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Bolivia insiste en un mercado legal de la coca

"Esto es una hoja de coca, no es cocaína. No es posible que esté en la lista de estupefacientes de la ONU", afirma el presidente de Bolivia, Evo Morales. Keystone

Es una de las metas pendientes del presidente Evo Morales. Este 2010, el aún representante cocalero intenta que la hoja de coca se despenalice a escala internacional, un proceso que dio inicio en la sede de la ONU en Ginebra hace seis meses.

En Bolivia, la hoja “juega un papel político muy importante”, advierte el etnólogo Mathieu Glayre, miembro de la comunidad suiza en el país andino que, como muchos otros, respalda su despenalización.

La Paz, Bolivia. En el hotel recibo de bienvenida un mate de coca, “para el mal de altura”, me indica el camarero, y durante dos semanas, escucharé lo mismo en boca de decenas de personas.

Será la primera de muchas de estas infusiones que beba. Las hay en diversas presentaciones, como aquella “con manzanilla, para la buena digestión”. En la zona andina este producto es legal y nadie considera esta hoja como una droga.

En el Altiplano, su existencia es inherente a la vida cotidiana. Y es que “con la coca se reduce el apetito”, me recuerda una mujer nativa en un mercado rural; un atributo que ya en época de la Colonia sería aprovechado para mejorar la productividad de los mineros.

“Si los Estados occidentales – y en particular los Estados Unidos- consideran la hoja de coca como una droga, hay que decir que ellos son los principales consumidores de cocaína y que se benefician ampliamente del reciclaje de narcodólares. Del otro lado de la cadena, han criminalizado a los pequeños productores”, señala el geógrafo suizo Mathieu Glayre, quien vive en Tarija desde 2007.

El voluntario suizo explica el papel de la hoja de coca en Bolivia: ”Buena parte de los cocaleros de la región del Chapare tienen origen minero, gente que perdió su trabajo en los años 80 con la privatización, y en busca de un nuevo ‘modus vivendi’, transportaron también sus potentes organizaciones sindicales en torno a la producción de la hoja. Y de allí la coca se convirtió en un símbolo de resistencia ante la presión norteamericana para terminar con los cultivos en los 90”.

”Error histórico”

Justo de esa región proviene la figura de Evo Morales, el defensor de mayor voz en el intento de sacar la hoja de coca de la lista de estupefacientes prohibidos.

“Una de las luchas del actual gobierno boliviano es reconocer el inmenso potencial de la hoja de coca para industrializarla y exportarla de modo legal”, reitera Glayre.

Otrora cocalero, Evo Morales, en su calidad de presidente boliviano, mascó la hoja en marzo de 2009 ante la Comisión de Narcóticos de la ONU, en Viena, e insistió en corregir “un error histórico” cometido hace 49 años, cuando en 1961 la hoja quedó inscrita junto con la cocaína en el Convenio Único sobre Estupefacientes de la ONU.

Despenalización primero, luego ‘Coca Colla’

Y Morales no cambiará su discurso. Su gobierno evalúa el respaldo a un proyecto de los cocaleros del Chapare (bastión electoral del presidente) para comercializar la bebida ‘Coca Colla’, que buscaría hacerle competencia a la ‘Coca Cola’, en cuyos orígenes se encuentra la polémica hoja.

El concepto, poco viable en el panorama actual, se ofrece en el marco de los esfuerzos por la industrialización de productos legales derivados de la coca, una estrategia gubernamental encaminada a aumentar la extensión legal de cultivos de 12 a 20.000 hectáreas, aunque se denuncia que hoy hay 30.000 hectáreas de plantíos para uso tradicional y para la elaboración de cocaína.

Delito, importar mate de coca

El dirigente boliviano reitera que la hoja “no es dañina para la salud humana en su estado natural”. Y no es el único que lo afirma.

“Usted acaba de beber mate de coca, no hay nada ofensivo en él, a veces lo llevo a Suiza, no creo que haya una ley en contra de ello”, me dice una expatriada helvética, quien prefiere guardar el anonimato.

Lo cierto es que “la importación, la posesión, el consumo y el comercio de la hoja de coca está penalizado por la ley de estupefacientes de Suiza”, esclarece a swissinfo.ch el especialista de la Policía Federal helvética, Roger Flury, desde Berna.

No obstante, Flury señala que es relativamente rara la introducción de hojas de coca de Sudamérica a Suiza, y que “los autores de este delito son principalmente turistas que vuelan por Sudamérica y traen para su propio consumo pequeñas cantidades de mate de coca”.

La mayoría de ellos –prosigue- dicen no saber que es ilegal importarla a Suiza de la hoja; no obstante, también esas personas son perseguidas penalmente.

”Una vergüenza”

¿Apoya la despenalización?, preguntamos a una decena de miembros de la comunidad suiza en Bolivia. Sus respuestas fueron afirmativas, como ésta: “Sí, que sea despenalizada. No hay nada ofensivo en ella. Hay cosas peores, como el tabaco, que provoca cáncer; la hoja de coca es un remedio para contusiones, dolores de estómago, para el ‘sorojchi’ (mal de altura). Aquí, en cualquier farmacia venden las ‘Sorojchipills’, una especie de aspirina para el mal de altura”.

El Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) realiza actualmente consultas para evaluar la petición de La Paz de modificar el Convenio Único sobre Estupefacientes en lo que atañe al mascado de este producto natural.

Y sobre si el debate en torno a la nocividad de la hoja de coca resulta similar a aquel en Suiza sobre la marihuana, Mathieu Glayre arremete: “La planta de marihuana tiene efectos psicológicos, es una droga en su estado natural; pero la hoja de coca no los provoca, no genera adicción. Es como la uva. Es una vergüenza que esté penalizada a nivel internacional”.

Por un proceso serio de industrialización

Y la opinión del boliviano Waldo Albarracín, catedrático de Derecho en la Universidad Estatal de La Paz, otrora presidente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia y ex Defensor del Pueblo:

“Es un derecho, es una asignatura pendiente de la comunidad internacional frente a Bolivia porque hay una criminalización injusta, arbitraria de la hoja de coca, en el sentido de que coca no es cocaína. Evidentemente el narcotráfico, la producción y comercialización de la cocaína es un flagelo que hay que combatir, pero ellos empiezan por no combatir al tráfico, sino el producto. Y la coca tiene un sinnúmero de derivados que no sólo terminan en cocaína.”

El jurista respalda la promoción de “un proceso serio de industrialización de la coca como una manera efectiva de combatir el narcotráfico. Nunca se han hecho esfuerzos reales para combatir el consumo, que está fundamentalmente en la sociedad occidental, y el narcotráfico, como cualquier otra actividad económica, no está liberada del fenómeno del mercado: a mayor demanda, mayor producción. Por eso creo que hay aún decisiones que marcan niveles de arbitrariedad en la comunidad internacional.”

Patricia Islas Züttel, swissinfo.ch

El Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) anunció el 30 de julio de 2009 el inicio de consultas sobre la propuesta de Bolivia para enmendar la Convención Única sobre Estupefacientes en lo que atañe al mascado de la hoja de coca.

De ser aprobada esta enmienda, cada país podría tomar su propia decisión sobre el tema, argumenta el gobierno boliviano.

Una ley nacional permite en que Bolivia dedique un total de 12.000 hectáreas de arbusto de coca para fines tradicionales, como el masticado.

En la nueva Constitución, redactada por el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS), la coca está consignada como “patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia y como factor de cohesión social. En su estado natural no es estupefaciente”.

Después de Colombia y Perú, Bolivia es el tercer productor mundial de coca, con alrededor de 30.000 hectáreas de cultivos.

Actualmente, la ley boliviana considera lícitas hasta 12.000 hectáreas de cultivos de coca para usos tradicionales, como la infusión, masticación y rituales.

No obstante, las zonas de cultivo han crecido a 30.000 hectáreas en los últimos años, según un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Es decir 18.500 son ilegales.

Morales, quien sigue al frente de los sindicatos cocaleros del Chapare, informó a finales de 2009 que impulsará en el Parlamento (de mayoría a su favor) una modificación a la ley para aumentar a 20.000 el número de hectáreas legales de cultivo.

En Bolivia existe el Viceministerio de Coca y Desarrollo Integral, dedicado al ambicioso proyecto de la industrialización de la hoja para producir y exportar infusiones, harina para la fabricación de pasteles, pasta dental, licor de coca o la gaseosa ‘Coca Colla’, en alusión al apelativo que reciben los habitantes de la parte andina del país.

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