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Entre arte elitista y arte popular

Jeff Koons Studio, New York/Tom Powel

Jeff Koons es uno de los artistas contemporáneos más conocidos. Para algunos peca de exceso de ‘kitsch’, otros lo consideran un ícono del neo pop. La Fundación Beyeler le dedica una amplia retrospectiva que reúne varias de sus obras más emblemáticas

“Jeff Koons es capaz de llevar gran arte al público no especializado. Es altamente ingenioso a nivel de ideas y extremadamente relevante en tanto que artista”, afirma Sam Keller, director de la Fundación Beyeler.

La Fundación Beyeler, el museo de arte más visitado en Suiza, ha conseguido reunir 50 obras de Jeff Koons. Un verdadero desafío técnico y logístico, dado que casi todas las piezas se encuentran diseminadas en colecciones privadas y algunas pesan varias toneladas. El resultado es una dinámica exposición donde el exuberante arte de Jeff Koons se encuentra sorprendentemente bien integrado en la fría y sobria elegancia del museo concebido por el arquitecto italiano Renzo Piano.

El público podrá descubrir tres periodos bien diferenciados del proceso creativo del artista, todas variaciones del tema del “listo para usar” inspirado en el célebre orinal del surrealista francés Marcel Duchamp. El concepto duchampiano conforme al cual “el arte está en el ojo del observador” es un elemento central en el trabajo de Jeff Koons. El artista estadounidense afirma que sus objetos requieren nuestra presencia para “existir en tanto que arte”, y que existen “para expandir nuestras posibilidades”.

Lo nuevo

En el primer periodo, titulado Lo Nuevo (1980-87), podemos ver aspiradoras que nunca fueron utilizadas y limpiadores de alfombras en brillantes cajas de plexiglás. Su fluorescente esplendor ilumina un angélico retrato en sepia de Koons niño, y también una publicidad falsa que atraviesa la totalidad de una pared. El artista nos invita a mirar estos objetos en una forma nueva.

“Jeff llama a estos aparatos máquinas respiradoras”, explica Theodora Vischer, directora del Schaulager de Basilea y comisaria de la muestra. Jeff Koons habla de la calidad andrógina de estas máquinas, “con sus orificios y capacidad de succionar”.

De hecho, Koons está muy relacionado con la sexualidad desde la publicación de Made in Heaven, donde se le podía ver en imágenes explícitas con su entonces esposa, la estrella porno Cicciolina. 

Banalidad

El segundo periodo (1988) se llama Banalidad e incluye las tradicionales esculturas en porcelana y madera que consiguieron que Jeff Koons fuera nombrado El rey del kitsch. Utilizando técnicas dignas de los artesanos italianos o alemanes del siglo XVII, Koons nos presenta a Michael Jackson y su mono Bubbles, una estatua de Buster Keaton a caballo, ositos de peluche y querubines, panteras y sirenas. El universo de Walt Disney y el 3D.

“La primera cosa que quiero comunicar al visitante es que estos objetos son perfectos”, comenta Koons a swissinfo.ch. “Pero al mismo tiempo están vacíos y pueden servir, por tanto, como conductores. Todo aquí es una metáfora de nuestra culpa cultural y nuestra vergüenza”, afirma de forma oscura. “Se trata de eliminar el juicio y crear tu propio momento perfecto”.

La serie conocida como Banalidad lanzó la carrera internacional de Jeff Koons con exposiciones simultáneas en galerías del máximo nivel en Colonia, Chicago y Nueva York. Los críticos quedaron seducidos. Pero muchos de ellos, como el reputado analista Robert Hughes, permanecen escépticos hasta el día de hoy.

Sam Keller, sin embargo, rechaza de plano esas críticas: “Jeff Koons no es kitsch. Su mayor cualidad es que consigue salvar la barrera que separa lo popular de la alta cultura, del arte mayor y el arte menor”. Acto seguido, Keller suelta una letanía de argumentos en un intento de demoler las críticas que tan a menudo genera el controvertido artista estadounidense. “Lo único que le pido  es que usted mire el trabajo. Intente escribir sobre hechos y opiniones, no sobre habladurías”.

Celebración

La tercera serie que presenta la Fundación Beyeler se llama Celebración y es más consensual. Comenzó hace casi unos 20 años, después de Made in Heaven y su relación con la estrella porno Ilona Staller, más conocida como Cicciolina, quien puso fin a al matrimonio y se llevó al hijo común a Italia.

Las obras que conforman esta sección fueron concebidas con la intención de recordar a Ludwig (el hijo de Koons) que su padre siempre pensó en él. Entre ellas destacan objetos relacionados con la infancia, como globos, perros de peluche, gorritos de fiesta, corazones, huevos de pascua y tartas de cumpleaños. Todos ellos convertidos en gigantescas esculturas y pinturas.

Aunque las esculturas dan una sensación de ligereza, están fabricadas en acero inoxidable y cromo y pueden llegar a pesar varias toneladas. Cada una pertenece a una serie de cinco piezas únicas en diferentes colores. Los óleos sobre tela, muchos de los cuales no pasarían por la puerta de un garaje, son hiperrealistas hasta llegar a un nivel asombroso.

Hay una marcada inocencia en los juguetes de Koons, aunque la perfección de sus piezas puede resultar abrumadora. El propio artista afirmó: “La primera cosa que estos objetos quieren hacer es afirmar nuestra propia existencia. Es por ello que están construidos con superficies reflectantes. Lo de dentro se convierte en lo de fuera: estamos listos para usar”.

Jeff Koons es un hombre de mediana edad y altura con huesos finos. Se presenta con una sonrisa encantadora y una mirada llena de asombro e inocencia. Mientras el artista recorre la exposición, su esposa, Jasmine, y sus cinco hijos pequeños -todos de menos de 10 años- vienen su encuentro.

Koons se pasea por las diferentes salas. Viste un traje elegante y se detiene para satisfacer a los fotógrafos presentes adoptando poses elaboradas y bien ensayadas. De hecho, su obra palidece ante su magnética presencia, dando al público de la Fundación Beyeler la impresión de que lo más grandioso del arte de Jeff Koons es el propio Koons.

Nació en Pennsylvania en 1955 y se educó en Baltimore y Chicago. Hoy vive y trabaja en Nueva York.

Hasta el momento su obra se compone de 14 grupos de piezas llamadas: Inflables, Pre Nuevo, Nuevo, Equilibrio, Lujo y Degradación, Estatuaria, Banalidad, Made in Heaven, Celebración, Easyfun, Easyfun-Ethereal, Popeye, Hulk Elvis y Antigüedad.

Koons fue llevado a juicio en cuatro ocasiones por violar los derecho de autor (por tres fotógrafos y los dueños de la tira cómica Garfield); perdió los tres. Por otra parte, Koons llevó a juicio a una galería de San Francisco en 2001 por vender sujetalibros que recordaban a su famosa escultura Balloon Dog. Desde entonces ha abandonado el caso.

En 2007, fundó el Koons Family International Law and Policy Institute para combatir problemas globales infantiles que van desde el secuestro a la explotación sexual. En 2008, Koons perdió el juicio contra Italia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la decisión de entregar la custodia de su hijo, Ludwig, a su ex esposa Ilona Staller, más conocida como Cicciolina.

Ha recibido numerosos honores y premios. En 2010, fue nombrado miembro honorario de la Royal Academy de Londres; en 2007 fue promovido Caballero a Oficial de la Legión de Honor en Francia; y en 2005 elegido miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias de Estados Unidos.

“Yo hago lo que Los Beatles habrían hecho si se hubieran dedicado a la escultura. Nadie ha dicho nunca que su música no estuviera al más alto nivel, pero era capaz de atraer audiencias masivas. Eso es lo que yo quiero hacer” (1992)

“Yo utilizo el Barroco para mostrar al público que estamos en los dominios de lo espiritual y eterno. La Iglesia usa el Barroco para manipular y seducir, pero a cambio les proporciona también una experiencia espiritual” (1992)

“Mi trabajo es muy pop. Cada vez que miro Arte Pop es como una pequeña explosión llena de ritmo. Espero que mi obra tenga también ese tipo de espíritu joven, que provoque que cada vez que la veas te haga sentir un poco pop” (1996)

“La gente no gasta su dinero tan fácilmente. Piensan mucho en las cosas, en particular cuando se trata de invertir millones de dólares. Es por eso que espero que la gente que adquiere mis trabajos sienta algo a nivel emocional. Se sientan conmovidos y revigorizados, y comprendan que mi obra tiene un valor social” (mayo 2012)

Fuente: Fundación Beyeler

(Traducción: Rodrigo Carrizo Couto)

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