Europa pisa el freno en materia de IA, ¿qué significa para Suiza?
La Comisión Europea quiere aplazar la entrada en vigor de varias disposiciones de su nueva ley sobre inteligencia artificial, lo que daría a las grandes tecnológicas más margen para aprovechar los datos de la ciudadanía. La periodista especializada en IA Sara Ibrahim analiza por qué este giro podría tener efectos también en Suiza.
Durante mucho tiempo, en medio de la incertidumbre que rodea al mundo de la inteligencia artificial (IA), hubo un punto firme: la Unión Europea (UE) era una de las pocas instituciones dispuestas a plantar cara a las grandes tecnológicas con leyes estrictas para proteger a sus ciudadanos.
No obstante, la situación dio un giro el pasado 19 de noviembre, cuando la Comisión Europea presentó un planEnlace externo para simplificar parte de su normativa digital. Entre las disposiciones más relevantes figuran dos pilares de protección de la privacidad y de la regulación de la IA: el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la Ley de Inteligencia Artificial (AI Act).
Según la versión oficialEnlace externo, el plan —bautizado «Digital Omnibus»— busca facilitar la actividad empresarial en Europa, aligerando la burocracia y abriendo el acceso a «datos de alta calidad» para entrenar sistemas de IA.
El objetivo del plan es que las compañías cumplan las complejas reglas europeas sin limitar la innovación. Sin embargo, los cambios legislativos planteados han generado inquietud, ya que expertos y analistas señalan que podrían comprometer la privacidad y la seguridad de los sistemas de IA. El abogado y activista austríaco Maximilian Schrems calificóEnlace externo la operación como «el mayor ataque a los derechos digitales de los ciudadanos europeos en los últimos años».
Aunque Suiza no pertenece a la UE, está parcialmente integrada en el mercado único europeo, su principal socio comercial. Las decisiones que se toman en Bruselas pueden influir indirectamente tanto en la población suiza como en su clase política.
La UE cede ante la presión de Estados Unidos
La propuesta de posponer hasta 2027 la aplicación de las normas sobre sistemas de IA de alto riesgo ha levantado fuertes críticas. Estos sistemas —utilizados, por ejemplo, en identificación biométrica o en el cribado de solicitudes de empleo— podrían amenazar la salud, la seguridad y los derechos fundamentales.
Muchos especialistas consideran que este es el primer paso hacia un desmantelamiento de una ley que ha sido criticada por la administración Trump y que afecta particularmente a las grandes tecnológicas estadounidenses.
«Nadie se deja engañar sobre el origen transatlántico de estos intentos», señalóEnlace externo Thierry Breton, excomisario europeo de Mercado Interior y uno de los principales autores del AI Act.
El relajamiento normativo coincide con las negociaciones entre Bruselas y Washington para reducir aranceles en productos clave para la economía europea —vino, bebidas alcohólicas, acero y aluminio—. El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, ha declarado públicamenteEnlace externo que un acuerdo ventajoso depende de un debilitamiento de las normativas tecnológicas europeas. Por las coincidencias en el calendario, resulta plausible que la UE haya cedido a la presión estadounidense.
«Estados Unidos protege su industria tecnológica, a la que considera una de sus infraestructuras más críticas», explicó a Swissinfo David Vasella, abogado suizo especializado en privacidad y tecnología. Para él, el retroceso regulatorio europeo es una mala señal para la ciudadanía en general, porque sugiere que el bloque se vuelve económicamente más débil y más dependiente de Washington.
Las empresas lo celebran
Por otro lado, la UE ha escuchado a decenas de empresas europeas preocupadas por las dificultades para adaptarse a las nuevas reglas de IA. Compañías como Airbus y Lufthansa —propietaria también de la aerolínea Swiss— pidieron en una carta abiertaEnlace externo suspender la aplicación de la ley durante dos años para dar algo de aire a quienes operan en Europa ante las «normativas cada vez más complejas de la UE».
En 2024, el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi advirtió de algo similar en un informeEnlace externo. En él señalaba el exceso de complejidad normativa y que eso estaba frenando la competitividad y la innovación en Europa.
Empresas y especialistas suizos también han prevenido sobre los altos costes de cumplir las normativas europeas y seguir vendiendo productos y servicios en el mercado único. Por ello, figuras destacadas de la IA suiza, como Marcel Salathé, codirector del Centro de IA de la EPFL, dieron la bienvenida al nuevo plan de simplificación regulatoria.
«Me alegra ver que la UE está reconsiderando su normativa sobre datos y sobre IA», escribió Salathé en LinkedInEnlace externo. Tildó el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos ) de «excesivamente oneroso» y la ley de IA de «un mar prematuro de vaguedades».
Vasella coincide en parte con esta visión y considera razonable modificar ciertas disposiciones particularmente pesadas: «Corregir algunas cláusulas excesivamente onerosas tiene mucho sentido», afirmó.
La ciudadanía suiza expuesta
Si bien las medidas pueden suponer un respiro para las compañías, los ciudadanos se enfrentan a preocupaciones más serias. Uno de los cambios más preocupantes del Digital Omnibus es la mayor facilidad para usar datos personales en el entrenamiento de modelos de IA. En muchos casos, las empresas podrían emplear estos datos sin necesidad de obtener el consentimiento explícito de la persona usuaria.
La reforma también revisaría la definición de «datos personales», permitiendo que se utilicen datos anonimizados siempre que no sea posible reidentificar a las personas.
Aunque la legislación europea no afecta directamente a la población suiza, es difícil imaginar que las fronteras físicas puedan protegerla de abusos de datos en el espacio digital, especialmente teniendo en cuenta la cantidad de servicios online prestados por empresas ubicadas en la UE. Para Vasella, retrasar la regulación de sistemas de IA de alto riesgo también es peligroso para Suiza, porque las aplicaciones dañinas seguirán evolucionando rápidamente.
Berna, bajo fuego cruzado
En los últimos años ha quedado claro que los legisladores suizos prestan mucha atención a los acontecimientos fuera de sus fronteras, sobre todo a lo que sucede en Bruselas. El RGPD empujó a Suiza a revisar su Ley Federal de Protección de Datos, reforzando las garantías ante vulneraciones de la privacidad. Y el AI Act obligó al Gobierno a considerar una regulación más precisa de la IA para afrontar riesgos como la discriminación laboral o la desigualdad en el acceso a servicios esenciales.
Suiza se encuentra así expuesta a dos fuerzas: el relajamiento regulatorio europeo y la creciente influencia estadounidense. El Gobierno ya ha mostrado disposición a acercarse a Washington, comprometiéndose en una declaración conjuntaEnlace externo a no introducir impuestos a los servicios digitales y a facilitar la transferencia de datos hacia Estados Unidos en el marco de negociaciones aduaneras.
En este complejo tablero geopolítico, las grandes tecnológicas son las principales beneficiadas, pues siguen moldeando la vida cotidiana de la ciudadanía de forma casi incontrolada. «La verdadera amenaza para quienes viven en la UE y en Suiza son las aplicaciones adictivas, como TikTok. Hemos permitido que inunden nuestros mercados», advierte Vasella.
Ante el paso atrás de su influyente vecino y las presiones que llegan del otro lado del Atlántico, Berna podría encontrar pretextos convenientes para ralentizar —si no frenar silenciosamente— el proceso de actualización de sus propias leyes. El enfoque prudente y retardatario de Suiza nunca había resultado tan cómodo.
Editado por Veronica De Vore. Adaptado del italiano por Carla Wolff.
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