Una exposición proyecta el exilio español en África desde las emociones de los expatriados
Álvaro Vega
Córdoba (España), 2 jun (EFE).- Una exposición proyecta el exilio español en África como consecuencia del golpe militar de 1936 y la derrota de la República en la Guerra Civil (1936-1939), a través de las emociones que vivieron los expatriados, unos 13.000 españoles que llegaron al Norte de África entre marzo y abril de 1939, el final de la contienda.
La muestra, ‘Del éxodo y del viento: exilio español en el Magreb (1939-1962)’ puede verse en la sede de Córdoba (sur) de Casa Árabe y se enmarca en el programa ‘España en libertad. 50 años’ puesto en marcha por el Gobierno para conmemorar el medio siglo de la muerte del dictador Francisco Franco, vencedor de la contienda.
En el aspecto visual está comisariada por el fotógrafo Juan Valbuena (Madrid, 1972), quien explicó a EFE que para decidir el discurso narrativo de la muestra se apostó por «emociones básicas que todo el mundo pudiera entender».
El exilio africano «es una historia (…) cuyo conocimiento estaba restringido a dos ámbitos, el de las propias familias y el académico», por lo que «había que intentar emocionar y ponernos en la piel y en el lugar de todas esas personas».
Valbuena ligó las emociones con los colores que caracterizan cada parte del recorrido y las definió como: el miedo ante la salida de España, la indignación por el trato recibido de los franceses al llegar al exilio, la esperanza en la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y la resignación a comprobar que el exilio se iba a prolongar en el tiempo.
Exilio selectivo
Para el comisario científico de la muestra, José Miguel Santacreu Soler, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante, la característica de este exilio es que fue «mucho más selectivo» y se hizo en barco o avión desde el levante español, en una operación planificada en principio por el socialista Rodolfo Llopis, según cuenta en el vídeo promocional de la exposición.
El exilio español en el Magreb se vio además afectado por la independencia de los territorios que componen esta región de la colonia (Francia), Túnez, Argelia y Marruecos.
El destino para ellos fue diferente. Algunos permanecieron en la zona, unos 8.000, después del retorno a España de la mitad de los llegados a Túnez, otros se alistaron con las fuerzas aliadas en la segunda Guerra Mundial, los hubo que los llevaron a la URSS.
A ellos se suman los embarcados a América y los muertos en los campos de concentración, porque, al igual que les pasó a los exiliados españoles que llegaron a la Francia continental, ese era el primer destino en tierra africana para quienes no tenían familiares o conocidos que los acogieran.
Personas en vez de naranjas y azafrán
Uno de los barcos, el ‘Stanbrook’, zarpó la noche del 28 de marzo de 1939, pocas horas antes del fin de la Guerra Civil. Su capitán, Archibald Dickson, que esperaba en el puerto de Alicante (este) cargar naranjas y azafrán, desobedeció la orden del armador para no evacuar civiles y tomó rumbo a Orán con más de 3.000 personas, en una travesía financiada por el partido socialista.
Del contexto de esta exposición, se pasa a lo que se denomina ‘Vida cotidiana’, una sección que explica la formación de «una red social de apoyo entre los exiliados, basada en las relaciones familiares y la solidaridad entre compatriotas, especialmente entre comunistas, socialistas y anarquistas».
Sumatorio de historias
La muestra se adentra, por último, en un «relato que es un sumatorio de historias: memorias individuales que laten en archivos oficiales y álbumes familiares luchando por salir del anonimato».
De ahí, según Valbuena, que se hayan utilizado tres elementos para llevar el relato: las imágenes, «para llegar al corazón»; los textos, con la intención de ser muy divulgativos; y los objetos, «que tienen toda esa potencia de lo real, como una carta escrita por alguien o un álbum de familia de verdad». EFE
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