Los chinos del continente también se manifiestan en las calles de Hong Kong

En pleno caos político en Hong Kong, Briony Lin, una china del continente, hizo lo que nunca habría hecho en su país, salir a la calle a manifestarse.
Las históricas manifestaciones y los enfrentamientos violentos que sacuden a la excolonia británica son una expresión de la ira de los hongkoneses, que consideran que Pekín está menoscabando sus libertades y la cultura de la megalópolis.
Pero cientos de miles de chinos del continente, que viven en este centro de las finanzas internacional, tienen el corazón partido.
Muchos rechazan el movimiento nacido contra un proyecto de ley, ya suspendido, que preveía autorizar las extradiciones a China.
Otros sienten simpatía por los manifestantes pero se la guardan para sí, por miedo a las consecuencias que mostrar su solidaridad pudiera engendrar por parte de Pekín.
Y luego quedan unos pocos, como Briony Lin, de 27 años, que decidieron salir a las calles.
«Es mi primer movimiento social», afirma a la AFP la joven, que llegó a Hong Kong hace cuatro años, procedente del norte de China.
«Hong Kong es el único lugar de China donde se puede ejercer la libertad de expresión. Estoy aquí por mis propios derechos y para ver por mí misma cómo son las manifestaciones».
No duda en indicar su identidad y, al contrario que muchos, se manifiesta sin taparse la cara. Eso sí, se mantuvo lejos de los enfrentamientos violentos.
– Aflujo de «continentales» –
Un millón de chinos emigraron a Hong Kong desde la retrocesión, en 1997, lo que ha generado crispaciones en una ciudad de 7,3 millones de habitantes, que adolece de una fuerte escasez de viviendas, cuyo precio está por las nubes.
En Hong Kong, disfrutan de las mismas libertades que el resto pero si Pekín los considerara críticos, podrían pagarlo caro al volver al continente.
A Briony Lin, la política le daba completamente igual antes de mudarse a Hong Kong.
Pero la desaparición de cinco libreros hongkoneses, aparecidos tras haber estado detenidos en el continente, le hizo cambiar de actitud, así como el haber obtenido más datos sobre la revolución cultural con motivo del 50º aniversario.
«Si la ley [sobre las extradiciones] se adoptara, la desaparición de los libreros se reproduciría, de forma legal», declara.
Pero no todos son tan valientes.
En China, hay censura en la información. Las manifestaciones se presentan como violentas, como un complot financiado por los extranjeros, no como un movimiento popular masivo contra la creciente influencia de Pekín en el territorio semiautónomo.
La AFP le preguntó a una veintena de turistas chinos en Hong Kong qué pensaban sobre las protestas. Solo seis habían oído hablar de ellas.
«Es raro ver manifestaciones en el continente», comenta una estudiante de 21 años, que se presenta con su apellido, Zhu, indicando que ha leído cosas en Weibo, el Twitter chino.
Otra turista, Hao, cuenta que leyó en la prensa oficial china que Londres había «participado en este incidente y que lo provocó». «No sé si es cierto o no», admite.
Los «continentales» que viven en Hong Kong no pueden hacer la vista gorda ante lo que sucede. Pero muchos «hongkoneses errantes», el apodo de los chinos del continente jóvenes y educados que trabajan en Hong Kong, son prudentes a la hora de expresar sus opiniones políticas.
– Nada de riesgos –
«Las manifestaciones son un asunto sensible. No quiero tomar riesgos», declara Liu, de 30 años, que trabaja en el sector de las aseguradoras, en Hong Kong, desde hace siete años.
Muchos «continentales» de su edad esperan que el movimiento se apague rápidamente, agrega.
Kay Zeng, de 28 años, oriunda de Cantón, se opone a que la ley sea aprobada por la fuerza pero tampoco quiere manifestarse.
«Nunca he participado en una manifestación y pocas veces expreso mis opiniones en público», agrega a la AFP.
Sin embargo, un puñado de «continentales» sí que defiende sin reparos la causa de la democracia.
Un grupo de migrantes chinos participó abiertamente en las recientes protestas, gritando eslóganes en sus propios dialectos y no en el cantonés que se habla en Hong Kong.
Minnie Li, profesora universitaria que llegó a Hong Kong en 2008 desde Shanghái, participa en la organización de ese grupo.
Según ella, hay migrantes que se han manifestado desde siempre por la democracia, pero de forma discreta.
En su caso, pasaron años antes de que se atreviera a salir a las calles. Cuando obtuvo su permiso de residencia permanente, esto se volvió mucho más fácil.
«La visibilidad es un poder. Si uno esconde su opinión y no se atreve a compartirla, no puede transformarla en poder. Espero mostrar nuestro poder con nuestra presencia», comenta.
También hay algunos manifestantes hongkoneses, los más radicales, que no disimulan su agresividad hacia los «continentales», comparándolos con «langostas» invasoras.
Una animosidad que antaño podía hacer dudar a Li, pero ya no.
«Las emociones, acciones y valores no vienen del lugar en el que nacimos, o de nuestro grupo étnico. Hacemos las cosas porque creemos que está bien hacerlas».