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Navajas suizas con principios cristianos

Sin menos puestos de trabajo pese a los tiempos difíciles. victorinox.ch

La cruz que adorna las navajas suizas no sólo es el símbolo suizo, sino también identifica a la cultura empresarial cristiana.

Incluso en este periodo de crisis no se anuncian despidos en el seno del gran productor de navajas suizas.

En Ibach, cantón Schwyz, 950 empleados fabrican diariamente 34.000 “Swiss Army Knives”, 40.000 “Swiss Tools” y 43.000 cuchillos domésticos y profesionales. Por eso no sorprende que el departamento de comercialización haya rebautizado a la región con el nombre de “Swiss Knife-Valley”.

Pero ese ostentoso vocabulario de la mercadotecnia en el idioma inglés no impide a la dirección de la empresa usar un lenguaje más clásico, hasta con connotaciones bíblicas.

“Tras siete años de riqueza se suceden 7 años de carestía: esto ocurre desde hace miles de años”, afirma -refiriéndose al actual estado de la economía-, Carl Elsener IV, jefe adjunto del mayor fabricante de navajas del mundo.

El empresario conoce la Biblia desde sus años de escuela en el ‘Collegium der Patres’ en Schwyz. Como su padre, él no utiliza su creencia de forma superflua: “En nuestra compañía se conducen los negocios de acuerdo a los principios cristianos”, explica.

Tras el 11 de septiembre de 2001

Los tiempos de hoy son particularmente difíciles. Y estos años de carestía comenzaron de forma apocalíptica, con las imágenes del derrumbe de las torres del ‘World Trade Center’ de Nueva York.

Los terroristas, armados con cuchillas para la tapicería, comprometieron la reputación de todas las navajas, y las tiendas de los aeropuertos -que venden libres de impuestos-, se vieron obligadas a retirar estas herramientas de sus mostradores.

Personalidades conocidas debieron deshacerse de su navaja de bolsillo para embarcar en el avión.

La cifra de negocios de la compañía bajó un tercio en el cuarto trimestre del 2001, porque el veto a las navajas de bolsillo – producto estrella de Victorinox-, significa el 70% de sus ingresos.

La caída continuó en el 2002, y el volumen de negocios alcanzó un poco más de 250 millones de francos.

Aún no se conocen las cifras definitivas de este 2003 que finaliza. Pero la guerra en Irak, la epidemia de SRAS en Asia y el descenso del nivel de consumo en el mundo no han cambiado el curso de las ventas.

“Nunca habían aparecido al mismo tiempo tantos factores negativos expandidos en el mundo entero”, indica Carl Elsener.

Salvar los puestos de trabajo

¿Los siete años de carestía provocarán que haya recortes de personal?
“Mi padre, de 81 años, no recuerda que aquí hayan habido jamás despidos por razones económicas”, afirma Elsener, orgulloso de la tradición social de la casa que representa.

El objetivo de cuidar los puestos de trabajo permanece inquebrantable en Victorinox. En pleno ‘boom’ bursátil, la familia Elsener sorprendió al mundo entero transformando la sociedad anónima en una fundación.

Este modelo evita pasar dificultades económicas que en otro caso pudieran surgir en el momento de repartir grandes dividendos a los accionistas o entrar en disputas por herencias.

Esta empresa se distingue hasta ahora por la ausencia de intrigas familiares en su seno. En Victorinox trabajan cuatro de los diez hermanos de Carl Elsener, junto con 3 cuñados.

Desde abajo

Para los miembros de la familia Elsener su trabajo en Victorinox no es una canonjía (prebenda). Con 81 años, el patriarca mayor controla la moral de trabajo en los talleres y laboratorios.

El comenzar desde abajo es destacado en el clan Elsener. Los descendientes del fundador de Victorinox respiran primero el aire de la fábrica antes de alcanzar un puesto en la dirección de la compañía.

El mismo Carl Elsener, cuando era pequeño, debió mancharse las manos en la labor diaria de la fábrica para aprender a limpiar correctamente una navaja.

Confianza de los empleados

“Los empleados tienen confianza en la familia Elsener”, confirma Rolf Schäuble, presidente de la comisión empresarial. Justo en estos tiempos de precariedad, los trabajadores están contentos de tener un empleador como Victorinox.

Y nadie critica el hecho de que la mayor empresa del cantón no cuente con representantes sindicales. “En 1942 los Elsener crearon la comisión empresarial, cuando aún la ley no contemplaba esta obligación”, recuerda Schäuble.

El representante del personal asegura que Victorinox, sin ser miembro de la asociación patronal, ha adoptado siempre los salarios y los tiempos de trabajo acordados en las convenciones colectivas.

Sin tiempos laborales parciales



El personal acepta poner en práctica la flexibilidad necesaria en estos momentos. En primavera la compañía cerró sus puertas por 3 semanas para que sus almacenes no se desbordaran inútilmente.

“Debimos aceptar ciertas adaptaciones en el plan de vacaciones, pero sin consecuencias financieras”, explica Rolf Schäuble.

Schäuble se muestra admirado al explicar que pese a tener las bodegas llenas, Victorinox se abstuvo de solicitar al cantón la introducción del trabajo a tiempo parcial, para no recargar a la caja cantonal.

swissinfo, Delf Bucher
(Traducción: Patricia Islas)

El volumen de ventas de las navajas Victorinox se redujo un tercio en el último trimestre de 2001.

En el 2002 las ventas llegaron a 250 millones de francos, 40 millones menos que en los resultados del 2000, antes de los atentados del 11 de septiembre.

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