Le Scouarnec, el mayor pederasta de Francia que se escondía detrás del reputado cirujano
Vannes (Francia), 28 may (EFE).- Joël Le Scouarnec, que hoy fue condenado a 20 años de prisión por violación y agresiones sexuales, ha puesto en evidencia que el horror de la depravación humana puede estar oculto, en este caso bajo el aura de un reputado cirujano del aparato digestivo que aprovechó ese estatus para cometer sus delitos.
Con una carrera profesional exitosa, casado y con tres hijos, Le Scouarnec llevaba una doble vida en la que sus pulsiones oscuras, con una pedofilia severa y otras parafilias, estaban escondidas y a la vez detalladas en cuadernos y archivos informáticos.
Fue arrestado en mayo de 2017 cuando vivía en la pequeña ciudad de Jonzac (Aquitania, oeste), después de que la hija de unos vecinos, de seis años, contó a sus padres que la había penetrado con sus dedos.
A partir de ahí, todo se desencadenó para un médico que acaba de jubilarse tras 36 años de carrera y que en su vida laboral pasó por un total de quince hospitales del oeste y noroeste del país.
En 2020 fue condenado a 15 años de cárcel en un primer proceso por violaciones y abusos a cuatro menores (dos sobrinas, la vecina y una paciente).
Pero la investigación de ese caso desveló una enorme cantidad de material que le fue requisado y que necesitó mucho tiempo para ser estudiado, lo que desembocó en este segundo juicio, con 299 víctimas (256 de ellas menores), aunque se considera que podría haber hasta 57 más. Eso le convierte en el mayor pederasta de Francia.
El juicio ha mostrado que Le Scouranec sufre, aparte de las pulsiones pederastas que admitió tener desde hace cuatro décadas, numerosas parafilias, algunas de ellas muy depravadas.
Un punto clave en el proceso han sido los ‘cuadernos negros’, unos diarios en los que anotaba sus delitos y sus reflexiones sobre la pederastia. En esos diarios escribía lo que llamaba «cartas pederastas» con narraciones a las que buscaba dar un aire literario.
Pero, sobre todo, realizaba fichas con detalles de sus delitos: fecha, nombre de la víctima, hechos cometidos, las circunstancias (normalmente cuando estaban bajo los efectos de la anestesia) y la sensación que le produjo su realización.
También se le confiscaron varios discos duros informáticos, con más de 300.000 documentos, en los que había imágenes de prácticas sexuales extremas y en ocasiones ultraviolentas.
Buena parte de los delitos juzgados en este proceso, cometidos entre 1989 y 2014, hubieran podido evitarse si las autoridades hubieran realizado una mayor labor de prevención tras una condena en 2004 por consultar archivos de pornografía infantil en línea, dentro de una red internacional desmantelada por el FBI estadounidense.
Esa condena, a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento y a seguir terapia, en contra de lo que pudiera parecer no le impidió seguir trabajando con menores.
El juicio que hoy terminó también ha mostrado una progresiva toma de conciencia de sus delitos, que solo muy parcialmente reconoció durante la larga instrucción del caso.
Pocos días después del inicio del proceso reconoció a uno de sus hijos que había abusado de su propia nieta. Una sobrina testificó haber sufrido abusos cuando tenía 4 o 5 años, mucho antes de cuando el pederasta reconocía haber comenzado a tener impulsos pederastas.
En su última declaración del lunes pasado, antes de que el jurado comenzara su deliberación, Le Scouarnec admitió «el inmenso dolor causado» a sus víctimas y reconoció que no merece «ninguna indulgencia» .
Sí pidió a los jueces «el derecho a ser mejor» y a poder recuperar «esa parte de humanidad que -reconoció- tanto me ha faltado». EFE
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