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Sueños y fantasías de Henri Rousseau

‘¡Sorpresa!’, 1891: una de las obras maestras de "el aduanero" dedicadas a la junga. Fondation Beyeler/Riehen

En ocasión del centenario de su muerte, la Fundación Beyeler propone reunir las visiones fantásticas del artista autodidacta francés, considerado hoy como uno de los mejores intérpretes del arte moderno.

Soñaba, como tantos, en mundos lejanos y paisajes exóticos, junglas con monos, felinos, aves y otros animales salidos de su fantasía.

Un tigre que se mueve furtivamente tras el follaje, pronto a saltar sobre su presa. Un león que toma una gacela, a la que se le escapa una lágrima… una pantera en lucha cuerpo a cuerpo con un hombre de piel negra.

A diferencia de otros pintores, Rousseau se dedica a construir paisajes de sus propios sueños, sin haber seguido ninguna escuela de pintura. Y, sobre todo, sin dejarse desalentar por comentarios o burlas por la expresión multitudinaria y colorida de su espíritu infantil, ingenuo y soñador.

“Pocos artistas, como ’Rousseau, el aduanero’, han sido tan criticados durante su vida. Y pocos hombres han afrontado con tanto ánimo y tanta calma las burlas y la tosquedad de que han sido objeto”, escribe en 1914 el poeta francés Guillaume Apollinaire. “El aduanero era consciente de su fuerza. En una o dos ocasiones, dijo ser el pintor más fuerte de su tiempo. Y es posible que, en muchos aspectos, no se equivocara mucho al respecto”.

Prejuicios ingenuos

De hecho, Henri Rousseau no se equivocaba al considerarse incluido en el primer plano del arte moderno. Un ejemplo de su importancia fue la presencia del ministro francés de Cultura en la inauguración de la muestra de la Fundación Beyeler en Riehen, cerca de Basilea, Suiza.

Considerado ampliamente como el representante más singular del arte naif (ingenuo), sólo en una segunda etapa fue visto como uno de los mayores intérpretes de toda la renovación creativa que caracteriza la pintura de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

“Con esta exposición esperamos terminar definitivamente con los prejuicios ingenuos que califican a Rousseau de pintor naif. Queremos contribuir a hacer reconocer la importancia de su obra e influencia en el desarrollo del arte moderno, el Cubismo, el Surrealismo, y finalmente, el Expresionismo”, subrayó Samuel Keller, director de la Fundación Beyeler, presentando la extraordinaria retrospectiva, la primera organizada en Suiza desde 1933.

Fascinación

Nacido en 1844 en Laval, al noroeste de Francia, en el seno de una familia modesta, tras la escuela, permaneció 5 años como recluta en el ejército para escapar de la prisión por haber cometido un robo. En 1871 ocupó un puesto en la oficina de aduanas de París, encargado de recibir los derechos de las mercancías importadas en la capital; de ahí que se le conozca como Rousseau ‘el aduanero’.

Poco inclinado a la labor administrativa, prefiere dedicarse a pintar: retratos, paisajes urbanos de París y alrededores, junglas tropicales.

Expuestos por primera vez en1885 en los salones alternativos, sus lienzos suscitaron, en el mejor de los casos, hilaridad. Pero el “pintor dominguero” estaba convencido de haber encontrado su camino: en 1893, a los 49 años, con una reducida pensión en el bolsillo, abandona la oficina de aduanas para consagrarse enteramente a su vida de artista.

A su muerte, en 1910, sus obras no fueron tomadas en serio ni por parte de los críticos, ni por parte de los comerciantes de arte. Su genialidad creativa y su personalidad extravagante fascinaron a algunos grandes artistas como el suizo Félix Vallotton, el primero en reconocer su talento; a Picasso, entre los poquísimos que adquirieron uno de sus lienzos (por 5 francos); o Alfred Jarry, que lo bautiza con humor como “el aduanero”.

Poesía y misterio

Al ser visitante asiduo del Louvre, el autodidacta Rousseau parece haber encontrado su fuente de inspiración, su técnica artesanal y su inconfundible estilo. Mientras que los impresionistas cubren sus lienzos de puntos y trazos, “el aduanero” diseña con precisión los contornos de cada elemento, antes de colocar los colores.

Mientras los otros artistas buscaban la ilusión de la perspectiva, Rousseau crea una nueva dimensión del espacio, pintando el fondo de los telares, objeto por objeto. Sus obras están prácticamente desprovistas de luz, de reflejos, de sombras y de la impresión de movimiento, tan buscado por los pintores de la época.

Su fuerza expresiva subraya sobre todo la extraordinaria imaginación del artista. Sus paisajes urbanos, en donde todos sus personajes aparecen con vestidos dominicales, son composiciones poéticas. Sus retratos son representaciones circundadas de misterio. Su fantasía -de ‘Una noche de carnaval’ de 1886 y ‘La encantadora de serpientes” de 1907- es una visión que se mueve en un mundo de sueños y de magia.

“El aduanero” no pisó nunca más territorio que el francés, y sólo vio animales exóticos en los jardines botánicos del zoológico de París, pero libres, sólo en dibujos. Sin embargo, pocos como él, han logrado hacer soñar a generaciones de admiradores representando junglas, hábitats de bestias hambrientas, monos que saltan de un árbol al otro, aves coloridas y serpientes encantadas.

Armando Mombelli, swissinfo.ch
(Traducción: Patricia Islas Züttel)

Abierta hasta el 9 de mayo de 2010, la exposición sobre Henri Rousseau presenta una cuarentena de pinturas de “el aduanero”, entre retratos, paisajes y alegorías.

Para ilustrar la influencia ejercida por Rousseau sobre el arte moderno, la Fundación Beyeler muestra también diversas obras de Picasso, Léger y otros artistas de la época.

La muestra, la única a nivel mundial realizada en ocasión del centenario de la muerte del artista, será también expuesta en el Museo Guggenheim de Bilbao, España.

1844: Henri Julien Félix Rousseau nace en Laval, Francia.

1861: la familia Rousseau se transfiere a la ciudad vecina de Angers, dónde Henri inicia labores como escritor en un despacho de un abogado.

1864: para escapar a una pena de prisión por robo, se recluta como voluntario en el ejército.

1868: matrimonio con Clémence Boitard, con la que tuvo una decena de hijos. Sólo dos de ellos alcanzan la edad adulta.

1871: Henri Rousseau obtiene un empleo en la oficina de adunas de París. En su tiempo libre compone pequeñas obras teatrales y comienza a pintar.

1885: Primera exposición en el ‘Salon des Réfusés’ de París

1893: Henri Rousseau abandona con una reducida pensión su trabajo en aduanas para consagrarse a la pintura. Sólo venderá algunos telares durante su vida.

1908: Picasso organiza un banquete en su honor, en el que participan diversos artistas de la época.

1910: Henri Rousseau muere en París, Un año después se organiza una retrospectiva en homenaje a su talento.

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