La libertad de prensa en Bulgaria: Catorce años de constante deterioro
Vladislav Punchev
Sofía, 9 jul (EFE).- Cuarenta y cuatro puestos de caída en el ránking de Reporteros sin Fronteras (RSF). Ese es el nivel de la degradación de la libertad de prensa en Bulgaria desde que el país balcánico entró en la Unión Europea (UE) en 2007.
La mayoría de estos años, Bulgaria estaba bajo un Gobierno del partido populista GREB, de Boiko Borisov, apartado del poder desde marzo aunque nuevamente principal favorito para ganar las elecciones generales de este domingo.
«Cuando Bulgaria era candidata al ingreso en la UE, el ambiente periodístico era mucho mejor que ahora. Desde entonces se detecta un constante descenso de la libertad de la prensa», explica a Efe Irina Nedeva, presidenta de la sección de Bulgaria de la Asociación de Periodistas Europeos (APE).
CAPTURA DEL ESTADO
Desde la entrada en la Unión Europea (UE) se produjo un constante descenso, que Nedeva asegura coincide con la «captura del Estado», el creciente control de los mecanismos estatales por parte de intereses privados, un fenómeno en el que los medios tuvieron un papel esencial.
Cuando Borisov y el GERB, miembro del Partido Popular Europeo (PPE), llegaron al Gobierno en 2009, Bulgaria estaba en el puesto 68 del ránking de RSF.
Actualmente, ocupa el 112, el más bajo de la UE, entre los 180 países listados. En Europa, solo Rusia (150), Turquía (153) y Bielorrusia (158) están peor situados que Bulgaria.
Más allá de la tendencia de los políticos, con Borisov a la cabeza, de evitar a los periodistas, y las preguntas incómodas, y contactar con su público directamente a través de las redes sociales, Bulgaria ha sufrido un fenómeno de compra de los medios mediante subvenciones y ayudas.
FONDOS EUROPEOS
Esa «opacidad» en la asignación de fondos, incluidos de la UE, que denuncia RSF en su último informe, también es confirmada por Nedeva.
«Y cuando vemos que gran parte de estos fondos europeos van a ciertos tipos de medios privados, siempre favorables al Gobierno, o a ciertos empresarios, sin críticas ni investigaciones, nos preguntamos: ¿no es esto una compra de confort mediático?», resume la periodista.
El problema, señala, es que muchos medios no podrían sobrevivir sin esa financiación estatal.
Si a los medios y periodistas afines se les recompensa con dinero, a los críticos se les persigue con todo tipo de trabas administrativas o investigaciones fiscales y judiciales, en lo que RSF califica directamente de «acoso».
OLIGARCAS Y MEDIOS
La alianza entre Gobierno y empresarios y medios, que denuncian tanto Nedeva como RSF, se simboliza en la figura de Delyan Peevski, un exparlamentario y empresario, considerado cercano a Borisov, y al que EE. UU. ha sometido a sanciones.
Washington lo acusa de asegurar cobertura mediática positiva a políticos a cambio de protección judicial.
Peevski, del que se cree controla importantes sectores de la economía, la seguridad y la Justicia y, según RSF, el 80 % de los periódicos locales, más televisiones y portales web, se ha convertido en los últimos diez años en la personificación de la corrupción en Bulgaria.
Como diputado del DPS, el partido bisagra que ha ido apoyando sucesivamente gobiernos del GERB y de los socialdemócratas, Peevski impulsó en 2018 la ley que obliga a los medios a publicar anualmente el nombre de sus propietarios y sus fuentes de financiación.
La paradoja es que, hasta 2015, él mismo había ocultado que era dueño de, al menos, cinco diarios.
«Esa ley fue un paso en la dirección correcta pero quedó sin efecto» ya que, explica Nedeva, el Ministerio de Cultura, responsable de ese control, no tiene los medios para ejercerlo.
«Además, bastantes medios siguen sin hacer la declaración y no sabemos si se les sanciona», incide.
FALTA DE PLURALISMO
A la falta de independencia se suma la de pluralismo, denuncia Nedeva, que recuerda como los ataques contra ONG, políticos opositores o medios críticos, aparecen publicados, palabra por palabra, en medios que en teoría pertenecen a propietarios diferentes.
Peevski vendió a finales de 2020 todos sus medios a United Group, una multinacional que adquirió meses después el mayor grupo mediático en Bulgaria, Nova Broadcasting Group, y que Washington cree está bajo control del propio oligarca.
Dos años antes, Nova había sido adquirida por otros dos empresarios cercanos a Borisov, en una de las múltiples operaciones de cambio de propiedad de medios, en las que siempre están implicados oligarcas.
Actualmente, dos grupos mediáticos, Nova y bTV, se reparten el 64 % de la audiencia. EFE
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