Los ricos caladeros británicos, manzana de la discordia en el Brexit

El desacuerdo sobre la pesca europea en aguas británicas fue el último y más duro escollo que sortear en las negociaciones posbrexit, que lograron en diez meses un acuerdo comercial histórico que abre una nueva etapa entre el continente y el Reino Unido.
– Principios de reparto –
Como todos los países, el Reino Unido tiene una Zona Económica Exclusiva (ZEE) que se extiende hasta 200 millas náuticas de sus costas. Sin embargo, en la Unión Europea se decidió poner las aguas territoriales de todos los miembros en común y gestionarlas conjuntamente.
Así, la Política Pesquera Común (PPC) determina la distribución de cuotas de pesca según las diferentes especies de peces a los pescadores de cada país.
En el Atlántico nororiental y el mar del Norte, más de un centenar de especies se encuentran bajo gestión compartida entre el Reino Unido y la UE.
Asimismo, en reconocimiento de actividades tradicionales de larga data, existe también un acceso «restringido» para los pescadores franceses a unas 15 zonas situadas a entre 6 y 12 millas náuticas de la costa británica.
Pero el Reino Unido dejó de regirse por ella al final del periodo de transición posbrexit, el 31 de diciembre de 2020.
– Acceso esencial para los pescadores de la UE –
Las capturas de los pescadores europeos en aguas británicas ascienden a unos 650 millones de euros (casi 800 millones de dólares) cada año.
Según un informe del Parlamento Europeo, las flotas de ocho países de la UE pescan en total el 40% del pescado capturado en la zona económica exclusiva del Reino Unido. Noruega, que no es miembro de la UE, también está presente.
Hay mucho en juego: un cuarto de las capturas francesas en volumen (20% en valor) provienen de aguas británicas. La dependencia es mayor para Bélgica (50% en valor), Irlanda (35%), Dinamarca (30%) y Holanda (28%), según cifras de 2011-2015. España, Alemania y Suecia también están concernidos aunque en mucha menor medida.
Las principales especies son pelágicas, o de aguas profundas: arenque, caballa, pescadilla. A estas se agregan algunas especies demersales, que viven en fondos marinos: lenguado, solla, carbonero.
En términos comerciales, el Reino Unido exporta entre 60% y 80% de su pesca. El año pasado la UE absorbió casi 70% de las exportaciones británicas.
– Ricos caladeros –
Las aguas británicas son ricas en recursos pesqueros debido a mecanismos biológicos: las huevas de los peces se asientan a lo largo de la costa francesa y hasta Dinamarca, poco profundas y arenosas.
«Cuando se convierten en adultos, se desplazan hacia las aguas más profundas, frías y oxigenadas del norte», es decir en aguas británicas, según el Instituto Francés de Investigación sobre Explotación del Mar (Ifremer).
Este fenómeno se ve acentuado por el cambio climático, en particular en el caso del bacalao y la solla, especies muy presentes en el mar del Norte.
– Acuerdo final –
En el acuerdo final entre Londres y los 27, las flotas europeas ceden 25% de su cuota actual de pesca en aguas británicas durante los próximos cinco años y medio.
Londres había pedido más: que la UE renunciase a 35% de las especies no pelágicas o a 60% con las especies pelágicas incluidas en un período de tres años, lo cual resultó inaceptable para los europeos.
Por los términos finales, tras ese período de transición de cinco años y medio, las normas de acceso recíproco a las zonas de pesca se renegociarían cada año.
Los detalles de las especies y áreas afectadas por el cese del 25% aún no están determinados, según un funcionario en Bruselas.
Además, los pescadores de la UE mantendrán hasta 2026 el acceso garantizado a las áreas comprendidas dentro de las 6-12 millas náuticas de las costas británicas, en reconocimiento de unas actividades tradicionales que han estado en vigor durante décadas, si no cientos de años, en la zona.