Vivir del arte: el sueño del pintor uruguayo que plasma sus raíces en color
Alejandro Prieto
Artigas (Uruguay), 10 abr (EFE).- Llegar a vivir del arte en la norteña ciudad uruguaya de Artigas es el sueño que desvela a Freddy Silveira, el pintor autodidacta que plasma sus raíces en coloridos retratos y lucha por abrir paso a los «anónimos» maestros del pincel que esconde el interior profundo del país.
Las miradas atraviesan la habitación: ojos saltones, verdes, azules o marrones, labios tocando la flauta, gestos pensativos, cuerpos desnudos en contacto con la tierra que se funden en un torbellino de color.
Así atraen los pasos de los visitantes las pinturas que, para una ocasión especial, visten las paredes de la histórica Casa de Gobierno del departamento (provincia) de Artigas.
DEL DOLOR AL COLOR
«Son como hijos que vas juntando», dice a Efe el creador artiguense que, sin haberse formado en dibujo o pintura, encontró en el arte la salida al dolor de la pérdida.
«Hace 17 años que soy viudo. Ahí creo que me dediqué con mayor ímpetu, ganas, al tema del arte, y eso es un poco lo que contrasta, entre el negro de las emociones o del luto que yo viví en algún tiempo (y las obras en color)», expresa.
A esto agrega que, desde el comienzo, fluyó por sus pinceles una influencia «muy grande» de la cultura de Brasil que caracteriza el día a día de un Artigas fronterizo con la ciudad de Quaraí, en el estado de Rio Grande do Sul.
«Mi paleta es muy tropical. Amo los colores, creo que es eso lo que trato de canalizar, las ganas de vivir, de ser feliz, de progresar», expresa el artista.
Sobre su estilo, que denota, según la serie, una fuerte impronta de las obras del constructivista uruguayo Joaquín Torres-García o del célebre maestro del cubismo Pablo Picasso, entre otros, Silveira explica que es variado y «universal».
Así recalca que, si bien pinta «muchos estilos», el que más le identifica actualmente es el figurativo plano y sostiene que busca mucho la conexión de los seres humanos con «la madre tierra».
«Pinto muchos desnudos porque entiendo que la ropa es lo que nos distingue socialmente. Ante Dios y ante la naturaleza somos todos iguales; por eso trato de pasar esa imagen de que todos somos iguales, salvo por nuestras capacidades», explica, y resalta su interés por el «afianzamiento» de lo humano a lo natural.
UN SUEÑO LEJANO
«Crear es lo más bello, es pararte frente al lienzo blanco y plasmar aquella cantidad de ideas, de imágenes que cruzan por tu cabeza en la obra», describe Silveira sobre su pasión, en tanto admite que las dificultades llegan al buscar comercializarlo.
Si bien admite que el apego a sus «hijos» enmarcados no le impide dejarlos «volar», dice anhelar que quien los compre se enamore de la pieza.
Sin embargo, manifiesta que la suma que gana con sus obras en el mercado local es mucho menor a la que tienen cuando las lleva a galerías de Punta del Este (sureste), donde sus obras multiplican por diez su valor: si en Artigas rondan los 12.000 pesos uruguayos (unos 300 dólares), allá valen hasta 3.000 dólares.
DESPEJAR LA SELVA DEL ARTE
Mientras apunta que en su comunidad hay unos 20 artistas que también se ven obligados a llevar obras al sur para aprovechar «el nicho del turismo», para Silveira abrirse paso es un desafío titánico.
«Es como si estuvieras frente a una gran selva con un machete en la mano; hay que hacer el camino para que otros que están trabajando hace mucho tiempo en el anonimato puedan también seguir ese trayecto y comercializar, vivir del arte», recalca. EFE
apf/cmm/lll/jgb
(foto) (video)
© EFE 2022. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.