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¿Pone en peligro la política comercial de la UE la resistencia de Valonia al CETA?

Paul Magnette (i), presidente de la región belga de Valonia, y Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, hablan sobre el tratado de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA) el 22 de octubre de 2016 en Bruselas afp_tickers

La resistencia valona al CETA, el ambicioso tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá que debía firmarse el jueves, perjudica a la UE, ya afectada por el Brexit, y supone un obstáculo a la política comercial de los 28.

“Parece algo evidente para mí, para Canadá, que la Unión Europea no es capaz actualmente de tener un acuerdo internacional, ni siquiera con un país con unos valores tan europeos como Canadá”, lamentó el viernes la ministra de Comercio Internacional canadiense, Chrystia Freeland, al borde de las lágrimas.

El sábado, instó a la UE a “acabar su trabajo”.

El “no” al CETA de Valonia, región franparlante del sur de Bélgica, de 3,6 millones de habitantes, “muestra la amenaza de parálisis que acecha a las instituciones europeas”, consideró Sébastien Jean, director del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales (CEPII), con sede en París.

“Si dejamos la política comunitaria en manos de políticos de toda índole, esto es algo problemático”, recalcó.

-‘500 millones de europeos como rehenes’-

“Es evidente que si una pequeña comunidad es capaz de tener como rehenes a 500 millones de ciudadanos de la UE, hay un problema claro en el proceso de decisión y en el sistema de puesta en marcha en Europa”, apuntó Gianni Pittella, presidente del grupo Socialistas y Demócratas (S&D) del Parlamento Europeo.

Federalizada desde el tratado de Roma de 1957, la política comercial es una competencia exclusiva de la Unión, poco contestada durante décadas.

La Comisión Europea, encargada de defender en la escena internacional los intereses de la UE, conduce las negociaciones tarifarias y comerciales con terceros países y organizaciones internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Pero con la mediatización y la impopularidad crecientes de los acuerdos de libre comercio -como el TTIP (TAFTA), negociado con Estados Unidos-, esta competencia parece cada vez más desacreditada.

“Estar en sintonía con el debate público se ha convertido en uno de los imperativos para obtener el apoyo en los acuerdos negociados”, consideró Charles de Marcilly, responsable de la Fundación Robert Schuman, en Bruselas.

Para Sebastian Dullien, del Consejo Europeo sobre Relaciones Exteriores (ECFR), de Berlín, “la Comisión Europea tiene parte de responsabilidad, pues no buscó ningún diálogo inmediato con los escépticos. Y para este tipo de asuntos, se necesita un amplio consenso”.

Con todo, ningún otro acuerdo comercial ha necesitado tantas explicaciones y debates como el TTIP o el CETA, cuyas 1.600 páginas están disponibles en línea, arguye Bruselas.

“Algunas capitales no defienden públicamente lo que apoyaron en Bruselas y utilizan los acuerdos comerciales con fines políticos nacionales, incluso, para estrategias electorales”, denunció De Marcilly.

Y “algunos partidos utilizan el comercio como un tema de división, como en el caso de Holanda con el referéndum”, en la primavera pasada, sobre el acuerdo de asociación UE-Ucrania, destacó.

– Carrera UE-EEUU –

Queda por saber si la resistencia de Valonia mermará la imagen de la UE, como temen los dirigentes de las instituciones europeas.

“Todo depende de cuánto tiempo se necesite para superar las diferencias”, advirtió Dullien, del ECFR.

En cualquier caso, el bloqueo ha despertado enormes interrogantes sobre la capacidad de la UE para negociar tratados comerciales ya en curso, como con Estados Unidos, Japón o el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela).

Pero también, apostilla Dullien, “por los acuerdos futuros con India y otros países de Sudamérica”.

“En efecto, cuantos más acuerdos de libre comercio ha amarrado un actor del comercio mundial, mayor posición de fuerza adquiere para imponer sus estándares de productos”, explicó.

En esta carrera están implicadas las dos primeras potencias comerciales del mundo: la UE y Estados Unidos.

“Se trata de definir los estándares que serán prescriptores, por [ser] ineludibles, en términos de peso en los mercados”, declaró Marcilly, matizando que “Estados Unidos ya ha tomado la iniciativa de reforzar sus vínculos económicos con los países de Sudamérica y Centroamérica, así como con varios países emergentes asiáticos”.

“La ambición para la UE”, afirmó, “es no dejarse superar y seguir siendo una potencia normativa”.

“No debemos hacer acuerdos a cualquier precio, pero tampoco hay que dejar que los estadounidenses ocupen ellos solos el terreno”, advirtó Dullien.

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