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Nigeria ruega a los contribuyentes que paguen sus impuestos

Un cartel fotografiado el 25 de mayo de 2018 en el barrio de Ojodu de Lagos insta a los nigerianos a pagar sus impuestos afp_tickers

¿Pagar los impuestos? ¿Para qué? La Hacienda Pública no es más que una broma para la gran mayoría de los contribuyentes de Nigeria, un país de corrupción rampante y servicios casi inexistentes, aunque el gobierno inste a los habitantes a rascarse el bolsillo.

Durante décadas, «el gobierno hacía como que ponía en marcha los impuestos y los contribuyentes, como que los pagaban», explica un director de banco nigeriano.

Una negligencia que, a fin de cuentas, le venía bien a todo el mundo pues la tarea parece inabarcable en un país de 180 millones de habitantes, donde la inmensa mayoría vive de trabajos informales o de la agricultura de subsistencia y donde la fiscalidad reposa únicamente en unas decenas de millones de personas.

Pero el gobierno de Muhamadu Buhari, un exgeneral que no se ha dado a conocer ni por su lenidad ni por su sentido del humor, decidió poner en orden la Hacienda pública.

Mientras que en el resto del mundo los candidatos al puesto de mando supremo suelen prometer bajar los impuestos, Buhari, que anunció su intención de presentarse a un nuevo mandato en febrero de 2019, prometió duplicar la carga fiscal global del país para 2020.

Nigeria, que apenas logra encontrar la senda del crecimiento tras su peor recesión en 25 años, lo necesita urgentemente.

– Malos alumnos –

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ratio de ingresos fiscales globales de Nigeria respecto a su PIB es el más bajo de toda la región subsahariana.

En 2016, solo 241 individuos pagaron más de 20 millones de nairas de impuestos sobre la renta (47.000 euros), reveló recientemente el ministro de Finanzas.

El colmo, teniendo en cuenta que solo en la ciudad de Lagos, capital económica del país, vivían 6.800 millonarios y 360 multimillonarios (en dólares), según un informe de AfrAsia Bank de 2017.

En realidad, a los empleados de clase media o superior no les faltan razones para ser también malos alumnos del fisco. Las infraestructuras están deterioradas o no las hay. Las carreteras se desintegran. Y los nigerianos pagan el agua y la electricidad (cuando hay) a empresas privadas.

– Transparencia –

La corrupción endémica es en gran parte responsable de esta situación, lamenta el emir de Kano Sanusi II, una importante figura tradicional del norte de Nigeria, exdirector del Banco Central del país.

«Hay que hacer más transparente la cuestión de los fondos públicos si queremos aumentar los ingresos fiscales», declaró esta semana durante una reunión del Banco Africano de Desarrollo en Corea del Sur.

«Garanticen que los impuestos van a las arcas del gobierno y no tendrán tantas fugas», recalcó.

En el estado de Lagos, una megalópolis de 20 millones de habitantes y capital comercial de África del Oeste, los ingresos fiscales representan más de un tercio de los ingresos recabados en los 36 estados federales que componen Nigeria, según la organización local contra la corrupción BudgIT.

A nivel nacional, la ministra de Finanzas, Kemi Adeosun, lanzó un programa de amnistía para antiguos defraudadores. A cambio, los nigerianos tienen la obligación de ponerse al día con Hacienda a riesgo de incurrir en una pena de cinco años de cárcel, multas o embargo de bienes.

– Cambiar la mentalidad –

Por otro lado, el gobierno está poniendo en marcha un registro digital del patrimonio y trata de rastrear los bienes no declarados por sus propietarios, gracias a gabinetes de detectives financieros como Kroll Associates.

Pero la represión no basta. Hay que cambiar la mentalidad de la gente. En Lagos, un inmenso cartel publicitario en el centro de una rotonda muy frecuentada recuerda que la carretera fue pagada con los impuestos de los contribuyentes.

En mayo, la ministra de Finanzas se congració por haber aumentado la base de contribuyentes, pasando de 14 millones en 2016 a 19 millones en 2018. Un pequeño paso.

«De hecho, es un círculo vicioso», apuntó Yomi Olugbenro, especialista en impuestos para el gabinete Deloitte de Lagos. «El gobierno necesita dinero para realizar proyectos, pero como no los hace, los contribuyentes no quieren pagar».

«Más que nada, necesitan estar convencidos de que su dinero sirve para algo».

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