La economía libanesa, encadenada al abismo por sus propios dirigentes
Noemí Jabois
Beirut, 7 abr (EFE).- Al cumplirse hoy un año de la consecución de un acuerdo preliminar entre el Líbano y el Fondo Monetario Internacional (FMI), este pacto considerado la llave maestra para sacar al país de su crisis económica todavía no ha cristalizado en medio de la inacción de las autoridades y el constante agravamiento de la situación.
El entendimiento incluye potenciales ayudas por valor de unos 3.000 millones de dólares, una cantidad que si bien los expertos consideran baja dado el alcance de la depresión, sería clave para restaurar la confianza en los mercados y ayudar a la nación a salir de la crisis que sufre desde finales de 2019.
Sin embargo, tras 365 días las autoridades libanesas apenas han avanzado en la implementación de un paquete de reformas profundas exigidas por el FMI, por lo que la directiva del organismo todavía no ha dado luz verde al acuerdo ni se espera que lo haga a corto plazo.
Prácticamente cada delegación extranjera que ha visitado el Líbano en los últimos tres años ha repetido el mismo llamamiento a acelerar el proceso de reforma y acabar con los bloqueos políticos, con el tono ya resignado de quien pide por enésima vez a un niño desobediente que haga los deberes.
Estas son algunas claves para entender la situación económica en el Líbano y las consecuencias de la inacción gubernamental:
1. ¿CÓMO COMENZÓ TODO?
Desde el final de la guerra civil (1975-1990), el Líbano dolarizó su economía y alimentó un círculo vicioso en el que la acumulación de deuda mantenía activa la entrada de dinero para cubrir el creciente déficit, todo ello aderezado con intricadas redes de clientelismo.
Eventualmente los bancos se convirtieron en tenedores de buena parte de esa deuda, un frágil sistema que redujo su liquidez y terminó colapsando en 2019 después de que los primeros clientes experimentasen dificultades para acceder a sus depósitos.
En reiteradas ocasiones, el Banco Mundial (BM) ha calificado la depresión de «deliberada» y como una de las peores desde mediados del siglo XIX.
Desde la aparición de los primeros síntomas de la crisis, la economía libanesa ha sufrido el impacto adicional de la pandemia del coronavirus, la devastadora explosión de Beirut o los efectos de la guerra de Ucrania.
2. DATOS CADA VEZ MÁS PREOCUPANTES
Hace tiempo que cerca del 80 % de los libaneses viven en la pobreza, la inflación es de tres dígitos -el último dato de IPC fue del 190 % en febrero- y los ahorradores solo pueden retirar cantidades limitadas a un tipo de cambio muy por debajo del que marca el mercado paralelo.
La exánime libra libanesa rozó hace dos semanas por primera vez en la historia las 140.000 unidades por un dólar en el mercado negro, frente al tipo de cambio de 1.500 por billete estadounidense de antes de la crisis.
«La situación ha sido paralizada aún más por la incapacidad del país de emprender las reformas necesarias para estimular el crecimiento económico», advirtió el mes pasado la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia Occidental.
3. OÍDOS SORDOS
La entrada de ayuda internacional a cambio de promesas de reforma que nunca se cumplieron ya fue un pilar fundamental de la economía libanesa de posguerra.
La comunidad internacional parece haber aprendido del pasado y muchos han condicionado su asistencia para la crisis actual a la previa implementación de cambios sustanciales, algo que no ha ocurrido en casi tres años y medio de agonía.
Tras concluir su última visita al país hace dos semanas, una misión del FMI recordó que el Líbano necesita reestructurar su sistema financiero, adoptar una estrategia fiscal a medio plazo o unificar los distintos tipos de cambio, al tiempo que confirmó la evidente escasez de reformas.
«Pese a la gravedad de la situación, que exige acciones inmediatas y decisivas, ha habido un progreso limitado en la implementación del paquete amplio de reformas económicas dispuesto en el acuerdo a nivel de ‘staff'», alertó la delegación.
4. PARÁLISIS POLÍTICA
El Parlamento libanés aprobó una ley que facilita el levantamiento del secreto bancario, uno de los pocos prerrequisitos cumplidos hasta ahora, pero muchos otros permanecen en el limbo debido en buena medida a las diferencias entre los grupos políticos, los dirigentes y los entes afectados.
Uno de los principales puntos de quiebre reside en quién asumirá el peso de las pérdidas y cómo distribuirlas.
Desde el inicio de la crisis, el Líbano ha estado además la mayor parte del tiempo en manos de gobiernos interinos, como viene ocurriendo desde hace casi un año, mientras el Legislativo es incapaz de poner fin a un vacío de cinco meses en la jefatura de Estado. EFE
njd/amr/amg
© EFE 2023. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.