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Por qué todavía no podemos hacer pruebas de inmunidad a la COVID-19

test anticuerpos
Hay más de 600 test de anticuerpos en el mercado europeo, pero tienen poco valor si no sabemos qué tipo de respuesta de inmunidad se necesita para estar protegido contra una nueva infección de la COVID-19. Keystone / Ciro Fusco

Muchos países apuestan por el fin de la pandemia, pero los expertos en salud pública son más cautos. Una de las razones es que aún no disponemos de una prueba que nos indique nuestra inmunidad al virus.

Poco después del primer caso de coronavirus notificado en Suiza el 25 de febrero de 2020, las empresas tecnológicas y los investigadores médicos empezaron a barajar la idea de crear certificados digitales que demostraran la inmunidad al virus Sars-Cov-2. La idea se silenció rápidamente al quedar claro que no había suficiente información para determinar el tipo y nivel de anticuerpos que indicaran el umbral de inmunidad.

Aunque Suiza, al igual que muchos otros países, acabó desarrollando un certificado Covid que recogía el estado de vacunación o de infección de una persona, los expertos en salud pública se han mostrado cautos a la hora de equiparar el certificado con algo parecido a un pasaporte de inmunidad.

Dos años después de la pandemia, la capacidad de medir la inmunidad sigue siendo una tarea pendiente, afirma Didier Trono, director del laboratorio de virología y genética de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL).

“Yo no diría que estamos navegando sin radar, pero nos encontramos todavía en una fase temprana de comprensión del fenómeno”, declaró Trono, que presidió el grupo de expertos en diagnóstico del Grupo de trabajo científico suizo sobre la COVID-19, a SWI swissinfo.ch. “Todavía no sabemos, desde el punto de vista estadístico, los niveles de anticuerpos que nos indican si alguien es resistente a la infección, si puede transmitirla a otros y si está protegido contra la enfermedad”.

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Los políticos y los expertos suizos en salud pública están de acuerdo en que controlar el nivel de inmunidad de la población es clave para mantener a raya el virus, sobre todo teniendo en cuenta que ya se han levantado la mayoría de las restricciones impuestas por la pandemia. Pero no disponen aún de las herramientas necesarias para hacerlo.

El eslabón perdido entre los anticuerpos y la inmunidad

Actualmente hay en el mercado europeoEnlace externo 632 pruebas de anticuerpos autorizados para su venta. La mayoría de estos test detectan y miden los anticuerpos en la sangre, que son proteínas protectoras producidas por el sistema inmunitario cuando detecta una sustancia extraña, como un virus. 

Este tipo de pruebas se han utilizado en estudios serológicos en Suiza que nos indican la parte de la población expuesta al virus.

Pero estos test tienen poca utilidad en un momento en que casi toda la población ha padecido la COVID-19 o ha sido vacunada. En junio de 2021, uno de estos estudiosEnlace externo realizado en el cantón de Friburgo descubrió que el 73% de las personas mayores de 20 años tenían anticuerpos contra la COVID-19.

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“Algo que mide los anticuerpos contra el virus sin especificar cuántos o cómo se unen al virus no tiene ningún valor. Una vez que te has infectado o vacunado, es muy probable que mantengas algún rastro de los anticuerpos del virus en tu cuerpo durante años”, dice Trono.

Más recientemente -el pasado mes de noviembre-, Virginie Masserey, directora del departamento de enfermedades infecciosas del Ministerio de Salud Pública de Suiza, advirtió al público en una conferencia de prensa que “la positividad en las pruebas de anticuerpos es sólo un indicio de infección, pero no dice nada sobre la protección”. En ese momento, las farmacias suizas se veían inundadas de clientes que querían probar sus niveles de anticuerpos, e incluso en algunos hoteles boutique y centros wellness de Suiza y otros países se ofrecían estas pruebas como parte de un “chequeo de inmunidadEnlace externo“.

Trono
Didier Trono dirige el laboratorio de virología y genética de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y presidió el grupo de expertos en diagnóstico del Grupo de Trabajo Científico Nacional Suizo COVID-19. Se licenció en medicina en Ginebra y realizó su formación clínica en patología, medicina interna y enfermedades infecciosas en Ginebra y en el Hospital General de Massachusetts en Boston. Keystone / Jean-christophe Bott

La variante Omicron sólo reforzó los temores de los científicos de que las pruebas de anticuerpos dieran una falsa sensación de seguridad. Desde la aparición de Omicron, el número de personas que han tenido Covid dos vecesEnlace externo ha sido mucho mayor. Una estadística del Reino Unido mostró que la reinfección era 16 veces mayorEnlace externo desde que apareció Ómicron.

Sin embargo, quizá lo más preocupante es la inmunidad tras una infección por Ómicron. El laboratorio de Trono, junto con sus colegas de Ginebra, dispone de datos inéditos que muestran que la inmunidad después de Ómicron es débil. Las personas que han sido infectadas con Ómicron, pero que no se habían vacunado previamente ni se habían infectado con otra variante, revelaban en sus análisis de sangre que los niveles de lo que se llama “anticuerpos neutralizantes” eran bajos o casi inexistentes. Ese tipo de anticuerpos es la herramienta más importantes para conocer el grado de inmunidad, ya que se unen al virus y le impiden entrar en sus células objetivo.

“Es demasiado pronto para que mucha gente se contagie dos veces de omicron, pero lo que más me preocupa es el futuro, independientemente de las variantes, sobre todo en el caso de las personas que sólo se han infectado con omicron y no están vacunadas ni se han visto infectadas por otras variantes”, dice Trono.

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Los niveles de inmunidad también parecen variar dependiendo de si alguien tiene síntomas leves o más graves, del momento de la infección y de la vacunación, así como de otros factores de salud. Si bien nada de esto es sorprendente, está complicando los esfuerzos para desarrollar pruebas que evalúen la inmunidad.

Sin embargo, los estudios están empezando a llenar algunas de las lagunas que tenemos sobre la inmunidad. Un estudioEnlace externo, publicado en diciembre de 2021, mostró un número significativamente mayor de anticuerpos neutralizantes después de tres dosis de vacunación que de dos. Otro estudioEnlace externo de la Universidad de Stanford reveló diferencias tanto en los niveles como en la estructura específica de los anticuerpos neutralizantes en las personas que habían tenido un desarrollo leve frente a uno grave de la enfermedad. Los autores del estudio afirmaban que esto podría ayudar a crear un test que, si se realizara inmediatamente después de una infección por COVID-19, podría determinar la probabilidad de hospitalización.

Los investigadoresEnlace externo también están estudiando la respuesta de las células T al virus, que es otro elemento importante de la inmunidad. Las células T entran en acción después de que el virus penetre en las células, lo que las convierte en una segunda línea de defensa después de los anticuerpos. Algunos expertosEnlace externo incluso sostienen que cualquier protección tras la infección por Ómicron es más probable que provenga de las células T que de los anticuerpos.

Pruebas precisas y personales

A medida que surgen más estudios como éste, los científicos y los fabricantes de pruebas de diagnóstico han ampliado su conjunto de herramientas para tener una imagen más matizada de la inmunidad.

El equipo de Trono en la EPFL, en colaboración con el Hospital Universitario de Lausana (CHUV), desarrolló en julio de 2021 un nuevo test de sangreEnlace externo que mide la cantidad de anticuerpos neutralizantes específicos y que, por tanto, puede captar si un paciente ha desarrollado inmunidad contra una o más variantes. A diferencia de otras pruebas de este tipo, no se basa en los virus y las células, que suelen ser caros y requieren mucho tiempo. Su equipo trabaja actualmente en relacionar los resultados de estas pruebas con los datos de las reinfecciones y de las infecciones de última hora, y esperan poder compartirlos en unas semanas. Mientras tanto, están buscando formas de comercializar el test.

El Instituto Paul Scherrer, que es el principal instituto de investigación en ciencias naturales e ingeniería de Suiza, ha desarrollado una prueba rápidaEnlace externo que utiliza una muestra de sangre y nanopartículas fluorescentes para medir los anticuerpos a corto y largo plazo, lo que podría indicar el desarrollo de la enfermedad. También puede utilizarse para identificar diversos patógenos, como los responsables de la gripe.

La empresa farmacéutica suiza Roche, que es uno de los principales fabricantes de las pruebas COVID-19, también ha estado trabajando para correlacionar la protección o el riesgo de COVID-19 con los resultados de sus test de anticuerposEnlace externo. En un comunicado escrito, la empresa señaló a SWI que había iniciado en los últimos meses varios estudios con otros socios para crear “una base de datos que nos permita definir un correlato de protección”, que es el nivel de respuesta inmunitaria necesario para protegernos contra la COVID-19 en el futuro.

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Uno de esos socios es Moderna. El fabricante de vacunas estadounidense lleva utilizando desde diciembre de 2020 las pruebas de anticuerpos de Roche en los ensayos de vacunas. Thomas Schinecker, director general de Roche, declaró en una conferencia de prensa a mediados de febrero que la empresa lanzará este año un nuevo test de anticuerpos, así como otro de células T. La esperanza es que estos datos puedan ayudar a determinar cuándo un individuo requiere una dosis de vacunación “de refuerzo”.

La prueba definitiva, señala Trono, será cuando estos diferentes test se validen en grandes muestras de población y se haga un seguimiento de las personas para ver si se reinfectan. “Una vez que veamos infecciones o reinfecciones y podamos correlacionarlas con algún tipo de dato obtenido en estas pruebas, podremos decir que son fiables y un buen sustituto de la protección”, dice Trono. “Hasta entonces, yo sería prudente a la hora de hacer cualquier afirmación sobre inmunidad”.

Traducido del inglés por José M. Wolff

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