Alinghi … todo mundo se pone de pie

Los simpatizantes de Alinghi no son necesariamenta apasionados de la vela. Keystone

Se quedan hasta tarde para seguir las regatas en directo y hablan de él por las mañanas en los cafés.

A pocas millas del final de la Copa de América, Suiza es cubierta por una ola de locura.

Uno les cruza a veces por las mañanas, ojerosos, pero radiantes de un misterioso orgullo. Un vecino, una amiga, un colega … no son apasionados del deporte de vela y, sin embargo, se levantaron en plena noche para seguir el desarrollo de Alinghi.

El entusiasmo ya era fuerte desde las eliminatorias (Copa Louis-Vuitton), pero ahora bate todos los récords después de que el Reto suizo boga hacia la Copa de América.

Expertos en vela

“Todo el mundo en Suiza se ha convertido ahora en experto en vela”, afirma maliciosamente Lori Schüpbach. “No hay más que escuchar las conversaciones en los cafés o en el tren. Y eso es muy bueno para nuestro deporte”.

El jefe de redacción de la revista especializada SWISSBOAT-Yatching compara el fenómeno a aquel suscitado por las medallas olímpicas atribuidas a Simon Amman: “En Suiza, todo el mundo no hablaba entonces sino del ski de salto”.

Millares de noctámbulos

Un frenesí confirmado por las cifras. La televisión suiza de expresión francesa (TSR) constata también un incremento importante en el número de espectadores. Fueron cerca de 10 mil durante la Copa Luis-Vuitton. Ahora son dos o tres veces más.

“Esas cifras son irrisorias comparadas con las que se registran a las 19:30. Pero para la mitad de la noche, son diez veces superiores a las habituales”, comenta Raymond Vouillamoz, director de programas de la TSR.

Vestir como Alinghi

Y esta Alinghimanía se traduce también en un incremento en las ventas de productos derivados: gorras, camisetas, etc. La sociedad Prosource, de Verbier, produce medio centenar de artículos con el logo Alinghi o SUI-64 (nombre del barco).

“Al principio, en mayo del 2002, vendíamos nuestros productos sólo por Internet. Teníamos alrededor de 10 pedidos por día”, recuerda Marissa Berndston, responsable de ventas. “Ahora tenemos entre 200 y 400 por día”.

Algunos raros comercios especializados en el rubro de la vela se interesaron entonces en los artículos Alinghi. Ahora se les encuentra también en los mostradores de las tiendas de moda.

“Incluso si hubiéramos previsto producirlos en un alto número, la demanda superó todas nuestras expectativas. Hace poco se nos acabaron las reservas de gorras”, comenta.

1,500 suizos en Auckland

Pero los fans de Alinghi no se contentan con una camiseta o una gorra. Los más apasionados van hasta Nueva Zelanda.

Hasta ahora, la agencia oficial de viajes de Alinghi ha organizado los desplazamientos de 1,500 suizos hacia Auckland.

“Los muy buenos resultados del Reto suizo nos han aportado muchas reservaciones de último minuto”, precisa Jean-Luc Delay de Fert Voyage.

Vibrar juntos

Finalmente, que sigan las regatas a Auckland o desde el sofá, los simpatizantes de Alinghi buscan todos lo mismo: Dejar la rutina y soñar, al menos por un instante.

“Es un momento de vibración colectiva. Un viaje efímero”, comenta Fabricio Sabelli. “En todos los tiempos la humanidad ha necesitado identificarse con los héroes. Y este equipo funciona como un reloj”, concluye el etnólogo.

Alinghi es también un símbolo de la precisión y del trabajo bien hecho. Y a los suizos les gusta eso.

swissinfo, Alexandra Richard y Mathias Froidevaux
(Traducción Marcela Águila)