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La mirada de Hitler a Suiza

El historiador Stefan Schäfer afirma que los planes de Hitler amenazaron la soberanía helvética. Keystone Archive

Los planes de Adolf Hitler para ocupar Suiza militarmente en un ataque por sorpresa, presumiblemente a comienzos de 1941, han sido analizados por el historiador alemán Stefan Schäfer, de la Universidad Martin Luther, de Halle-Wittenberg (este de Alemania) en su libro 'Hitler y Suiza'.

La investigación de Shäfer, se basó en documentos originales sobre los preparativos de la invasión depositados en el Archivo Federal y en el Archivo Militar de Alemania.

Según él, una de las razones principales por las cuales no se produjo la invasión a Suiza, que tenía movilizados a unos 450.000 hombres en previsión de un ataque a sus fronteras, fue el mantenimiento del alto el fuego a que se vio forzada a aceptar Francia, tras la agresión militar de Alemania entre mayo y junio de 1940.

«En Suiza, predomina el punto de vista, según el cual el país helvético superó la Segunda Guerra Mundial, porque cumplía una importante función en su papel de suministrador de divisas para la economía de guerra alemana», afirmó Schäfer en una entrevista con swissinfo.

«Sin embargo, la amenaza militar que pendía sobre Suiza durante el conflicto bélico hace suponer todo lo contrario», agregó. «Si no hubiera sido así ¿cómo se explicaría la discrepancia entre la política expansionista de Hitler y la supervivencia atípica de ese pequeño Estado democrático y neutral?»

¿Estuvo amenazada alguna vez la existencia de la Confederación Helvética como Estado independiente y soberano? La respuesta es «sí», señaló el historiador.

Hitler ordenó a su Estado Mayor comenzar la elaboración de los planes de la operación que, más tarde, pasaría a denominarse ‘Tannenbaum’, casi simultáneamente con la conclusión de las negociaciones del alto el fuego el 22 de junio de 1940.

Cuando tres días más tarde entró en vigor este acuerdo, y la crisis gubernamental suiza se encontraba en su peor momento en Berna, la Sección Operaciones del Estado Mayor del Ejército alemán había concluido el primer esbozo de un eventual ataque militar contra Suiza.

Si la campaña contra Francia hubiera continuado, con un refuerzo de los efectivos franceses desde las colonias en África, Suiza habría sido alcanzada directamente por las acciones militares de los nazis que planeaban utilizar su territorio para llegar lo más pronto posible a la zona no ocupada del sur de Francia y al Mediterráneo.

Las tensiones internas de aquellos momentos de incertidumbre para el gobierno suizo han quedado reflejadas desde la perspectiva de los refugiados judíos que llegaban a las fronteras helvéticas buscando asilo desde 1938 por el libro ‘Los justos de Suiza’, de Meir Wagner, que acaba de ser presentado también en Berlín.

Wagner, sobreviviente de los campos de exterminio nazis, destaca el heroísmo de ciudadanos helvéticos como Anne Marie Im Hof-Piguet, de la Cruz Roja Suiza, que desafiando las leyes de su país y arriesgando sus vidas hicieron todo lo posible por salvar de una muerte segura a cientos de perseguidos por el racismo en Alemania.

Los planes del Ejército alemán quedaron finalmente aprobados, tras varios estudios, el 26 de octubre de 1940 y preveían el ataque un ‘día X’, mantenido bajo el más absoluto secreto, para quebrar la resistencia suiza en el tiempo más breve posible y contando con el factor sorpresa y la superioridad de los efectivos germanos.

Si bien con algunas diferencias en cuanto a los detalles y al número de divisiones alemanas necesarias, todos los análisis militares estimaban «elevado» el poder de combate de los helvéticos. Los soldados suizos son inexpertos, pero están bien motivados, señalaban los militares del Ejército alemán en sus estudios.

El objetivo operativo de todos los estudios era la rápida destrucción del Ejército de la Confederación Helvética y la conquista de la zona central de Suiza, debido a su importancia estratégica desde el punto de vista económico y de las vías de comunicaciones.

Al Cuerpo de Ejército XVIII, por ejemplo, le era encomendada la tarea de tomar la importante región de producción de armamentos en torno a la ciudad de Solothurn, situada en el centro de la dirección del ataque alemán.

La sustitución de las unidades blindadas del general Guderian, que hasta ese momento habían actuado en el teatro de operaciones de Francia cerca de la frontera con Suiza, por las del 12º Ejército, especialmente preparadas para las condiciones de terreno imperantes en el país helvético, hablaban a las claras de los preparativos que el Alto Mando alemán había adoptado para el ataque.

La ocupación de Suiza no era uno de los objetivos primarios de Hitler al emprender su campaña contra Francia, pero la Confederación Helvética se convirtió en un objetivo indirecto en la conducción de la guerra a medida que los éxitos militares del Tercer Reich y el ingreso de Italia parecían permitir la anexión total de Suiza.

Esto hubiera permitido a Hitler redondear su éxito en Europa occidental, concluye el historiador Stefan Schäfer.

Juan Carlos Tellechea, Berlín

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