Juan Mayorga, el hombre tranquilo, un maestro de la palabra en el teatro
Inmaculada Tapia
Madrid, 1 jun (EFE).- El español Juan Mayorga, distinguido este miércoles con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022, es un referente del teatro, un dramaturgo con el don de la palabra, que piensa, razona y da emoción en cada una de ellas.
Mayorga (Madrid, 1965) se ha declarado «enfermo de teatro», aunque es licenciado en Filosofía y Matemáticas, una formación con la que ha desarrollado su capacidad de reflexión de observación de la realidad y de saber que la espera y la paciencia llevan a una tranquilidad en la expresión y un sosiego en la palabra con los que hacer brotar espacios de pensamiento.
En 2019 entró a formar parte de Real Academia Española y en su discurso, en la que denominó la casa de las palabras, reivindicó el silencio, un acto que dice mucho de su necesidad por la calma y por serenar la manera de expresar y de contar.
«El silencio nos es necesario, desde luego, para un acto fundamental de humanidad: escuchar las palabras de otros. También para decir las propias», dijo entonces. Un texto que tiempo después se ha representado en el teatro en forma de monólogo, «Silencio», por la actriz española Blanca Portillo.
Tal y como ha destacado el jurado que le ha otorgado el premio, Mayorga concibe su trabajo como un teatro para «el futuro y para la esencial dignidad del ser humano», una labor que ejerce sin buscar el perfeccionismo, pero que revisa sin descanso antes de poner el punto y final.
Ha sido profesor de matemáticas en la universidad y en institutos; y actualmente dirige el Teatro de La Abadía y el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, además de ser director de la cátedra de Artes Escénicas y del Máster de Creación Teatral de la Universidad Carlos III (Madrid)
Siempre ha ensalzado por encima de su labor la del actor, y eso a pesar de los numerosos premios obtenidos, como el Nacional de Teatro en 2007, Nacional de Literatura Dramática (2013), Valle-Inclán (2009), tres premios Max de Artes Escénicas como mejor autor y dos por la mejor adaptación.
UN TEATRO DE EMOCIÓN Y PENSAMIENTO CRÍTICO
El dramaturgo ve en el teatro la mejor opción para desarrollar la imaginación, un lugar en el que se busca la complicidad del espectador que «no ve lo que ocurre en él, sino lo que imagina», en un mundo en el que las pantallas ocupan gran parte del ocio y absorben la mirada.
Un teatro para el que reclama la poesía y la emoción, pero también el pensamiento, el espíritu crítico, un lugar en el que tampoco haya espacio para el olvido, como reflejaba ante el estreno de «El cartógrafo», un espectáculo sobre la vida en el gueto judío durante la II Guerra Mundial.
«Nuestra voluntad es combatir el olvido, que no sea la muerte quien diga la última palabra», señaló.
Las palabras, ese es su juego, una matemática con la que realizar variaciones y permutaciones hasta llegar justo a lo que quiere decir en cada momento y a lo que quier hacer sentir al espectador.
Nada en sus textos es aleatorio, todo está medido aunque sin poner límite, dejando que fluya un discurso ágil con el que pellizcar los sentimientos es el objetivo final.
Es autor de obras como «Siete hombres buenos», «Más ceniza», «Fedra», «El traductor de Blumemberg», «El sueño de Ginebra»; «El jardín quemado», «Cartas de amor a Stalin»; «Primera noticia de la catástrofe».
También de «La tortuga de Darwin»; «La paz perpetua»; «El elefante ha ocupado la catedral»; «La lengua en pedazos»; «El crítico» y «El cartógrafo».
Mayorga ha sido traducido a más de treinta idiomas, sus obras son representados en todo el mundo y es autor de numerosas publicaciones de ensayos y artículos. Textos que invitan al análisis de un tiempo pasado y presente desde la serenidad. EFE
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