William Ruto, el «hijo de un don nadie» que ambiciona la Presidencia de Kenia
Pedro Alonso
Nairobi, 8 ago (EFE).- Como fue a la escuela descalzo y vendió pollos de niño en carreteras polvorientas, el hoy millonario vicepresidente de Kenia, William Ruto, se presenta como el «hijo de un don nadie» en la carrera electoral hacia la Presidencia del país.
«Puede que sea el hijo de un don nadie, pero queremos hacer de Kenia un país de todos», afirmó Ruto hace semanas en una ronda de entrevistas con corresponsales extranjeros en Nairobi.
Con ese anzuelo populista para atraer a los desfavorecidos (la mayoría de sus compatriotas), el vicepresidente aspira por primera vez a la jefatura del Estado en las elecciones generales de este martes.
Al frente de la coalición Kenya Kwanza (Kenia Primero, en suajili), Ruto ha acuñado la frase «Nación de buscavidas» en referencia, entre otros, a los millones de jóvenes sin empleo que hacen malabarismos para -literalmente- buscarse la vida.
«El desempleo juvenil -advierte- es una bomba de relojería que representa una gran amenaza para la estabilidad del país».
Ruto ha prometido impulsar la economía con un enfoque «de abajo a arriba» que beneficiará a los pobres, agobiados para llegar a fin de mes por el elevado coste de la vida que ha provocado la pandemia del coronavirus y la guerra en Ucrania.
«MI PRIMER PAR DE ZAPATOS»
Nacido el 21 de diciembre de 1966 en la aldea de Sambut (oeste), en el valle del Rift, William Samoei Arap Ruto creció en el seno de una familia muy humilde.
«Mi padre me compró mi primer par de zapatos en 1981 de un tal señor Onyango en la calle», reveló en 2019 Ruto, quien de niño solía vender pollos a camioneros en carreteras para ayudar a su familia.
Tras graduarse en 1990 en Botánica y Zoología por la Universidad de Nairobi, trabajó como maestro y en 1992 entró en política como tesorero del ala juvenil de la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU), el partido del entonces presidente keniano, Daniel Arap Moi.
Cinco años más tarde logró un escaño en el Parlamento por la circunscripción de Eldoret North (oeste), catapulta de una trayectoria meteórica que, después de ocupar puestos ministeriales, desembocó en la Vicepresidencia en las elecciones de 2013.
Ruto concurrió a esos comicios como compañero de fórmula del actual presidente, Uhuru Kenyatta, pese a haber sido contrincantes en las elecciones de 2007.
Fue, en realidad, un matrimonio de conveniencia política, pues pesaba sobre ambos una acusación de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad por supuestamente alentar la violencia tras las elecciones de 2007, que causó más de 1.100 muertos.
En esa votación, Ruto respaldó al candidato opositor Raila Odinga, de 77 años y ahora -paradójicamente una vez más- su gran rival en las elecciones de agosto, mientras Kenyatta se decantó por el entonces presidente, Mwai Kibaki.
La llegada al poder de Kenyatta y Ruto sirvió de escudo ante la amenaza de la CPI, que se disipó en 2014, cuando el tribunal retiró los cargos contra el primero; y en 2016, cuando la corte desestimó el caso del segundo por ausencia de pruebas, pero sin exonerarle.
La bien orquestada unión de los dos líderes – representantes de las etnias kikuyu (Kenyatta), la mayor de país, y kalenji (Ruto), la tercer más grande- deparó otro triunfo en los comicios de 2017, marcados por la anulación de los resultados y una repetición electoral boicoteada por Odinga, de la etnia luo (cuarta).
Esa alianza, no obstante, saltó por los aires en 2018, cuando -en otro extraordinario giro de tuerca- Kenyatta hizo la paz con Odinga, su implacable adversario político, mediante un simbólico apretón de manos que significó, de facto, la neutralización de la oposición.
Ese vuelco, que acarreó el aval de Kenyatta a la campaña de Odinga para las elecciones de agosto, dejó casi sin poder a Ruto, quien sólo pudo retener su cargo merced a una disposición constitucional que asegura el puesto del vicepresidente.
ESCÁNDALOS DE CORRUPCIÓN
En el terreno personal, Ruto lleva más de treinta años casado con Rachel Chebet, a quien conoció en una reunión eclesial juvenil y con quien tiene seis hijos.
Con fama de brillante orador capaz de hipnotizar a las masas, el vicepresidente ha demostrado un voraz apetito para los negocios que le ha convertido en multimillonario, pese a que el origen de su riqueza es objeto de constante especulación en Kenia.
El líder de la «nación de los buscavidas» posee más de 3.000 hectáreas de tierra en tres condados, cinco helicópteros, dos hangares, dos hoteles, tres residencias privadas, una compañía de gas y una granja avícola, entre otros activos.
Cuestionado en el debate presidencial del 26 de julio -al que asistió en solitario por el boicot de Odinga- sobre lo que considera suficiente en la adquisición de terrenos y propiedades, Ruto respondió con una sonrisa y un «ya es suficiente».
El vicepresidente también se ha visto implicado en sonoros escándalos de corrupción, uno de los peores males que sacuden a Kenia desde que se independizó del Reino Unido en 1963.
En 2010, por ejemplo, fue suspendido como ministro de Educación Superior tras ser acusado por la Comisión Anticorrupción de Kenia de recibir 96 millones de chelines (790.000 euros al cambio actual) procedentes de la venta ilegal de terrenos forestales del Estado, si bien acabó siendo exculpado por falta de pruebas.
Pero William Ruto niega, hasta la saciedad, cualquier corruptela y se afana en convertir al «hijo de un don nadie» en el quinto presidente de Kenia. EFE
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