Los talibanes modernizan su propaganda en medio de negociaciones de paz de Afganistán

En plenas negociaciones de paz de Afganistán, los talibanes quieren mejorar su imagen y mostrarse como administradores competentes, en un intento de modernizar su propaganda, que incluye ensalzar la red Haqqani, acusada de cometer atroces atentados.
Un documental dedicado a Jalaluddin Haqqani, «gran reformador y conquistador» de Afganistán, fundador de la ultraviolenta red, incluye en 1H10 imágenes de archivo de varias décadas, efectos especiales y puestas en escena. El filme fue difundido en septiembre con motivo del segundo aniversario de la muerte del «pionero de la santa yihad».
El montaje es un reflejo de cómo los talibanes «han ampliado sus capacidades» audiovisuales, observa Andrew Watkins, analista del International Crisis Group.
Expulsados del poder por una coalición internacional liderada por Estados Unidos en 2001, mucho antes de que el uso de los smartphones se generalizara, los insurgentes utilizaron primero las mezquitas para difundir su mensaje. También usaron la poesía pastún, una etnia de la que son oriundos muchos de ellos.
Pero, rápidamente, los talibanes recurrieron al poder de la imagen para movilizar a sus tropas: videos de futuros kamikazes sonriendo antes de hacerse estallar, vehículos enemigos explotando, combates…
Grabados como pequeños «filmes de acción», estos contenidos «han contribuido a la construcción de la imagen de un movimiento fuerte, capaz de perpetrar auténticas ofensivas militares contra los estadounidenses», recalca Gilles Dorronsoro, un especialista francés sobre Afganistán.
Con el tiempo, han conseguido realizar imágenes más perfeccionadas, a veces filmadas con drones. Sin embargo, los talibanes «nunca han sido tan buenos como el Estado Islámico», cuya propaganda ha seducido a miles de yihadistas en todo el mundo, señala.
– Récord –
Una nueva página se abrió cuando los insurgentes consiguieron, en febrero, un acuerdo de retirada de las tropas extranjeras en Washington a cambio de una serie de contrapartidas, según varios analistas.
Mientras las dos partes negociaban este texto, Al Emara, su principal órgano de propaganda, publicó 319 vídeos en 2019, un récord, casi 60% más que el año anterior, y casi el triple que todas las grabaciones que difundió en 2016, según un estudio de Intecenter, una empresa estadounidense sobre información antiterrorista.
El documental sobre Jalaluddin Haqqani salió cuando los talibanes iniciaban en septiembre en Catar las hipotéticas negociaciones de paz con el gobierno afgano. Una «coincidencia» según Zabihulá Mudjahid, un portavoz de los rebeldes, que precisó que la cinta necesitó «cuatro meses» de edición.
En él, Jalaluddin Haqqani, con frondosa barba y turbante, muestra cuatro décadas de guerra. Durante todo este tiempo, legitima con su discurso la lucha en nombre del islam y sermonea a sus tropas contra la «ocupación» occidental.
Sin embargo, el documental lo presenta sobre todo como un buen administrador en su feudo de Jost (este), donde habría construido «decenas de madrasas» (escuelas musulmanas) y se habría «concentrado en obras de beneficencia», luchando por los servicios públicos y contra la corrupción.
Un mensaje por lo menos sorprendente, teniendo en cuenta que la red Haqqani, fundada por él, es responsable de los ataques más mortíferos en las dos últimas décadas, como el atentado con un camión bomba en Kabul en 2017 que causó más de 150 muertos.
El hecho de que los talibanes insistan en su buena administración es «muy novedoso» y «está realmente relacionado con el estado de avance de las negociaciones de paz», afirma Andrew Watkins.
En estas últimas semanas, los talibanes, además de mostrar los entrenamientos de sus combatientes, también han comunicado sobre la construcción de infraestructuras, de carreteras y canales de riego.
Para Sediq Sediqqi, portavoz del presidente Ashraf Ghani, hay una «contradicción evidente entre sus afirmaciones y sus actos». «Por un lado, hablan de fraternidad, misericordia (…) y por otro lado, matan y hieren a civiles inocentes».