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El día a día de la guerra en el este de Ucrania, en el cuaderno de Irina

Una bola de fuego provocada por una explosión a las afueras de la ciudad ucraniana de Donetsk el 20 de octubre de 2014 afp_tickers

En las páginas de su diario, Irina ha ido anotando los bombardeos cotidianos, la muerte que pasa rozando y la esperanza de volver a la paz, que disminuye día a día. El reflejo de tres años de guerra en el este de Ucrania.

“Con el tiempo, empiezas a olvidarlo todo, especialmente cuando hay bombardeos todos los días”, explica esta mujer de 48 años.

Irina vive con su marido, Arkadi, en las afueras de Donetsk, la ‘capital’ de los separatistas prorrusos que se enfrentan desde hace tres años al ejército ucraniano.

En su diario de guerra, anota su dolor, sus miedos y su indignación.

Cuenta, por ejemplo, cómo los fragmentos de un obús alcanzaron a su marido cuando había salido a recolectar albaricoques, hiriéndolo en la cabeza y rompiéndole una costilla.

La guerra en el este de Ucrania es la más sangrienta de Europa desde la guerra de los Balcanes en los años noventa. Más de 10.000 personas han muerto y al menos dos millones se han visto desplazadas.

Irina y Arkadi, que hablan ruso como todos sus vecinos, temen que su país se vea dividido para siempre.

Pese a ello, “para nosotros va a ser duro volver a unirnos con Ucrania”, explica Arkadi a la AFP. “Imagine que su vecino le ataca con un cuchillo y le hiere. ¿Seguiría siendo amigo de esa persona, la invitaría a tomar un té en casa?”, plantea.

En su apartamento de dos habitaciones en el barrio de Severniy, en el norte de Donetsk, las ventanas han sido reforzadas con placas de madera.

“Aquí viven aún entre 40 y 50 personas”, calcula Irina. “Todas las viviendas están dañadas, solo en marzo la casa de nuestro vecino fue alcanzada seis veces. Los bombardeos son más intensos ahora que cuando la guerra empezó”, continúa.

Otra residente de Severniy, Lidia, explica que los recientes combates provocaron nuevos cortes de corriente, que ya se han vuelto habituales. “Tenemos la impresión de que nadie nos necesita”, lamenta esta jubilada de 67 años.

– Abandonada –

Estados Unidos y la Unión Europea apoyan a Kiev, que culpa a Moscú del inicio de la guerra y de apoyar militar y financieramente a los rebeldes en represalia por el levantamiento de Maidan que expulsó al expresidente prorruso Viktor Yanukóvich.

El giro prooccidental de Kiev fue seguido de la anexión de Crimea por parte de Rusia en marzo de 2014 y, posteriormente, por una rebelión prorrusa en el este. En respuesta, Kiev lanzó una ofensiva militar contra las regiones separatistas.

Rusia niega toda implicación en esta guerra pese a que en varias ocasiones soldados rusos han sido capturados o han muerto en las zonas de conflicto.

Observadores internacionales han visto también armamento pesado y vehículos blindados atravesar la frontera entre Rusia y Ucrania.

Arkadi dice que está decepcionado por la política beligerante de las nuevas autoridades de Kiev, que han decidido sofocar la rebelión por la fuerza. Pero sus quejas se dirigen también contra Moscú, a quien acusa de haberlos abandonado.

Agradece la reciente decisión de las autoridades rusas de reconocer los pasaportes expedidos en las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, que permitirán a los habitantes de las dos regiones visitar a sus allegados en Rusia, pero es consciente de que el Kremlin no ha reconocido las declaraciones de independencia de los autoproclamados Gobiernos, considerando el conflicto como un asunto interno ucraniano.

“Tenemos la impresión de que la guerra beneficia a ambos bandos”, declara Arkadi. “Si no, no estaría durando tanto”, concluye.

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