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«En Siria empeorará la situación»

Las protestas contra el régimen de Asad siguen, y la represión es brutal. Reuters

No obstante la condena del Consejo de Seguridad de la ONU al régimen sirio del presidente Bashar el Asad, la violencia contra civiles continúa y, aún peor, no mejorará, opina el director de cine kurdo-sirio Mano Khalil, en exilio desde 1996 en Suiza.

Al menos 54 civiles murieron el domingo en Siria, 42 de ellos en Deir Ezzor, una ciudad del este del país en la que el ejército lanzó un ataque al amanecer, pese a las protestas internacionales por la represión.

En su primera reacción desde el inicio de las manifestaciones en Siria, a mediados de marzo, la Liga Árabe llamó a las autoridades sirias a poner «inmediatamente» fin a la violencia.

Un día antes, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon reiteró al presidente sirio Bashar el Asad que estaba alarmado por la escalada de la violencia en Siria y le pidió frenar el despliegue militar contra los civiles. Un nuevo llamado tras la resolución de condena del 3 de agosto pasado del Consejo de Seguridad.

Esa señal surgida desde Nueva York ha sido y seguirá siendo ignorada por Damasco, es la apreciación de Mano Khalils, quien vive desde hace 15 años en Berna.

Y los hechos confirman su apreciación, que comparten otros: “La reacción del Consejo de Seguridad de la ONU es absolutamente insuficiente”, ha dicho, por su parte, Daniel Graf de Amnistía Internacional (AI), Sección Suiza. Esta organización de defensa de los derechos humanos solicita a la ONU una acción rápida, con base en una posición claramente definida y jurídicamente vinculante.

Las medidas a tomar deben comprender el embargo de armas y el congelamiento de los haberes del entorno de Basher el Asad en el exterior, sospechoso de cometer crímenes contra la humanidad contra su población.

Importante canal en el exterior

Pese a que el director de cine de 47 años, Mano Khalil, tiene el camino cerrado para volver a Siria desde hace 18 años debido a la realización de un filme crítico sobre la situación de los kurdos en Siria, permanece en estrecho contacto vía telefónica e internet con su entorno familiar y amistoso en su país.

Debido a su reconocimiento internacional, Khalil se ha convertido en una figura importante para los grupos contestatarios en su Siria natal.

“Como tengo muchos amigos en Facebook, recibo muchas imágenes que la gente graba con su móvil de las protestas que se han hecho en Siria, para que trabaje esta documentación”, indica Khalil en conversación telefónica con swissinfo.ch, desde Turquía, donde se encuentra para filmar su nuevo documental.

Investigaciones in situ, imposibles

Más de 2.000 personas habrían ya perdido la vida ante la represión de las fuerzas de seguridad de Damasco, según calcula el realizador; una apreciación incluso mayor a la de las organizaciones de derechos humanos. AI habla de más de 1500 víctimas en total.

Los informes de Asad se basan en las noticias que se publican en los medios sirios. Los periodistas extranjeros han debido abandonar el país y Damasco no permite el ingreso de representantes de organizaciones de defensa de derechos humanos.

Por ello, AI reclama que Asad abra la puerta a una comisión de investigación independiente, para realizar las difíciles indagaciones sobre los afectados por la represión de las manifestaciones en Siria. Hasta ahora, la propia AI solo puede basar sus informes con base en los detalles que sus contactos en Turquía o Líbano pueden proporcionar.

“Inimaginable”, la impasible actitud del exterior

Para el ciudadano sirio no hay duda de que aún empeorará el derramamiento de sangre en su país. “La generación de jóvenes se sublevará porque ve lo que pasa en el mundo a través de Facebook. Los jóvenes saben que la gente en otros países tiene una vida decente y exigen lo mismo para sí mismos”.

Con la misma tristeza que observa los incidentes en Siria, este exiliado responde ante las reacciones del mundo por la represión violenta del gobierno de Asad. “Para nosotros sirios, ya sea kurdos, musulmanes u otros, es casi inimaginable que EE.UU. y Occidente, además de otros países árabes, observen impasibles la brutalidad del régimen sirio”.

Ante su perplejidad, constata: “La tragedia se encuentra en el hecho de que la población siria no tiene amigos en el mundo”.

La quimera de los islamistas armados

El presidente de los Estados Unidos, Brack Obama, sostiene a Asad bajo el temor de que los islamistas puedan tomar el poder, lo que significaría un peligro para la región.

“Pero en Siria no hay grupos armados, ni islamistas, ni de otro tipo; sino gente que reclama libertad”, subraya Khalil. Reformas políticas como la introducción de una nueva legislación electoral y la creación de nuevos partidos, tal como el presidente Asad lo anunciara la semana pasada, son para Khalil solamente “operaciones estéticas de democracia”.

Para este hombre de la lente, lo que hay que exigir es una intervención militar por parte de la comunidad internacional, tal como ocurrió en tiempos de guerra en la ex Yugoslavia o, actualmente, en la Libia de Gadafi.

Denuncia en La Haya

“¿Por qué la ONU aprobó una resolución para autorizar el bombardeo del palacio de Gadafi y el permiso de acceso a las armas para los insurrectos, mientras que en el caso de Siria la comunidad internacional espera, con  el argumento de que Bashar llevará al país la democracia?, se demanda Khalil.

Además de una intervención militar, el director de cine exige que Asad sea llevado ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya.

También Amnistía Internacional solicita que Naciones Unidas lleven el caso de Siria ante el TPI.

Y pese a que tanto Washington, como Moscú alzaron el tono de sus mensajes  al régimen sirio, las esperanzas de Mano Khalil y de muchos de sus conciudadanos de que ell régimen de Asad llegue a su fin, siguen sin cumplirse.

Por su producción ‘Nuestro jardín del Edén’ (2010), el director recibió el segundo Premio del Filme de Berna, dotado de 20.000 francos suizos.

En esa película, Khalil documenta la coexistencia y colaboración de personas procedentes de diversas culturas en los “jardines familiares”, parcelas para la siembra en la periferia de la capital bernesa, dedicados a las familias de pocos recursos y sin posibilidad de tener un jardín propio.

Los sirios también cultivan en estos espacios, que se han convertido en lugares de encuentro y espacios de intercambio social.

En su actual producción, que filma en la región de montaña de Turquía,  Khalil se centra en el retrato de un apicultor curdo, quien tras haber perdido todo en su tierra y haber tenido que huir a Suiza, inició su labor de apicultor en Basilea.

Las relaciones políticas entre Suiza y Siria no son muy intensas.

El intercambio comercial es modesto, aunque comenzó a crecer en los últimos años.

Suiza exporta sobre todo máquinas, productos farmacéuticos y químicos.

Desde el 2005, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) tiene una oficina regional en Damasco.

Siria forma parte del proyecto regional ‘Mashreq’, para favorecer la creación de puestos laborales y mejorar la protección medioambiental.

La ayuda humanitaria de Suiza se dirige especialmente a los refugiados palestinos que viven en el campo de refugiados en Siria.

En 2009, en Siria vivían 196 suizos, de los cuales, 148 tienen la doble nacionalidad.

1023 sirios tienen residencia en Suiza, según cifras de 2010.

Traducción: Patricia Islas

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