Los sirios crean archivo fotográfico de las casas patrimoniales de Damasco para preservarlas

Paseando por las calles de la capital siria golpeada por la guerra, Rania Kataf toma fotos de los edificios más famosos de la ciudad, capturando sus rincones para la posteridad.
Después de ver lo vulnerables que fueron durante la devastadora guerra civil del país, esta aficionada a la fotografía de 35 años empezó a crear un archivo digital de los edificios de la Ciudad Vieja de Damasco.
«Me inspiré en los fotógrafos europeos que trataron de documentar edificios en sus ciudades durante la II Guerra Mundial para que los arquitectos pudieran reconstruir después parte de ellos», explica.
La Ciudad Vieja de la capital siria es famosa por sus elegantes casas centenarias, normalmente de dos pisos construidas alrededor de un patio rectangular con una fuente en el centro.
Las habitaciones, muchas de invierno y de verano, dan al patio.
Aunque la capital en general no ha sufrido mucho la violencia de casi 10 años de guerra, estas tradicionales viviendas han sido abandonadas por sus propietarios o resultaron con daños durante el conflicto.
Algunas se han convertido en alojamiento de familias desplazadas por los combates, que se han instalado en general en las dependencias de la planta alta e incluso han alterado su interior.
En 2016, Kataf creó un grupo en Facebook llamado «Humanos de Damasco», al que más de 22.000 sirios han enviado fotos de sus casas.
«No necesitas ser un experto para documentar algo», dice.
– Gran casa familiar –
Sus fotos ya han empezado a servir en los esfuerzos de resconstrucción o restauración.
En la casa palaciega de la época otomana, conocida como Beit al Quwatli, Kataf toma fotos de las paredes ornamentadas y luego escribe en su tableta.
El edificio perteneció a la familia del primer presidente de Siria tras la independencia, Shukri al-Quwatli.
Parte de la casa colapsó en 2016 a causa de un cohete que cayó cerca y resquebrajó sus paredes, pero actualmente las autoridades y algunos privados la están restaurando para convertirla en un centro cultural.
En la espaciosa entrada, los trabajadores con chaquetas amarillas y cascos azueles limpian las vigas pintadas en verde oscuro y oro, colocadas sobre caballetes.
Las fotos de Kataf, de muchos detalles del edificio, servirán de referencia para reparar los daños.
En 2013, UNESCO incluyó los seis sitios del Patrimonio Mundial de Siria, entre ellos, los cascos antiguos de Damasco y Alepo y las ruinas romanas de Palmira, en la lista del Patrimonio en peligro.
Kataf, que estudió nutrición en Beirut, la capital de Líbano, se puso manos a la obra después de que el conflicto destruyó o dañó joyas arquitectónicas en otras partes de Siria.
«Temía que ocurriera lo mismo en el Viejo Damasco, por lo que empecé a documentar todos los detalles que podía», explica.
Los cohetes que lanzaron los rebeldes cayeron en Damasco en los primeros años de la guerra, pero las armas callaron cuando el ejército gubernamental expulsó a los rebeldes y a los yihadistas de las afueras de la ciudad en 2018.
El proyecto «Humanos de Damasco» ha seguido gracias a las fotos colgadas en el grupo de Facebook y las tomadas por Kataf, que las pone a disposición de los investigadores cuando estos lo piden.
Actualmente algunos edificios corren peligro de «perder su identidad debido a los proyectos mercantilistas, o han sido abandonados u olvidados cuando se fueron sus residentes», dice Kataf.
– ‘Vivo en un museo’ –
Raed al-Jabri, sentado cerca de la fuente de su casa convertida en restaurante, dice que ha hecho todo lo que ha podido para preservar la belleza original del edificio.
«Íbamos a perder totalmente la casa. Estaba a punto de derrumbarse y necesitaba urgentemente una intervención», dice este hombre de 61 años.
Convirtió la casa en un restaurante en la década de los 1990, invirtiendo los beneficios en el mantenimiento de la casa.
«Una casa de Damasco no es solo para sus habitantes», dice, recordando los viejos buenos tiempos antes de la guerra cuando la ciudad se llenaba de turistas.
En otra parte de la Ciudad Vieja, el empresario de 50 años, Sameer Ghadban dice que estaba orgulloso de vivir en lo que fue la vivienda de un famoso argelino del siglo XIX que había resistido a la ocupación francesa en su país antes de refugiarse en Siria hasta su muerte.
«Mi esposa y yo hemos vivido aquí 12 años en el mismo lugar donde vivió Emir Abdelkader», dice.
Durante su periodo en Damasco, Abdelkader habría salvado a miles de cristianos de la violencia sectaria que se desató en 1860.
Ghadban dice que ha luchado por preservar la singularidad del edificio hasta en los más mínimos detalles, pese al costo, en honor a los que vivieron en ella antes que él.
En un pequeño salón de verano que da a uno de los dos patios de la casa, los muros están cubiertos de intrincados grabados, incluidos versos del Corán, bajo el artesonado de madera pintado del techo.
«Siento que vivo en un museo», dice. «Nunca podría vivir en un piso normal después de esto».