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El Salón Internacional del Libro de Ginebra

Entre el precio y el gusto por la lectura, las editoriales independientes en medio del reto de mantenerse. Keystone

Se esperan más de 100.000 visitantes en la feria del libro más importante en Suiza, inaugurada ayer en la ciudad de Calvino y abierta al público hasta el próximo domingo, 2 de mayo.

Mirada a las editoriales independientes de origen helvético que ven mermadas sus entradas ante la competencia creciente y los costos cada vez mayores a cubrir.

Los propietarios de la reconocida casa editorial Amman, con sede en Zúrich, anunciaron recientemente su próximo cierre previsto para junio. Una decisión que pone en cuestión el futuro de otras compañías similares en el mundo del libro.

Suiza cuenta con unas 200 editoriales independientes, que se han multiplicado en años recientes.

Diógenes, la mayor de estas casas editoriales independientes, fue fundada en 1952 por Daniel Keel.

A Keel le complacían los trabajos del caricaturista británico Ronald Searle, pero luego de no lograr persuadir a nadie para publicarlos en alemán, se decidió por crear su propia editorial, explica su hermano Othmar Keel en entrevista con swissinfo.ch.

Lo que Daniel Keel buscaba era un punto intermedio entre lo “serio y aburrido” y “lo entretenido pero superficial”, que dominaba el mundo de las publicaciones en alemán en esos tiempos.

“Él estaba convencido de que no era el único con esta percepción y que miles de lectores estarían de acuerdo con su idea”, agrega Othmar Keel.

Otra editorial zuriquesa, Limmat, fue establecida en 1975 con la tarea específica de publicar los libros que tanta controversia provocaba el movimiento de trabajadores suizos, cuyos trabajos no eran bien vistos por las casas editoriales de entonces.

En ese mismo año, Marlyse Pietri fue precursora de Zoé, una de las principales editoriales en la parte francófona de Suiza, para “llevar la literatura a la gente”.

Un mundo en pleno cambio

Todas estas empresas han sobrevivido por décadas, pero han debido enfrentarse a nuevos retos, entre ellos el de cubrir los crecientes costos, el alquiler y los salarios de sus empleados, como explica Liliane Studer, una de los tres gerentes de la editorial Limmat.

Pero mientras algunas de estas casas han debido venderse o ser cerradas, nuevos negocios florecen con apenas una o dos personas a cargo, agrega.

Ser independiente para una casa editorial significa poder tomar sus propias decisiones, pero el mundo en pleno cambio las empuja a dirigirse hacia direcciones donde no necesariamente se desea ir, lamenta Studer.

“Todo, y no sólo en el mundo del libro, se ha vuelto mucho más rápido. Muchos nuevos títulos aparecen en las tiendas, se venden en dos o tres meses y luego no vuelven a reimprimirse ediciones subsiguientes”, afirma la experta.

“Justo esto es lo que no queremos hacer en Limmat. Nos interesan proyectos con mayor durabilidad y esto nos dificulta la vida”.

“Las tiendas de libros están inundadas de nuevos títulos y deben hacer espacio por lo que ponen a los libros viejos de lado. Cuando vamos a estos negocios observamos que la gente se interesa por nuestros libros, pero ya no están más en las vitrinas de las tiendas, es decir que clientes potenciales ni se enterarán de que estos libros existen”, agrega Liliane Studer.

Si los libros no están físicamente en las tiendas, éstos deben ser almacenados, lo que resulta costoso, explica por su parte Marlyse Petri. Además, deplora la actitud del público interesado, que también busca pagar cada vez menos por una publicación.

“Esperan a comprar el libro en pasta suave, en lugar del de cubierta dura, aunque en realidad la diferencia de precio es de un máximo de 20%, un porcentaje que no se ha modificado en los últimos 35 años”, puntualiza Petri.

Los altos costos de la distribución

Si bien el precio de la impresión ha descendido, el de la distribución asciende, un problema mayor para las editoriales suizas, cuyo mercado es pequeño y en ese contexto, deben expandir sus ventas al exterior.

“Las ventas dependen de un buen distribuidor”, agrega Pietri, que vende tanto en Suiza como en Francia. “Si no encuentro a nadie, entonces paro, porque no voy a trabajar sólo para el mercado suizo”.

Otro problema es el de dar a conocer los nuevos libros. Tanto Pietri como Studer recuerdan que los diarios han reducido al menos a la mitad sus secciones culturales en el último lustro.

Julia Slater, swissinfo.ch
(Adaptación al español: Patricia Islas Züttel)

Unos 10.000 libros se publican al año en Suiza.

Desde la década de 1960, el número de títulos publicados se ha duplicado.

Existen alrededor de 200 casas editoriales independientes en Suiza.

Diógenes tiene 73 empleados y publica alrededor de 150 títulos anuales.

Las otras casas independientes son de dimensión menor, como unos diez empleados.

Limmat y Zoé publican entre 20 a 25 títulos anuales.

La Fundación suiza para la Cultura, Pro Helvetia, destina alrededor de 2,4 millones de francos suizos anuales para respaldar la literatura local, en un país con poco más de 7 millones de habitantes y 4 idiomas nacionales.

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