Chile y Suiza: sistemas políticos disímiles

Keystone

Con ocasión de su visita oficial a Suiza en junio, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue recibida, según la prensa, por su par, la presidenta del Consejo Federal, Micheline Calmy-Rey.

A los chilenos les cuesta entender que Calmy-Rey es sólo el «primus inter pares» de un Gobierno colegiado de 7 integrantes y que se trata de un cargo representativo, rotativo, anual.

Otra equivocación –además de confundir a menudo Suiza con Suecia, consiste en que la Confederación Helvética es una de las democracias más antiguas del mundo.

Comparando Chile con Suiza, se atribuyen todos los defectos locales -desde la falta de cultura cívica, el caudillismo político hasta la brecha entre ricos y pobres-, al hecho de que Chile es un país joven. Sin embargo, en Suiza, las mujeres conquistaron el derecho a sufragio recién en 1971, mientras que las chilenas participaron por primera vez en una elección presidencial en 1952.

Lo que hoy en día es Suiza se logró después de la ocupación napoleónica, el Congreso de Viena de 1815, una guerra civil y la Constitución de 1848. ¡El primer Consejo federal no tenía sede fija!

Chile tuvo su primer poder legislativo en 1810, la primera Constitución en 1830 para luego de la guerra civil de 1891 adoptar un sistema parlamentario. Este sufrió varias rupturas institucionales, siendo la más larga el régimen militar entre 1973–1989. Después de las elecciones presidenciales y parlamentarias en 1989 recuperó la democracia en 1990.

Suiza, a pesar o tal vez por su diversidad étnica, lingüística y religiosa no ha sufrido tales rupturas. Ni la huelga general al término de la Primera Guerra Mundial ni el hecho de que durante las dos Guerras Mundiales no pocos suizos simpatizaran por bandos de guerra opuestos pusieron en riesgo los fundamentos del sistema político, como tampoco hoy la división entre los que abogan por la integración a la Unión Europea y los que la rechazan.

Características distintas

Lo que más distingue los sistemas políticos de ambos países son el unitarismo, centralismo y presidencialismo en Chile y el federalismo pronunciado y la democracia directa en Suiza. También se puede decir que aquí las decisiones políticas se generan desde «arriba» y allá es todo lo contrario.

En Chile se elige al Presidente de la República cada 4 años -sin derecho a reelección para el próximo período-, por voto directo y aún obligatorio de todos los inscritos en los registros electorales y por mayoría absoluta. Es prerrogativa absoluta del Presidente nombrar y destituir a sus ministros y a los representantes del Gobierno central en las regiones y provincias, los intendentes y gobernadores respectivamente.

Esta es una facultad exclusiva con matices porque tiene que considerar la correlación de fuerzas al interior de la coalición que lo llevó al poder: desde 1990, la Concertación de Partidos por la Democracia de centro-izquierda.

Junto con el Presidente se elige al poder legislativo, el Congreso, compuesto por la Cámara de Diputados (120) y el Senado (2 por cada región). El sistema binominal que hasta ahora fue imposible reemplazar por uno proporcional obliga a los partidos a formar coaliciones y limita a los partidos pequeños a la oposición extraparlamentaria. A raíz de este hecho, la coalición de gobierno (actualmente mayoritaria) y la opositora Alianza Nacional de centro-derecha se enfrentan en ambas cámaras desde los años 90.

El añadido de la falta de disciplina parlamentaria y partidaria lleva a dilatar o diluir leyes y, por último, al desprestigio de la labor parlamentaria y a un desgaste de la coalición de gobierno.

Actitud del elector

El hombre de la calle tiene la sensación de que una vez elegidos, los parlamentarios se olvidan de sus compromisos y que sólo le queda pasarles la cuenta en las próximas elecciones. Tiene que canalizar sus inquietudes a través de organizaciones sociales, porque la Constitución vigente de 1980 (aprobada por plebiscito) no considera ni iniciativas populares ni plebiscitos por considerarlos recursos populistas.

Lo mismo sucede en el nivel comunal. Dado que el alcalde y el consejo municipal también son elegidos por votación popular, estas elecciones son un indicador de lo que ocurrirá en el plano nacional.

Suiza emplea otros mecanismos políticos

Suiza nació de una federación de pequeños estados (cantones) independientes. Es por ello que tienen mucha influencia sobre la toma de decisiones a nivel nacional; disponen de su propia Constitución, Parlamento y Gobierno.

Al Consejo Federal le competen sólo los asuntos enumerados explícitamente en la Constitución federal; todos los demás, como por ejemplo la política de educación, incumben a los cantones. Los parlamentos cantonales son elegidos por votación popular y en algunos casos hasta pueden ser destituidos por iniciativa popular.

El Parlamento nacional o federal consta de 2 cámaras elegidas por votación popular cada 4 años: el Consejo Nacional de 200 integrantes como representante del pueblo y el Consejo de Estado de 46 integrantes como representante de los cantones.

Como en Chile, todas las leyes tienen que ser tratadas y aprobadas por las dos cámaras. La Asamblea Federal (ambas cámaras) elige a los 7 integrantes del Consejo Federal y entre aquellos a su Presidente y Vicepresidente. Ocurre al inicio de cada período legislativo de 4 años y luego de las elecciones parlamentarias federales. Muchos de los consejeros federales (ministros) son reelegidos por varios períodos (en promedio llevan 10 años en el cargo).

La próxima vez será el 12 de diciembre, luego de las recientes elecciones parlamentarias del 21 de octubre. Hasta el año 2003 regía la fórmula mágica de 2 consejos federales para los 3 partidos con mayor representación parlamentaria (PDC, PRD y PS) y 1 para la cuarta fuerza, el derechista partido Unión Democrática de Centro (UDC).

El auge electoral de este último obligó al Partido Demócrata Cristiano (PDC) a renunciar a uno de sus puestos. La nueva victoria de la UDC, ahora con 29%, confirma su condición de partido más fuerte en el Consejo Nacional, y el protagonismo de uno de sus Consejos Federales causa expectativas y especulaciones.

No obstante, es improbable una nueva modificación política del Consejo Federal porque ello implicaría inconvenientes para todos los partidos involucrados. La Unión Democrática de Centro tendrá mayor influencia en la política nacional, podrá tal vez elegir los dos Departamentos (Ministerios) que le corresponde, según su conveniencia, pero sin dejar de depender de otra fuerza política. Y sin olvidarse que el Consejo es un gremio colegiado: si bien sus 7 integrantes encabezan sus respectivos Departamentos, todos son igualmente responsables de los actos de cada uno.

Los derechos de voto de los suizos –incluidos los residentes en el extranjero– no se limitan a la participación activa o pasiva en elecciones, sino mediante el referéndum (plebiscito) pueden aprobar o desaprobar decisiones parlamentarias o exigir con la iniciativa popular cambios a la Constitución. Tanto para los parlamentarios como para los ciudadanos pueden implicar un exceso de atención, impedir o dilatar reformas necesarias o tratar de adelantarse a los tiempos.

Exagerando un poco, casi una vez al mes los suizos pueden concurrir a las urnas. Lo que tal vez envidian o admiran los chilenos puede llevar a la misma apatía política que surge cuando los parlamentarios se enfrascan en debates ajenos a las preocupaciones diarias de la gente.

Regula Ochsenbein, Santiago de Chile.

Contexto

Regula Ochsenbein nació en Lucerna el 15 de marzo de 1949. Cursó sus estudios primario y secundario en Basilea y Berna, donde obtuvo su ‘Matura’ (bachillerato), en 1968.

En aquel año de efervescencia estudiantil en Europa comenzó la carrera de Sociología y la terminó en 1977 graduándose de licenciada en Historia Moderna y Sociología de los países en desarrollo y derecho público.

Durante sus estudios participó en intercambios estudiantiles (Checoslovaquia); trabajó de voluntaria en un pueblito de Grecia y en un Kibutz de Israel.

Su vida profesional la llevó, tras un curso de preparación, al servicio diplomático, ámbito en el que permaneció desde 1978 hasta 1985. En ese año decidió abandonar la carrera y quedarse en Chile tras haber ocupado funciones en Portugal, Santiago de Chile y Londres.

Actualmente combina en Chile sus actividades de socióloga con las de artesanía en madera.