Lucerna, la ciudad que quiso ser la capital de Suiza
Lucerna quiso ser la capital de Suiza en tres ocasiones. El primer intento tuvo éxito, pero duró poco. Las dos siguientes fracasaron por culpa de los propios lucernenses. Sin embargo, la ciudad y el cantón de Lucerna tienen méritos propios en el desarrollo de la democracia suiza.
Ocurrió algo nunca visto: los patricios de Lucerna renunciaron al poder en 1798. «La forma aristocrática de gobierno queda abolida», anunciaron los gobernantes de la ciudad el 31 de enero. Apenas una semana después se celebraron las primeras elecciones populares para elegir el parlamento de Lucerna. Y el 1 de marzo se inauguraba la Asamblea Nacional de Lucerna.
En aquella época, el mundo político europeo estaba marcado por dos poderosos sistemas: la Francia revolucionaria, por un lado, y la alianza conservadora compuesta por las monarquías austriaca, rusa y británica, por otro.
Francia promovía la idea de la república. Habían surgido repúblicas nuevas en los Países Bajos e Italia bajo el Directorio burgués que gobernaba Francia desde 1795. La idea también se extendió a la antigua Confederación. En particular, se sublevaron los súbditos de ciudades regidas por la aristocracia, como Berna y Basilea.
Sin embargo, la primera ciudad-estado en sucumbir fue Lucerna, en 1798.
La República Helvética
Durante más de 200 años, Lucerna había mantenido estrechos vínculos militares con Francia. Cuando estalló la revolución en París en 1789, la noticia voló rápidamente al lago de los Cuatro Cantones. Y el ala progresista del patriciado de Lucerna quiso seguir ese modelo, aunque en circunstancias muy diferentes.
Sin embargo, Francia tenía otros objetivos. Le intereseba sobre todo los pasos directos a Italia. Los franceses consideraban que sería más fácil controlarlos si Lucerna seguía siendo gobernada de forma centralizada. Así que la república de Lucerna expiró al cabo de dos meses.
Poco después, Francia convocó, en la ciudad vasalla de Aarau, una Asamblea Nacional formada por todos los cantones revolucionarios. Esta Asamblea aprobó la primera Constitución de la República Helvética. Pero aunque la idea había sido de la propia Francia, a París no le interesaba particularmente esa ciudad.
Aarau fue capital provisional de la República Helvética. Sin embargo, las condiciones urbanísticas de la ciudad eran extremadamente precarias. Al cabo de pocas semanas, las fuerzas de ocupación invitaron a varias ciudades suizas a presentar ofertas para una nueva capital. Se presentaron Basilea, Berna, Friburgo, Solothurn, Zúrich y Lucerna.
Se impuso Lucerna.
Lucerna, capital de Suiza
Inmediatamente, las autoridades helvéticas se trasladaron a sus nuevas sedes a orillas del lago de los Cuatro Cantones. ¡Lucerna era ahora la orgullosa capital de una nación con bandera, fanfarrias y francos!
Esta serie de varios capítulos está hecha a la medida de nuestro autor: la polifacética experiencia de Claude Longchamp le convierte en la persona capaz de hacer hablar a los lugares en los que ocurrieron acontecimientos importantes.
Longchamp es el fundador del Instituto de Investigación gfs.bern y el analista político más experimentado de Suiza. También es historiador. Combinando estas disciplinas, Longchamp ofrece desde hace tiempo recorridos históricos por Berna y otras localidades como «city walker», que gozan de una gran popularidad.
«Longchamp interpreta la democracia» fue el título que un periodista puso una vez a su reportaje sobre un «paseo por la ciudad».
La serie multimedia que el autor realiza en exclusiva para swissinfo.ch no se centra en las ciudades, sino en los lugares importantes.
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Pero la alegría duró poco, pues se avecinaba una guerra que las monarquías librarían contra Francia, en parte en suelo helvético. Aunque, al final, solo afectaría a Zúrich, 50 kilómetros al norte. Pero la seguridad de la capital, Lucerna, estaba en peligro. Así, a finales de mayo de 1799 las autoridades helvéticas decidieron refugiarse en un lugar más tranquilo e hicieron de Berna su nueva capital.
A partir de 1803 -tras una breve guerra civil- entró en vigor en la República Helvética una Constitución de mediación. Berna volvió a ser una ciudad entre otras en la pugna por la capitalidad. En ese momento había seis cantones impuestos por el Directorio que proponían un “Landammann” (jefe de Estado), que finalmente era elegido a principios de cada año. Lucerna volvía a estar presente.
Sin embargo, el Tratado Federal que aprobó el Congreso de Viena en 1815 para la época postnapoleónica no contemplaba la figura del “Landammann”. Zúrich, Berna y Lucerna se turnaban en la presidencia de la sesión. No había ninguna capital.
Pero la idea de serlo hacía tiempo que había echado raíces en Lucerna.
El primer fracaso
El segundo intento de Lucerna tuvo lugar en la década de 1830. Se produjo un resurgimiento en aquel momento, y los movimientos de reforma liberal tuvieron éxito en once cantones. Surgieron entonces las democracias representativas cantonales.
Sin embargo, el principal proyecto liberal de crear un nuevo Estado por medios propios no llegó a realizarse. En 1832, la “Tagsatzung”, o Dieta Federal, presentó un proyecto de república federativa con órganos democráticos representativos. El proyecto preveía que Lucerna se convirtiera en la capital.
Pero tampoco llegó a hacerse realidad. Las críticas al proyecto fueron muy duras. Para los conservadores cantones católicos el proyecto iba demasiado lejos, y para el cantón de Vaud la propuesta era demasiado federalista. Incluso la propia Lucerna se arrepintió, ¡precisamente la liberal Lucerna! ¿La razón? El temor a perder importantes ingresos aduaneros.
Segundo fracaso
El tercer intento de Lucerna de convertirse en capital fue a finales de 1848, cuando se fundó el Estado federal. Se había aprobado una constitución, y Suiza era entonces una democracia representativa.
Son principalmente centros políticos, pero normalmente también administrativos, militares, económicos y culturales. Son la sede del jefe de Estado o de Gobierno.
Las federaciones, al igual que las confederaciones de estados, no suelen tener capital, sino centros rotativos, en el mejor de los casos también diferenciados funcionalmente.
Suiza siguió el modelo federal con los llamados centros rotativos o especializados hasta 1798. Desde 1848, Berna es la capital federal, sede del Gobierno y del Parlamento, pero no del Tribunal Supremo. La economía, el ejército y la cultura están también descentralizados.
Todos los cantones, excepto Appenzell Rodas Interiores, tienen una capital claramente definida.
Sin embargo, antes de llegar a esto se produjo una guerra civil. Los cantones conservadores católicos se habían opuesto a esa nueva constitución, y Lucerna en primer lugar. ¿Qué había pasado? Pues, sencillamente, que en la ciudad había cambiado mientras tanto el clima político. Desde 1841, el cantón de Lucerna tenía un gobierno ultraconservador, y en la ciudad gobernaba, al viejo estilo, un leal seguidor del Papa.
Había surgido un contramovimiento conservador-democrático. Los cantones de Lucerna, Uri, Schwyz, Unterwalden, Zug, Friburgo y Valais se unieron para formar una alianza conocida como Sonderbund. Se trataba de defender la singularidad católica de sus miembros frente al Estado federal que se proponía.
Cuando se supo esto, la Dieta Federal decidió eliminar esta resistencia militarmente. La batalla decisiva tuvo lugar a las puertas de la ciudad de Lucerna. Los Freisinnigen, como se llamaban ahora los radicales y liberales, salieron victoriosos y se hicieron con la dirección política de todos los cantones, incluido Lucerna.
Como señal de que el cantón de Lucerna estaba dispuesto a apoyar al joven Estado federal, el nuevo gobierno lucernés ofreció su ciudad para ser la capital y nuevo centro político de Suiza. Pero era un intento condenado al fracaso. Las dudas y reservas de los otros cantones eran demasiado grandes después de la guerra civil.
Berna se convirtió en la capital federal. Y lo sigue siendo hoy día.
Comadrona de la democracia
Sin embargo, Lucerna desempeñó, en varias ocasiones, un papel clave en el nacimiento de la democracia suiza. En primer lugar, llegar a esa constitución federal fue posible por la democratización, es decir, por la ruptura de los sistemas aristocráticos que se había tenido lugar en los cantones.
Los liberales de Lucerna democratizaron las repúblicas cantonales, que no disponían de ningún procedimiento para el desarrollo ulterior de sus constituciones. Para ello, los liberales de Lucerna inventaron la iniciativa popular a partir de un movimiento popular rural. La constitución cantonal de Lucerna la contemplaba desde 1831. Y estipulaba, además, que una constitución aprobada de esta manera no podía ser modificada durante 10 años.
En 1841, los conservadores contraatacaron. También ellos elevaron a rango constitucional un derecho popular: el veto. Con él, el pueblo -en ese momento sólo los hombres- iba a poder confirmar o rechazar las leyes mediante una votación. Sin embargo, los ausentes se contaban como votos afirmativos.
Pero tanto la iniciativa popular como el veto eran enteramente derechos del pueblo en el sentido actual. No obstante, las decisiones no se tomaban mediante votación secreta en las urnas, sino alzando la mano en la asamblea municipal. Desde una perspectiva actual, ese procedimiento se considera hoy relativamente democrático, debido al posible control social.
El teórico de Lucerna
Ambos instrumentos encontraron un importante apoyo en la persona de Ignaz Troxler. En realidad, Troxler era médico y él mismo fue el iniciador del movimiento de reforma liberal en Lucerna. Más tarde se convirtió en profesor de derecho constitucional. También estuvo vinculado al proyecto conservador del veto. Se le puede considerar como un filósofo de la democracia cristiana. Esto le convirtió en interlocutor de varios de los campos ideológicos que entonces surgieron.
Pero el mayor logro de Troxler llegó en 1848, cuando aconsejó la adopción del modelo americano con un parlamento bicameral. Además, abogó por un equilibrio entre los principios de la democracia y el federalismo.
Hasta hoy, ese equilibrio se considera una de las razones más importantes del éxito de la fundación del Estado en 1848 y del establecimiento de la democracia.
Hoy en día, la ciudad de Lucerna es el centro turístico más importante de Suiza. Pero nunca se convirtió en el centro político de un Estado federal democrático.
Adaptado del alemán por José M. Wolff
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