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El presidente kurdo, aislado en Irak y en el exterior 

El presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, el 12 de septiembre de 2017 en Kirkuk afp_tickers

Omnipresente durante la campaña del referéndum de independencia, el presidente kurdo, el iraquí Masud Barzani, desapareció de las televisiones tras su fracaso ante la ofensiva del ejército iraquí que recuperó Kirkuk, dejando en evidencia su aislamiento en Irak y en el extranjero.

Hace tres semanas, Barzani organizó esta consulta después de una serie de mítines multitudinarios, justificando que la región autónoma “fracasó en encontrar un socio” en Bagdad.

Ganó la primera mano. Los electores del Kurdistán votaron masivamente por la independencia.

Pero, menos de tres semanas más tarde, sus combatientes, los peshmergas, debieron retirarse de las zonas disputadas, algunas de las cuales controlaban desde hace más de una década.

Su apuesta la lanzó “con el apoyo de un puñado de consejeros, y no después de una operación democrática”, explicó a la AFP Kirk Sowell, analista de la política iraquí y que publica Inside Iraqi Politics.

El referendo, dice, es sólo la última de una larga lista de decisiones tomadas de la misma manera. “Los acuerdos petroleros con Turquía fueron firmados con la venia de su formación, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), no fueron objeto de una decisión o de un examen del parlamento kurdo”, cita a modo de ejemplo.

– Mal rodeado –

“Barzani está rodeado de gente que le dice lo que quiere escuchar”, asegura Sowell.

Y, para numerosos kurdos, las dos personas que lo alentaron a continuar su proyecto de referendo, contra la opinión de todos -hasta la ONU, que proponía aún la víspera de la consulta un plan de diálogo alternativo-, son el exministro de Relaciones Exteriores de Irak Hoshyar Zebari y el gobernador de la disputada provincia de Kirkuk, Najm Eddin Karim, que es imposible de hallar ahora en su región.

Barzani, descendiente de una ilustre familia de valerosos combatientes por la independencia kurda, siempre vestido como un peshmerga, sabe ahora que no obtendrá la escisión de Irak sin el acuerdo de Bagdad. Un proyecto que el primer ministro, Haider al Abadi, rechaza.

Para frenarlo, envió tropas iraquíes a tomar el control de los yacimientos de petróleo y sectores enteros de territorio, poniendo fin al sueño de independencia económica indispensable para la independencia política.

La víspera del referendo, en una rueda de prensa para anunciar que mantenía su organización, el excombatiente kurdo pareció sereno.

Hasta la difusión, al mismo tiempo de una alocución de Haider al Abadi denunciando nuevamente el referendo.

“Dada la oposición de (sus rivales) la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y de Goran, la única esperanza para el PDK es que Bagdad pierda el respaldo internacional”, afirmó Sowell.

A pesar de todo, sopesa Sowell, “no podemos decir que Barzani perdió todo políticamente, ya que el Kurdistán no es un régimen democrático y nada garantiza que las próximas elecciones sean transparentes”.

Pero tendrá una oposición determinada. El principal partido kurdo de oposición, Goran, ya pidió su renuncia y la “formación de un gobierno de unión nacional para preparar el diálogo con Bagdad y organizar nuevas elecciones”.

– Un nacionalismo iraquí subestimado –

En lo inmediato, afirmó Karim Bitar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), Barzani se verá por lo tanto obligado a “reconsiderar su actitud maximalista y abrir nuevamente un canal de negociación”.

“Estados Unidos y la comunidad internacional en su conjunto, con la excepción de Israel, se muestran a favor de la unidad de Irak”, recuerda este especialista en Oriente Medio.

Para Mutlu Civiroglu, especialista del Kurdistán, el presidente kurdo “tuvo una mala lectura y malinterpretó los mensajes”, en particular de Estados Unidos y de Turquía, que aíslan a los kurdos en el mundo, pero también a su partido en el Kurdistán.

“Pensó probablemente que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no se opondrá a la independencia kurda ya que prefirió estos últimos años Erbil a Bagdad”, agregó.

Para Bitar, “después de la invasión estadounidense de 2003, se reforzó una visión falsa de un Irak como un mosaico de identidades étnicas y confesionales”, así como “la tendencia de numerosos expertos y políticos a subestimar el nacionalismo iraquí”.

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