostracismo.
Porque Sénac era excesivo.
«Su hijo adoptivo me lo confirmó, que pedía a su padre volver (por las noches a casa)», recuerda Grine que aquel le decía a Sénac: «lo que estás viviendo es peligroso. Tú eres infeliz en tu vida sentimental porque fuiste rechazado y ligas con todo, te juntas con tres hombres. Es una locura».
El poeta de la ciudad no ocultaba su homosexualidad en aquella Argel que, según Grine, «era tolerante».
«Estaba el Lotus (un café de clientela homosexual) y a nadie le molestaba como hoy. Antes, por ejemplo, en el (mes sagrado del) Ramadán, los cafés y restaurantes estaban abiertos, la cervecería que frecuentaban» los escritores.
«Entonces, había un aire de libertad (años setenta), en la época de Boumediene, que era increíble; con una sola condición: no hacer política», rememora.
Grine se sumerge con esta investigación en el diablo del poeta, su sentimiento de abandono y la homosexualidad, y la relación que esta tuvo con su asesinato la noche del 29 al 30 de septiembre en el sótano que habitaba y cuyas causas siguen sin dilucidarse 52 años después.
«Dijo que iba a morir como Lorca, porque era su ídolo y para él era lo más morir asesinado políticamente. Lorca fue asesinado por los franquistas y él quería una muerte así», pero el poeta argelino no fue un disidente aunque «hubo un interés en construir esta narrativa en torno a él», concluye. EFE
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