
Un día histórico para la juventud egipcia

Las primeras elecciones de la era post-Mubarak han iniciado. Para Noura Abla, una joven con las nacionalidades suiza y egipcia, se trata de una cita para definir el futuro de Egipto. Y hay que participar, desde muy temprano.
Tras una tempestad nocturna que ha limpiado el cielo de El Cairo y ha dejado grandes charcos en las calles, comienza la primera jornada electoral de modo pacífico en la capital egipcia.
A las ocho de la mañana, Noura Abla y su padre Mohamed –un pintor conocido en el país- emprenden el camino a pie hacia el colegio electoral de Abdin, donde una vez vivieron los sirvientes que atendieron en su palacio al rey Faruk.
La madre de Noura, Christine, de nacionalidad suiza, se queda en casa. A pesar de vivir desde hace décadas en Egipto y trabajar como maestra y homeópata, jamás se ha preocupado por obtener la nacionalidad de su país de acogida. “Nunca lo he considerado necesario, pero ahora que en Egipto se mueven las cosas, lo lamento un poco”, reconoce.
En el camino a la cita electoral, -que será fotografiada por la cámara de Mohammed-, nos intercepta el hermano de Noura, Ibrahim.
«Un boicot no sería correcto»
Un día antes, muchos revolucionarios quisieron boicotear las elecciones, como protesta contra la junta militar en el poder y ante la predecible violencia y la falta de seguridad para garantizar este acto público.
“Un boicot no sería correcto. Si no vamos a las urnas, dejamos el campo libre a los Hermanos Musulmanes, que ya de por sí reunirán la mayoría de los votos”, indica Noura. Para la juventud egipcia, nacida en la era Mubarak y que no conoce otra cosa, estas elecciones son especialmente determinantes.
Las filas delante de los colegios electorales no parecen ser tan largas a primera hora del día. Y sobre eventuales problemas o agresiones, más bien pudieran ocurrir ya entrada la tarde, opina la joven suizo-egipcia que el próximo año presenta su examen de admisión universitaria (Abitur) en la Escuela Alemana de El Cairo.
Separados, hombres y mujeres en sendas hileras, esperan su turno para votar. La fila de hombres es más larga. Los muros cercanos están cubiertos con propaganda electoral. Dos mujeres reparten propaganda en hojas amarillas en favor de los Hermanos Musulmanes, que se promueven con el lema ‘Libertad e Igualdad’.
También el ‘Wafd’, el más antiguo partido de Egipto, se promociona aún en el último minuto, hecho que en realidad está prohibido, pero aquí se tolera. Las mujeres –casi todas vestidas a la usanza tradicional y con velo- conversan entre ellas sobre el voto.
“Se dejan convencer fácilmente”
Una anciana pregunta a las otras lo que debe rellenar en las papeletas, al explicar que no sabe absolutamente nada al respecto. “Este es un gran problema en Egipto”, explica Noura. “Mucha gente no está instruida; no han aprendido a pensar por sí mismas. Se dejan convencer fácilmente por los Hermanos Musulmanes para que den su voto bajo el argumento que ellos son los elegidos divinos”.
Noura votará por un partido liberal. Se ha decidido por la representante del partido Al-Ghad (La mañana), Gamila Ismael, que promete construir un Egipto moderno. La imagen de esta candidata se reconoce en numerosos afiches electorales en la ciudad y en el barrio burgués de Zamalek.
En el colegio de Abdin, voluntarios y observadores electorales controlan la entrada y dejan pasar a la gente. Policías y soldados se encuentran al fondo. La afluencia es masiva; la atmósfera, relajada.
Tras media hora de espera, Noura vota. Orgullosa abandona el lugar, con un dedo con tinta azul que mantiene al aire. Esta coloración deberá mantenerse por varios días, un modo de evitar que nadie usurpe su voto ni duplique su participación. Que este procedimiento pueda ser una garantía en elecciones regulares, Noura lo pone en duda.
Futuro en Egipto
Más tarde, en un café callejero narra que apenas con esta revolución se ha politizado. “Participe con frecuencia en las protestas en la Plaza Tharir y seguí de modo intensivo los debates al respecto en Facebook”. En marzo pasado, rechazó con su voto los cambios constitucionales propuestos en referéndum: “No es suficiente cambiar algunos artículos. Debemos escribir de nuevo la Constitución”.
La joven de 19 años colabora en un periódico escolar. Allí apareció un artículo suyo sobre sus experiencias durante los primeros días de la revolución. No se hace ilusiones de que en su país las cosas vayan a cambiar rápidamente, pero quiere comprometerse tanto como pueda en la transformación. “Amo Egipto, el humor y la calidez de su gente. Por otro lado, me molesta que la gente quiera inmiscuirse en mi vida privada, quiera decirme lo que suponen que debo hacer o cómo debo comportarme y vestirme. Eso me restringe”.
Este verano estuve en Beirut y allí me percaté de que me gusta esa coexistencia entre tradición y un estilo de vida moderno; lo que aquí nos hace falta”, dice la chica, con un osado pirsin en la nariz, quien ve su futuro en Egipto, pese a que planifica realizar el año próximo una práctica en otro país árabe y estudios de Comunicación audiovisual en la Escuela Superior de Arte de Zúrich.
“En Suiza funciona todo mejor que aquí, pero si viviese allí, me faltaría la vitalidad y la actividad de El Cairo”.
Este lunes y martes se celebra la primera fase de las elecciones legislativas tras el fin de 30 años del régimen de Mubarak.
Las urnas se abren en las principales ciudades egipcias –El Cairo, Alexandria, Assiut, Port Said, Luxor, Kafr al-Sheikh, Fayoum y Damietta- se eligirán 168 de 498 escaños del Legislativo.
La segunda fase será a mediados de diciembre, y la tercera, en enero.
En marzo de 2012 se deberá elegir al nuevo presidente de Egipto.
De los 82 millones de egipcios, 50 millones tienen derecho a voto.
(Traducción: Patricia Islas)

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