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Larossi Abballa, un asesino en nombre de la yihad con “sed de sangre”

El yihadista Larossi Abballa, en una fotografía obtenida el 14 de junio de 2016 de Facebook afp_tickers

“Tengo sed de sangre. Alá es mi testigo”. Larossi Abballa, que mató el lunes a un policía y a su compañera en nombre de la yihad cerca de París antes de ser abatido, abrazaba desde hacía años el islamismo radical, sin esconder su deseo de atentar en Francia.

Originario de la localidad de Mantes-la-Jolie, a unos 50 kilómetros al oeste de París, Abballa, de 25 años, con pelo largo y corta barba, había sido condenado en septiembre de 2013 por haber participado en un grupo que enviaba voluntarios para la yihad a Pakistán.

Esta investigación sacó a la luz el perfil peligroso de este hombre, conocido hasta ahora por delitos menores (robo, encubrimiento).

Durante su arresto en mayo de 2011 por sus vínculos con Mohamed Niaz Abdul Rassed, un ciudadano indio considerado el jefe del grupo, los policías encontraron en el domicilio de sus padres una agenda con una lista de comisarías, mezquitas y sitios turísticos en la zona de Yvelines, en el área metropolitana de París. “Posibles objetivos”, destacó en aquel momento una fuente cercana a la investigación.

Los mensajes telefónicos entre Abballa y los otros miembros del grupo no dejaban lugar a dudas sobre sus intenciones. Abballa parecía “voluntario para cometer actos violentos en Francia”, reveló la fuente.

“¿Crees realmente que nos necesitan allí?” (en Pakistán) “Alá, con su voluntad, nos dará los medios para izar la bandera aquí”, en Francia, escribió en 2011 a uno de sus compañeros. “Tenemos que empezar el trabajo”, “tengo sed de sangre. Alá es mi testigo”, añadía.

Larossi Abballa se mostraba ansioso para ir a Pakistán. “No conocía mucho de religión pero era el más entusiasta” para irse, “parecía estar muy motivado con la idea de ir a hacer la yihad”, explica uno de los miembros del grupo a los investigadores, describiéndolo como “raro” y “misterioso”.

– Propaganda yihadista –

El análisis de su teléfono, de su ordenador y de su pen drive reveló entonces la existencia de numerosos documentos de propaganda yihadista, como vídeos y folletos sobre Al Qaida.

Con sus compañeros, Abballa participa a finales de 2010 y a principios de 2011 en varios entrenamientos religiosos y deportivos en parques de los departamentos de Val-d’Oise y de Seine-Saint-Denis, ambos en las afueras de París. Durante uno de estos ejercicios, incluso se entrenaron degollando conejos, según las investigaciones.

Según una información de aquel momento, Laroussi Abballa tiene que reunirse el 18 de diciembre de 2010 con “hermanos” venidos de Bélgica.

Interrogado por los investigadores, niega los hechos y dice que es ateo. Argumenta que se hace pasar por musulmán para “no llamar la atención” y “evitar ser rechazado por su familia”, según una fuente cercana del caso.

En su juicio en 2013, aparece como “limitado a nivel intelectual, básico, influenciable” y sin poder de decisión, recuerda Hervé Denis, uno de los abogados de los acusados.

Condenado a tres años de cárcel, de ellos seis meses en suspenso, fue puesto en libertad tras el juicio después de haber purgado la totalidad de su pena en detención provisional.

Abballa no parece sin embargo haber abandonado la tendencia yihadista. Estuvo implicado en una investigación reciente sobre un grupo yihadista sirio, según fuentes cercanas del caso. Pero su papel en este caso no ha sido precisado.

El lunes, atrincherado en el apartamento de sus víctimas, afirmó haber jurado lealtad al jefe del EI, Abu Bakr al Baghdadi.

“La Eurocopa será un cementerio”, advirtió, en alusión al actual campeonato de fútbol que se desarrolla en Francia.

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