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Nuevo esquema de la OMS aceleraría respuesta a crisis mundiales

Una mujer china de edad con mascarilla se abanica
El nuevo coronavirus marcó el 2020. Comenzó en China y se extendió a una velocidad aterradora por un mundo globalizado. Las vacunas generan esperanza, pero faltan reglas internacionales para la investigación que ayude en esta y próximas pandemias. Copyright 2020 The Associated Press. All Rights Reserved.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, contempla lanzar un nuevo sistema para compartir material de investigación científica en la lucha contra la COVID-19. Explicamos cómo podría funcionar y qué obstáculos debería superar.

“A veces, los virus surgen en países que tienen una capacidad limitada para secuenciarlos y clasificarlos”, señaló a swissinfo.ch Sylvie Briand, directora del Departamento de Preparación para Riesgos Infecciosos Globales de la OMS. “Si pueden enviarlos a países que tienen la última tecnología y capacidades para la investigación, es bueno para el mundo, las cosas van más rápido”. 

Las vacunas, por ejemplo, podrían desarrollarse más rápidamente para combatir los patógenos, que son los agentes biológicos infecciosos que causan enfermedades. 

El nuevo esquema de intercambio fue anunciado en noviembre por el director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus. “El sistema acordado a nivel mundial para compartir materiales patógenos y muestras clínicas [facilitaría] el rápido desarrollo de contramedidas médicas como bienes públicos globales”, subrayó.

Explicó que ese nuevo enfoque incluiría un depósito de materiales en Suiza, sede de la OMS; un acuerdo voluntario para compartir materiales en ese repositorio; la posibilidad de que la OMS facilitara la transferencia y uso de los materiales, y una serie de criterios bajo los cuales la OMS los distribuiría.  

De acuerdo con Briand, el organismo internacional de salud ya designó a un equipo para trabajar en el proyecto. La experta precisó a swissinfo.ch que este último se concentraría inicialmente en la COVID-19 pero que la ambición es ampliarlo a “patógenos emergentes”. La OMS ya tiene experiencia en este campo, dijo, en particular con repositorios para virus de la viruela y la influenza, adoptados después de la pandemia de influenza de 2009, lo que permite la labor de una red de laboratorios para intercambiar muestras de virus e investigarlos. 

 Las autoridades del Gobierno suizo declinaron hacer comentarios -en esta “etapa muy, muy temprana”- sobre la declaración de Ghebreyesus de que Suiza había ofrecido un laboratorio seguro para apoyar la iniciativa. Pero una fuente informada confirmó que se llevan a cabo conversaciones y que Suiza, en principio, está dispuesta a proporcionar ese espacio. “Estamos listos, pero efectuamos conversaciones sobre lo que implicaría y cómo sería”, puntualizó la fuente.

Un nuevo sistema también requeriría nuevos arreglos de gobernanza, según un estudio Enlace externoreciente estudio del Centro de Salud Global del Graduate Insitute de GinebraEnlace externo, para garantizar el “intercambio internacional rápido y justo de muestras de patógenos … antes de que ocurra el próximo brote importante”.

Falta de estándares

“El acceso internacional a las muestras es fundamental para comprender los patógenos y desarrollar medicamentos y vacunas para controlarlos, pero ha resultado difícil garantizar una distribución equitativa de los beneficios entre los países de origen”, dijeron los autores del estudio. “Este problema ha despertado una creciente atención y preocupación con los brotes recientes (Ébola, Zika, MERS y SARS-CoV-2 [Covid-19]), pero el sistema internacional para abordarlo sigue siendo totalmente inadecuado”.

Suerie Moon, codirectora del Centro de Salud Global y co-coordinadora del estudio, cree que la iniciativa de la OMS podría ser importante. “En ausencia de reglas, tal biobanco podría ser un paso hacia un marco internacional”, dijo a swissinfo.ch.

Distribución de beneficios

El informe del Graduate Institute destaca la importancia de compartir beneficios, como vacunas y medicamentos, así como muestras de laboratorio para que la investigación científica los haga posibles. “¿Los científicos continuarán compartiendo libremente si no creen que se les trata de manera justa en términos de beneficios?” inquiere. “Me temo que no, y el sistema se estropearía”.

Cita el ejemplo de científicos chinos que compartieron datos de secuenciación del genoma en línea en las primeras etapas del brote de COVID-19 en China. Eso, dice, permitió el inicio del desarrollo de vacunas, especialmente por parte de PfizerBioNTech, cuya vacuna ya ha sido aprobada y se está aplicando en algunos países. Pero es poco probable que los científicos que originalmente compartieron los datos también compartan los enormes beneficios -especialmente financieros- de la vacuna.

Los países en desarrollo también tienden a salir perdiendo, especialmente durante los brotes de enfermedades. El informe del Graduate Institute, por ejemplo, cita a una persona entrevistada para su estudio que dijo: “Los países en desarrollo son en general el eslabón más débil de la cadena cuando se trata de negociaciones bilaterales. Si alguno enfrenta un brote y necesita un medicamento o algún tipo de terapia, y su población se está amotinando en las calles, simplemente dice ‘por favor, ayúdenme’ (…) y le responden: ‘Está bien , Te ayudaré, pero no tendrás acceso, no tendrás regalías’, a lo que responde ‘está bien’”.  

Moon apunta al “nacionalismo de las vacunas” durante la pandemia actual, con los países más ricos luchando por acuerdos bilaterales con compañías farmacéuticas. El programa de intercambio de vacunas COVAX de la OMS es actualmente el “único programa en vista” para tratar de garantizar que los países en desarrollo no se queden fuera. Piensa que la OMS también estaría bien posicionada para ayudar a mejorar la distribución justa de patógenos y beneficios. “La OMS está definitivamente bien posicionada para unir a los actores clave, porque lo ha hecho antes” con su Marco de preparación para una pandemia de influenzaEnlace externo (PIP) en 2011. Uno de los principios clave incluidos en este marco negociado durante mucho tiempo es que la distribución de patógenos y beneficios debe estar en pie de igualdad, que “todos tienen preocupaciones válidas”, dice Moon. 

Laboratorio suizo seguro 

También piensa que Suiza sería un país apropiado para proporcionar el espacio seguro para un nuevo biobanco de la OMS, porque es un país neutral, una “potencia media confiable”, tiene una infraestructura científica y de investigación altamente desarrollada y también es el país anfitrión de La OMS. 

Pero Suiza tiene un número limitado de laboratorios de nivel 4 (alta seguridad) que podrían almacenar tales patógenos, según nuestra información. Serían necesarios sitios de nivel 4, ya que la mayoría de estas muestras son peligrosas.

La capacidad suiza incluye un laboratorio en los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG) desarrollado inicialmente para el virus del Ébola, y un laboratorio en Spiez, Suiza central, así como uno en Zúrich. El laboratorio de Spiez tiene la mayor capacidad de almacenamiento y la competencia más amplia, que incluye muestras nucleares, químicas y biológicas. 

Según nuestra fuente, la contribución suiza a este esquema de la OMS podría involucrar a uno o más de estos laboratorios, según las necesidades y el resultado de las conversaciones. 

Briand dice que el enfoque de la OMS es pragmático y que su objetivo es comenzar con algo concreto, aunque sea pequeño, y luego expandirse. La primera prioridad es asegurar un repositorio físico, de ahí las conversaciones con Suiza. Estas son complejas, implican cuestiones técnicas, logísticas y también legales, por lo que dependerá de cuánto tiempo lleve.

Cuando anunció la iniciativa, Ghebreyesus hizo hincapié en que ese plan se necesitaba rápidamente. “Esperamos que sea cuestión de meses”, dijo Briand.

La codirectora del Centro de Salud Global, Suerie Moon, también enfatiza la urgencia. “Actualmente no tenemos un sistema confiable para la distribución de patógenos y beneficios”, dice. “Esto hace que el mundo sea más vulnerable a la próxima pandemia”.

Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín

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