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Las abejas se alteran con las ondas de los móviles

Existen 20.000 especies conocidas de abejas en todo el mundo y cerca de 2.500 en Europa. Keystone

El científico suizo del Laboratorio de Biotecnología Celular en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), Daniel Favre, acaba de publicar un nuevo estudio para tratar de entender por qué se están esfumando las abejas en distintas partes del mundo.

Las conclusiones del especialista apuntan a que “los campos electromagnéticos podrían contribuir a la desaparición de colonias de estos insectos”.

En este trabajo se examinaron los posibles efectos sobre el comportamiento de las abejas ante las ondas electromagnéticas procedentes de teléfonos móviles.

Las abejas son socios esenciales para el éxito de la agricultura. El papel económico de las mismas a través de la polinización mundial ascendió a unos 153.000 millones de euros en 2005, explicó Favre en su trabajo

Para realizar la investigación, se colocaron teléfonos móviles junto a las colmenas con el propósito de registrar y analizar el sonido emitido por las abejas. Los audiogramas y espectrogramas revelaron que “los dispositivos activos de los teléfonos móviles tienen un impacto drástico en el comportamiento de las abejas, ya que inducen a las obreras a emitir la señal de alarma. En condiciones naturales la alerta de las obreras anuncia el abandono de la colmena o que existe alguna perturbación grave en su seno”, manifestó Favre a swissinfo.ch.

Favre colocó estos dispositivos cerca de cinco colmenas y se grabaron en audio las alteraciones en el comportamiento de los insectos en presencia de móviles inactivos, apagados y encendidos. Mientras que en los dos primeros casos no ocurrió nada significativo, resultó curioso observar lo que pasó cuando los dos teléfonos de cada colmena se llamaban entre sí. Ambos terminales se conectaban después de que sonara el tono entre 5 y 10 segundos.

Como consecuencia, las abejas obreras experimentaban un alteración que les provocaba que produjeran con sus alas el zumbido de alarma que podía obligarles a salir de la colonia, un zumbido que llegó a ser hasta 10 veces superior a lo normal.

Si el experimento llegaba a la media hora, el enjambre volvía a registrar un nivel normal de ruido, a los dos o tres minutos después de haber apagado los teléfonos. Eso sí, cuando la conexión entre aparatos pasaba de las 20 horas de duración, los insectos precisaban de al menos 12 horas para volver a la situación normal.

Otros motivos para el éxodo

Sin embargo, el investigador resolvió que no se vivió ningún abandono de la colmena, aunque los móviles funcionaran sin cesar hasta 20 horas, lo que alimenta la idea de que existen otros motivos para justificar el incesante éxodo de esta especie de animales.

“De cara a los futuros experimentos, como complemento al estudio original y con el fin de llegar a condiciones más ‘naturales’, los aparatos de telefonía móvil se deben localizar en varios lugares y, cada vez, a mayor distancia de las colmenas”, sugirió.

Asimismo y en este sentido “debemos preguntarnos si la gran cantidad de antenas de telefonía móvil tiene también un impacto en el comportamiento de las abejas”, añadió Favre.

Cada día es más patente la preocupación acerca de la población de abejas en muchos países, también en Suiza. Según la Asociación de Apicultores de la Confederación, casi una cuarta parte de las abejas no sobreviven al invierno.

A este respecto, se han esbozado diferentes teorías para explicar por qué las colonias de abejas están en vías de desaparición: los apicultores nacionales han dicho que el principal culpable es un ácaro parásito, pero también se vienen barajando otras opciones como la urbanización, el calentamiento global, los cultivos genéticamente modificados o el uso de pesticidas, entre otras.

“Entre otros factores, como los ácaros Varroa y los pesticidas, por ejemplo, las señales de los teléfonos móviles y las antenas pueden contribuir a la disminución de las abejas en todo el mundo. Por lo que pido a la comunidad científica internacional que se lleve a cabo más investigación en este campo”, indicó el biólogo suizo.

Colapso de colonias

Desde 1972 al 2006, se produjo una dramática disminución de abejas en los Estados Unidos. A partir de 2007, ante la elevada y rápida desaparición de abejas obreras de las colonias se acuñó el término  ‘Problema de Colapso de Colonias’. Esta condición hace que las abejas obreras abandonen la colmenas, casi siempre la abeja reina se queda con los huevos, las abejas inmaduras y una gran cantidad de miel. Al final, la colonia sobrevive por poco tiempo y se extingue por la falta de sus trabajadores.

Los apicultores europeos observaron fenómenos similares en Bélgica, Francia, Holanda, Grecia, Italia, Portugal, España o Alemania. La Asamblea de Irlanda del Norte recibió en 2009 informes de descensos superiores al 50%. Por otra parte, también se ha informado de posibles casos de colapso de colonias en Taiwán desde abril de 2007.

Según la Fundación Amigos de las Abejas de España, en una colonia de medianas dimensiones viven unas 60.000 abejas, de las que 2/3 (unas 40.000 aproximadamente) salen todos los días a recoger polen y néctar.

Este actividad se realiza con una frecuencia diaria de 15 a 20 viajes, durante cada uno de los cuales visitan de 30 a 50 flores.

Para una sola colonia, en un día se alcanza ya la magnitud de millones de flores visitadas diariamente.

Si se considera, por experimentos realizados, un radio medio de trabajo de 1.500 metros, cada colmena se encargaría de 700 hectáreas de terreno.

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